lunes, 30 de enero de 2012

La estructura del blog

La condició humana. (La condición humana) Hannan Arendt. (p215, versión en catalán): “Para juzgar una obra de arte hemos de conocer la imagen mental de la obra acabada que tenía el artista antes de realizarla.”

Yo me pregunto... ¿cómo es compatible eso con improvisar? ¿Se puede improvisar una obra de arte?

(El jazz es arte y se improvisa... pero para improvisar un solo y que tenga sentido el artista ha de haber estudiado mucho la música y el instrumento, antes...)

Yo no tengo ninguna “imagen mental” de lo que ha de ser el blog, no es como si fuera una novela, que sigue una estructura...

... ¿y si lo que hago en el blog no es arte?

El blog es un “trabajo en proceso”, se va escribiendo y cambia a medida que se va haciendo... la estructura se va improvisando a medida que se escribe... no sigue ningún modelo preexistente...

El único modelo que puede haber es cada post sigue la estructura de una texto bien escrito, eso sí.

“La estructura del ser como texto” (aquello que tan bien conocen los estudiantes anglosajones...), es presente en cada post individual, que se puede leer separadamente y tiene sentido.

Pero, el conjunto de todos los posts, que no sigue ninguna estructura consciente, y que tiene sentido como desahogo personal, ¿tiene sentido como obra de arte?

domingo, 29 de enero de 2012

Tipos de posts

Dicen que para escribir un post te has de haber dado cuenta de algo.

Yo me he dado cuenta de algo.

Me he dado cuenta que mis posts, los más o menos 2500 post que he escrito desde que empecé a hacer el blog, pueden dividirse en tres grandes grupos, que representan tres vías de escritura.

La primera vía son los posts que hablan de libros y literatura. Así es como empecé y estos posts son mayoritarios en el Blog de una lectora, en cada una de las dos etapas que tuvo, la lectora de libros y la hormiga lectora.

Luego están los posts que hablan del mundo en abstracto, los pensamientos sobre el mundo, las reflexiones y paradojas que me genera la “realidad”, pero sin entrar en historias personales, aunque la visión que reflejan estos posts es muy personal. En este grupo hay todos los posts que me genera escuchar la radio y también todas las reflexiones sobre la escritura y los blogs. Este tipo de posts empezaron principalmente en Una chica del siglo pasado, son mayoritarios a Pessoa y la lluvia, y también continúan en los Lazos imaginarios.

La tercera vía son los posts en que explico anécdotas de mi vida, algunas conflictivas, tal y como las aristas de la realidad han modelado mi visión de las cosas, y en esta vía están incluidos los posts en que hablo de mi enfermedad, pero también están los posts con batallitas que no tienen nada que ver. Esta vía es la de las historias personales. Estos post empezaron en El vuelo de la reina de la ruda, en las dos etapas que tuvo, continuaron tímidamente en Pessoa y la lluvia y continúan con fuerza en los Lazos imaginarios.

Estos son los tres tipos o tres vías de posts que he tenido y que tengo actualmente.

No sé a qué conclusión debo llegar.

sábado, 28 de enero de 2012

Cultura general

En mis tiempos había un concepto que llamábamos “cultura general” o “culturilla”. Los profesores decían: esto no os servirá para nada, pero es “culturilla”. Evidentemente, ya en aquella época había quines pasaban completamente de las enseñanzas que sólo servían para “culturilla”, pero quien quería podía fijarse en ello. Ahora observo con preocupación que el concepto “cultura general” hace tiempo que ha desparecido de los medios de comunicación.

viernes, 27 de enero de 2012

El placer táctil de los libros

Una de las cosas que más me gusta de hacer con mis libros, aparte de darles alcance, comprarlos y leerlos, es cambiarlos de sitio, transportarlos y ordenarlos; en definitiva, pesar como los distribuiré y calibrar si los puedo situar de maneras más prácticas a como los tengo ahora.

Me gusta tenerlos entre las manos mientras los cambio de sitio...

jueves, 26 de enero de 2012

La fuerza de la vida virtual

En internet, amparados por el anonimato y la desinhibición de la vida virtual, las personas hacen y dicen muchas cosas que en la vida real no dirían ni harían, ni se les ocurriría.

Por eso la red es el salvaje oeste.

miércoles, 25 de enero de 2012

Después

Vosotros sabéis que hay muchas personas que se sienten culpables después de haber practicado sexo. Eso es porqué, después del orgasmo, después de la descarga erótica (aunque sea onanista), la mente se relaja y afloran a la conciencia los sentimientos no resueltos. Solamente haría falta resolver estos sentimientos que nos hacen sentir mal para no sentirse culpable después del sexo. Como que la mayoría de personas no se sumergido lo suficiente en sí misma (algunos ni se reconocen a sí mismos que se sienten culpables), no saben que lo que les hace sentir culpables es la afloración de los sentimientos no resueltos por la relajación de la mente y no el sexo en sí. Creen que es el orgasmo lo que les hace sentir culpables y asocian el haber practicado sexo con el haber hecho algo malo.

A eso contribuye mucho el sustrato católico y la mentalidad de moral judeo cristiana, muy atento al “pecado de la carne”, que hay en la educación de nuestra sociedad, como mínimo en las generaciones más mayores. La iglesia se ha aprovechado durante muchos años de este sentimiento de culpa que aflora después de la descarga con los sentimientos no resueltos para manipular las conciencias. Hoy todavía no todo el mundo se puede permitir ir al psicoanalista para curar los sentimientos no resueltos explicándolos.

La descarga erótica se parece mucho a la descarga de aflojamiento de la tensión que pasa después de haber escrito, después de haber plasmado la idea que permanecía inarticulada en el fondo del cráneo como un grafitti en una pared medio derruida y de haberlo traducido a palabras que todo el mundo podrá leer. El suspiro de satisfacción después de haber tenido un orgasmo y el suspiro de satisfacción después de haberse desahogado escribiendo pueden ser el mismo.

Por eso, después de la descarga emocional de la expresión de aquello que queríamos decir y que hemos conseguido escribir, suele haber un rebote.

La cabeza se relaja, afloran los sentimientos no resueltos, y con ellos el sentimientos de culpa. Por ello muchas veces me siento culpable después de haber escrito y me planteo destruir lo que he escrito, no ya los posts, sino mis escritos en general. Me siento satisfecha de haber escrito pero culpable por aquello que he escrito. ¿He hecho bien? ¿Tengo derecho a ello? ¿No hará reír? ¿No me lo criticará nadie excesivamente? ¿Alguien puede sentirse ofendido? ¿He hecho daño a alguien con lo que he escrito? ¿He hablado mal de alguien? ¿Está lo suficientemente bien? ¿Tengo derecho a ello?

Soportar este rebote desagradable y la inseguridad que viene después de haber escrito (en algunos textos más que en otros) es casi más difícil que escribir en sí, y muchas veces siento como si hiciera algo malo por haber escrito, como si expusiera mis vísceras (y no me refiero solamente al blog). Eso me hace sentir mal, y el rebote dura un rato.

La repetición diaria del rebote es lo que hace difícil la escritura. Lo que la hace la escritura incluso dura es el rebote, más que el proceso de aprendizaje de la escritura en sí. Tienes que morirte de ganas de decir algo para que pasar repetidamente por este rebote de inseguridad contra ti misma te valga la pena.

El haber escrito te hace sentir mal e insegura durante un rato, pero si no  escribieras... quizá incluso sería peor, entonces quizá te sentirías a punto de reventar durante todo el día.

Lo mismo que pasa con el sexo, y aunque los sentimientos no resueltos que genera el sexo puedan ser diferentes de los sentimientos no resueltos generados por la escritura.



martes, 24 de enero de 2012

Manera de escribir

Ya sé que no soy buena escritora como los escritores publicados en libro, que si quisiera que me publicaran debería escribir de otro modo, pero lo que escribo es lo que me gusta escribir, y, además, no puedo escribir de otra manera.

lunes, 23 de enero de 2012

El remedio de la escritura

Aquella persona sabía una algo que yo en aquel momento todavía no sabía: que las personas que estamos solas somos extremadamente vulnerables...

Queda la escritura.

sábado, 21 de enero de 2012

Tierra de forajidos

¿Internet es la libertad?

A mí me habían dicho que internet era el salvaje oeste, un lugar sin ley aún por civilizar...

¿Esto es la libertad?

(Solamente lo pregunto...)

viernes, 20 de enero de 2012

El camino de la cultura

Leí una vez por internet que en el estado español, escribiendo en castellano, no había buenos ensayistas dignos de este nombre... (evidentemente eso lo decía un catalán...).

Hace poco que he dejado de leer novelas para empezar a leer solamente poesía y ensayo, o sea que no soy ninguna experta en el tema de los buenos ensayistas, aunque sé cuando un ensayo es bueno y cuando un autor de libros de no-ficción vale la pena.

Hoy me gustaría romper una lanza a favor de los libros de Ramón Andrés, que creo que es un ensayista de categoría en el sentido intelectualmente riguroso de la palabra. No he leído todo sus libros, -de hecho, solamente he leído uno, si habéis seguido el blog ya sabéis cual-, pero tengo ganas de leer más. De momento, cuenta con toda mi envidia sana y admiración.

Es un hombre que sabe, y se entiende que un país como el nuestro una escritura así pase completamente desapercibida, porqué somos todos un atajo de ignorantes obsesionados por el fútbol. Y yo soy la primera a quien gusta que el barça gane, pero el mundo no se acaba en eso.

En un país donde se confunde la trascendencia con el aburrimiento y el sentido del humor con la frivolidad, y donde el arte se considera una actividad inalcanzable para una digna “persona normal”, con la prosa de Ramón Andrés he descubierto un pequeño receso, la sombra de un olivo en este camino tan árido de la incultura que quieren imponernos.

jueves, 19 de enero de 2012

Accidentalidad comercial

Ya hace unas cuantas semanas fui a una zapatería de la capital de provincia para intentar encontrar unos zapatos muy concretos.

La propietaria –no era una dependienta, era la propietaria-, me dijo que aquellos zapatos concretos habían dejado de tenerlos, pero que le quedaban cuatro pares de aquel tipo, ninguno de los cuales era mi número. Pero había un par, casualmente, que era de dos números, el mío (que yo le había dicho a gritos entrando en la zapatería, cuando ella estaba dentro), y el que ponía el zapato, un número más. Las cifras de mi número habían sido gravadas con un cuter en la suela blanda del zapato, en ambos zapatos, o sea que unos zapatos que no eran mi número se habían convertido en unos zapatos de dos números, el que ponía en el zapato y el gravado con el cuter. Que si me quería quedar aquellos zapatos que no eran mi número pero que ahora tenían dos números, que la diferencia era de medio centímetro... (¡!)

Dije que no me interesaban aquellos zapatos, que no eran mi número, y salí de la zapatería. Todavía tuve tiempo de ver la mala mirada que me dirigió aquella mujer y leyendo sus labios pude ver que se le escapaba un “cerda” flojito pero lleno de mala leche; yo prácticamente ya estaba fuera de la zapatería, y si no me hubiera girado no lo habría visto. Aquel cerda era el pañuelo blanco agitado al viento con el que  la zapatera se despedía de colocar el romanente del estoc de aquel tipo concreto de zapatos.

O sea que intenta engañarme gravando unos zapatos con un cuter, ¡y a la postre la cerda soy yo por no picar!

miércoles, 18 de enero de 2012

Sentir la confianza

Incluso Guardiola necesitó en sus inicios a alguien que confiara en él...

Tal y como explicó, sus ayudantes confiaron en él como entrenador cuando él no era nadie, como los marineros de un barco confían en la vela que los llevará a buen puerto.

Todos necesitamos a alguien que confíe en nosotros, aunque no hayamos de llegar nunca tan lejos como Guardiola, y aunque no hayamos de pasar jamás de ser nadie.

martes, 17 de enero de 2012

Alguien me debe un café

Todos sabemos que el creador del libro de caras es un chico que no tenía ni treinta años cuando lo creó, muy listo, y que sabía informática. Todos sabemos que se ha hecho multimillonario con el libro de caras. Donde verdaderamente el libro de caras gana el dinero no es en la publicidad, sino traficando con los datos que sus usuarios han introducido allí libremente. El verdadero negocio del libro de caras, así como de todos estos lugares de internet que son gratuitos, lo que ha hecho rico a este jovenzuelo, no es la publicidad, sino el espionaje industrial: pagamos los lugares de intenet que son gratuítos dando nuestros datos.

Pienso que todos nos deberíamos ir a una habitación oscura y hacernos la pregunta: “¿cuándo gana el chico del libro de caras conmigo?”, “¿en cuanto he contribuido yo con mi cuenta en el libro de caras a su multimillonaria fortuna?”, “¿con cuanto contribuyo cada día?”. Deberíamos hacernos la misma pregunta con todos los lugares de internet que son gratis.

Si nos hacemos estas preguntas por el libro de caras quizá llegaremos a la conclusión que este jovenzuelo listo nos debe algo más que un café...

lunes, 16 de enero de 2012

Churrería Lazos imaginarios

Esto no es una fábrica de hacer churros. Hay posts que cuestan de salir... (y los hay que salen pero cuestan de publicar...)

domingo, 15 de enero de 2012

Bloqueo canónico

El otro día por la radio: un escritor que dice que el haber estudiado filología le dio unas herramientas que, a la hora de escribir, “le han hecho más mal que bien” (¡!); que saber “lo que estaba bien escrito” (conocer los textos canónicos), casi le bloquea y no le permite desinhibirse lo suficiente para empezar a escribir...

sábado, 14 de enero de 2012

Saber lo que quiero escribir

Pero la pregunta es: ¿sé lo suficiente para decidir si un texto escrito por otra persona es o no es bueno? ¿Sé argumentarlo? ¿Tengo un título que acredite que soy capaz de saberlo? Siguiendo este razonamiento, no estaría ni capacitada para saber si mis textos son o no son buenos... pero, en cambio, tengo una idea muy clara de lo que NO QUIERO que sean mis textos. Con ello debería ser suficiente, de momento.

viernes, 13 de enero de 2012

Ideas muy personales

Yo intento que lo que escribo sea buena literatura según mi idea de lo que es la buena literatura (buena escritura, nada demasiado pomposo), pero soy consciente que mi idea de lo que es la buena literatura y de lo que es bueno en literatura no es la misma idea que tiene de ello la mayoría de personas, y que en el mercado literario se escriben y se venden obras que tiene mucho prestigio y que ganan premios literarios que no tiene nada que ver con lo que yo escribo y que también pretenden ser buena literatura, que pretenden ser “la buena literatura”, de hecho.

Al final, fuera del ámbito académico y de lo que son los clásicos, lo que es buena literatura actual o contemporánea, tanto en catalán como en castellano, acaba siendo un concepto subjetivo y muy personal. Un concepto subjetivo y muy personal que me gustaría tener la oportunidad de explicar más a fondo, porqué estoy segura que hay quien se hace de él una idea equivocada, y que cree que se me han subido los humos. El tiempo dirá.

miércoles, 11 de enero de 2012

El mundo y la imagen del mundo

Vivimos en un mundo de apariencias y de culto a la imagen y a las consignas; no vivimos en un mundo de saber el porqué de las cosas y de saber que los demás pueden ser diferentes y opinar diferente y tener también razón. Quizá veamos el mundo como una pantalla, pero el mundo no es una pantalla.”

(frase oída por la radio)

ejemplo:

esta peste de periodistas azulgranas hablando de qué han votado los capitanes, entrenadores y periodistas de los países remotos en esta elección del jugador balón de oro: cuando alguien no ha votado el suyo, simplemente, no se merece votar, no entiende del tema, vive en un país de segunda fila... (grandes risotadas). (solamente les faltó decir que en estos países “no tienen tele”, “juegan con pelotas cuadradas” y “juegan partidos de fútbol con marcadores 0-12”, que no lo llegaron a decir pero podrían haberlo dicho por el contexto). por favor. una cosa es que un jugador sea el mejor y tenga más votos que los demás, y otra muy diferente es que todo el mundo deba votar lo mismo en una especie de “pensamiento único”, y si no lo hace así ya merece ser tenido de menos.  ¡qué chovinismo futbolístico! ¡qué exhibición de prepotencia barcelonista y de poco respeto a la gente de los países pequeños!

lunes, 9 de enero de 2012

Secretos para un blog optimista

Cuando escribía Pessoa y la lluvia, se me dijo que “me lamentaba”. El blog no era optimista. Ahora tengo un blog casi siempre optimista. ¿Cómo lo he conseguido?

Cada vez que se me ocurre un post, lo escribo, y al cabo de un tiempo lo releo... si es optimista, lo publico; si es pesimista, lo rompo para quemarlo o bien lo guardo bien guardado. Este es el secreto de tener un blog optimista: romper los posts pesimistas. (Aunque alguna vez se me escapa alguno.)

O sea que el optimismo, sin ser falso, solamente es una cara de la moneda... pero una misma moneda tiene dos caras, yo soy bastante inestable, paso de una manera de ver las cosas a otra con mucha facilidad, y cuando estoy atrapada por la visión pesimista, aunque no la publique, me lo paso realmente muy mal... Pero soy incapaz de publicar según qué posts con una visión tan negativa de las cosas, una barrera invisible me lo impide.

A pesar que, por las manipulaciones y presiones mentales a las que se me ha sometido siempre y el cansancio que arrastro que se hace sentir cada vez con más fuerza, -aunque los médicos dicen que no tengo nada físico-, a menudo tengo ganas de suicidarme, procuro no decirlo nunca en el blog, esto... Pero explicar esta ganas periódicas de suicidarme sería la obra de toda una vida, algo que iría más allá de cuatro posts irónicos. Y se entendería, ya lo creo que se entendería. Me levanto cada mañana cansada pero llena de energía interior para hacer el post del día y por la noche me voy a dormir cansadísima (después de no haber hecho casi nada) y llena de ganas de dormir para siempre. Físicamente me encuentro bastante mal y mentalmente me hacen encontrar bastante mal.

Pero no quiero que mi blog parezca el rosario de la aurora, o sea que solamente publico los posts optimistas. Me parece que es lo más razonable, y además, hay visiones pesimistas que prefiero guardarme para mí.

domingo, 8 de enero de 2012

Prioridades

Lo importante no es si los lectores me creen o no me creen; lo importante es si me leen; si creen en lo que escribo, no si se creen lo que escribo. Para que eso pase la primera que se ha de creer lo que escribe y que ha de creer en lo que escribe soy yo.

sábado, 7 de enero de 2012

Puntualización puntualitzable

Ayer dije que hubo una época de mi vida en que no me sentía digna de ser querida por un hombre porqué estaba gorda.

Siento que tengo lectores masculinos a quienes debería explicar mejor este concepto.

Cuando digo que no me sentía digna ser querida quiero decir exactamente eso, querida, no “cubierta” (como un macho cubre una hembra); a pesar de estar gorda, siempre he sabido que era tan buena como cualquier otra hembra para que un hombre se desahogue conmigo y me deje, los hombres no le hacen ascos a nada a la hora de “tapar agujero”, ni tan solamente a las gordas.

Cuando digo que no me sentía digna de ser querida porqué estaba gorda me refiero a sentirme digna que un hombre me escuchara, me respectara y quisiera ir a lugares conmigo; no quiero decir que no me sienta digna de ser “cubierta”. Para que un hombre “tape agujero” y pase a otra cosa cualquier hembra sirve, incluso una gorda.

* * *

A lo largo de mi vida, a pesar de estar gordita, he encontrado muchos voluntarios para intentar “cubrirme”; muy pocos para escucharme y compartir mi mundo. Aunque que que un hombre me escuche no significa que me acabe metiendo en la cama con él, lo que tengo claro es que no quiero meterme en la cama con un hombre que no haya dedicado mucho tiempo a escucharme, con un interés real en lo que digo, y no solamente con un interés puesto en “cubrirme” y en “tapar agujero”.

(Ostras, oigo a otra mujer, alguien con experiencia, que dice: “pues te quedarás sola, niña...”)

¿Será posible?

viernes, 6 de enero de 2012

La fantasía del cuerpo perfecto

Todo el mundo está de acuerdo que lo que sale en las propagandas de la tele es ficción, que es irreal, que está estilizado. Pero, un día tras otro bombardeados con la misma ficción, esta fantasía del cuerpo perfecto, llegamos a creérnosla. Sin darnos cuenta. Cala en nosotros y modela nuestra autoestima de manera sutil.

Cuando tenía veinte, veinticinco años, era, objetivamente, mucho más joven, delgada y guapa de lo que soy ahora, pero sentía que mi cuerpo era imperfecto, que había alguna cosa en mi físico que no era como debía ser. Me miraba al espejo, me daba cuenta que mi cuerpo no era como el de las chicas de la tele, y me sentía triste y frustrada. Creía no ser digna de ser querida por un chico porqué estaba gorda... y pesaba veinte quilos menos que ahora...

El año 2006, -coincide con el primer año de hacer el blog, empezado en diciembre de 2005-, dejé de ver la tele. Así de definitivamente y para siempre. Des de entonces en la tele sólo he visto el Tour de Francia, y aún no cada año. Solamente son tres semanas en el mes de julio, y las últimas veces han sido sin cortes publicitarios.

No deje de ver la tele de golpe. Simplemente, sólo miraba lo que me interesaba y me di cuenta que la miraba cada vez menos hasta que un día me di cuenta, el 2006, que ya no la miraba casi nunca. Y entonces sí que decidí de hacerlo expresamente de no verla. Había llegado a un punto en que en la tele no echaban nada que me interesara.

Cuando dejé de ver la tele me lancé a la radio (siempre he escuchado mucho la radio) y al internet. Más o menos en el año 2008, por una anécdota grotesca que me pasó, decidí que haría zapping cada vez que hicieran anuncios en la radio, o sea que cuando en la radio echan la publicidad, no siempre, pero normalmente, procuro cambiar de emisora.

No fue de golpe. Desde el año 2006, quizá pasaron tres años. Tres años antes de qué, os preguntareis...

Quizá pasaron tres años antes de notar los efectos de no ver la tele y de no escuchar los anuncios de la radio. Tardé todo este tiempo de abstinencia a “desintoxicarme”...

Y cuales son los efectos, os preguntareis...

Pues que desde que no veo la tele ya no creo que mi cuerpo sea imperfecto y que no es como debería ser. Desde que no veo la tele, aunque objetivamente soy más vieja, gorda y fea (y más calva y más jorobada) de lo que era cuando tenia veinte, veinticinco años... me siento mucho más guapa, mucho más reconciliada con mi cuerpo, que ya no creo que sea imperfecto...

(También coincide que cuando tenía veinte, veinticinco años fueron los años en que estuve enferma, claro. Me ha costado un tiempo disfrutar de una cierta paz interior. Pero hay muchas chicas que no están enfermas y que son guapas que no se ven bien por culpa de las fantasías de la tele.)

He pasado de compararme con las chicas irreales que se ven en la tele a compararme solamente con las personas que me encuentro por la calle. El ideal de las chicas de la tele es inasequible para mí; comparada con las chicas que me encuentro yendo por el mundo, soy una más, no soy imperfecta ni mi cuerpo no es como no debería ser... ¿No os habéis fijado nunca que las personas que pasean por la calle, las personas reales, sin dejar de ser atractivas, no son en cuanto a belleza como las que se ven por la tele? El mundo real no es como el mundo que se ve en la tele... La belleza de la tele es falsa...

O sea que aproximadamente tres años después de dejar de ver la tele se acabó el estar triste porqué mi cuerpo era imperfecto y no era como debería ser. Ahora me acepto a mí misma. Sé que no soy una sílfide, soy consciente de ello, pero no me siento mal ni estoy triste o frustrada ni me siento culpable por no serlo. No siento que deba “purgar” mis quilos de más haciendo régimenes absurdos. Me aceptado a mí misma, finalmente, a pesar que ahora objetivamente estoy peor que antes en cuando a belleza (los años no perdonan), ahora me siento y me veo mucho mejor.

¿Vosotros creéis que ha sido al hacerme mayor? ¿He madurado, por fin? ¿O ha sido el dejar de ver la tele y de escuchar los anuncios de la radio? (Que parecen inofensivos, pero que son insistentes en la fantasía del cuerpo perfecto como una gota malaya...). Soy más vieja, gorda y fea que hace diez, quince años, pero ahora no pienso que mi cuerpo sea imperfecto (como si que lo pensaba y lo sufría entonces). Me doy cuenta ahora: con lo joven y bonita que yo he sido siempre, ¡qué desaprovechamiento sentirme fea, cuantos años perdidos!

Sentirse así de bien con una misma con unos quilos de más no tiene precio y es casi un sacrilegio al “pensamiento único” imperante en los medios. ¡Sacrilegio! ¡No me siento culpable por estar gorda! ¡Sacrilegio!

No cambiaría esta sensación maravillosa de estar bien conmigo misma y mi cuerpo por nada del mundo.

jueves, 5 de enero de 2012

Discursillo

Querido amigos, amigas; apreciados lectores, lectoras:

Había prometido dos “textos más largos que un post” para estas fechas. He de decir que ya publiqué uno de estos textos, uno que me fue dado de manera inesperada, pero que ahora anuncio que el otro, el que estoy preparando desde hace más tiempo, no lo publicaré, de momento: lo tengo en el horno, un poco crudo, todavía. Retardo su publicación sine die, no lo esperéis antes de San Juan o de la Navidad que viene.

Considero cumplido el compromiso que tenía conmigo misma de publicar “un texto más largo que un post” por estas fiestas. No ha sido el que creía, pero qué le vamos a hacer. Continuaré trabajando en ello y ya se verá si al final sale o no sale. Es un texto sobre mi experiencia como lectora de poesía que de momento me queda irrelevante, y que debo trabajar más para que no me quede lleno de lugares comunes. O sea que de momento nada, paciencia...

Recorcholis, ¡y pensar que me meto en estos líos escrituriles porqué me gusta!

miércoles, 4 de enero de 2012

Versiones de lectura

Una vez, hace tiempo, al principio que tenía el blog, navegando por internet, me encontré un post de un chico mexicano donde explicaba que se había dedicado a traducir un cuento de Kafka que se había encontrado en la red en inglés al castellano. Lo primero que pensé es que sorprendía la ignorancia de alguien que sin duda no sabía que Kafka había escrito en alemán, y que la versión inglesa era también una traducción (y que además no sabía que hacer una traducción de una traducción es bastante absurdo), y que además no sabía que en las librerías había libros donde aquel cuento estaba traducido al castellano a partir del original alemán, o sea que si hubiera estado más informado no le habría hecho falta perpetrar un atentado filológico como aquel, aunque él no lo sabía, que era un atentado filológico.

Esta fue la primera impresión, la de su ignorancia.

Pero luego pensé... qué inmensa fuerza no debe tener la obra de Kafka para que una persona ignorante en literatura que no lo conoce como clásico (tuve la impresión que aquel chico no sabía quien era Kafka) tenga la necesidad de traducir este cuento suyo que se encontrado por casualidad en la red sin ni tan solamente saber que era una traducción...

Y el peso de mi razonamiento hacia la ignorancia del chico mexicano cambió de punto de apoyo hacia la inmensa fuerza de los relatos de Kafka, que traspasa versiones, traducciones y fronteras idiomáticas, y el buen gusto que tuvo aquel chico al escogerlo...

Pasé a estar impresionada por la ignorancia de un lector a estar impresionada por la fuerza de un escritor.

* * *

Kafka ya lo tiene eso, que gusta a muchas personas que no conocen su peso como clásico ni conocen los nombres de la literatura, porqué tiene diversos niveles de lectura, por ello es universal.

Pero Kafka explica su verdad.

Yo desde siempre había querido que lo que yo escribiera tuviera, como la obra de Kafka, diversos niveles de lectura, pero es algo que me parece que no puedo aprender a hacer adrede. Si jamás me sale, saldrá solo o me saldrá inconscientemente. Así y todo veo muy difícil conseguirlo, porqué hacer un texto que pueda gustar al mismo tiempo a una ama de casa, a un peón de almacén, a un mecánico, a una estudiante de psicología y al mismo tiempo satisfacer a un catedrático de literatura es muy difícil.

Que alguien ignorante en la literatura y alguien experto en arte pudieran encontrar una verdad, mi verdad, aunque fuera diferente para cada cual, aunque lectores diferentes vieran en el mismo texto cosas diferentes...

martes, 3 de enero de 2012

La inconsciencia del arte

Aunque parezca mentira y nadie se lo crea, para mi ser artista o hacer vida de artista no es ir todo el día bebiba o drogada... y sé que cuesta de creer... Está muy asentada la imagen del artista bohemio (que trabajará poco), pero yo siempre me he fijado más en la imagen del artista burgés (que va mucho mejor para trabajar). Yo, como “artista” (aunque quizá no me atreva a denominarme así, me parece una palabra demasiado fuerte), como aprendiza de escritora, pues, prefiero el aburrimiento de la comodidad burguesa que no bebe ni se droga. ¿Creéis que es por eso que no llegaré nunca a ninguna parte como artista? Supongo que se le decís a una persona joven que la actividad principal de un artista no es beber ni drogarse sino trabajar en su arte (como hacían Bach o Jane Austen), os dirá: “y para hacer esto tan aburrido te haces artista?”. Sí, sí, para hacer esto tan aburrido (que al final es más interesante que beber y drogarse; es lo más interesante del mundo). Pero el cliché del artista bala perdida que aprovecha la libertad que le da su arte para nadar en la abundancia de los vicios está muy arraigada, por desgracia.

* * *

A mi no me hace falta beber ni drogarme, con mi enfermedad mental ya he tenido las suficientes (y demasiadas) experiencias “extrasensoriales”, y “malos viajes”. Por lo que he leído de experiencias de persona que se drogan, y por lo que me explicó una persona, estar profundamente drogado ha de ser una experiencia semejante de elasticidad de percepción de los sentidos a tener un brote psicótico, pero parecido en los aspectos malos, aunque si se pasa tan mal no entiendo el porqué la gente se droga...

Me acuerdo que, cuando estaba en el psiquiátrico, hubo una auxiliar que no se creía que hubiera tenido un brote psicótico sin haberme fumado nunca un porro... que me dijera esto me supo muy mal... cuanto tuve el brote psicótico  (el año 2001) estaba agotada y pasé, por la misma angustia que sentía, unos cuantos días prácticamente sin comer y sin poder dormir durante unas cuantas noches... está demostrado científicamente que el agotamiento, la angustia, el no comer y la falta de sueño provocan alucinaciones y percepciones de realidad alterada igual como las sustancias psicotrópicas... me lo pasé muy mal cuando tuve el brote... que en el hospital alguien me dijera que sin haberme drogado nunca no se creía que lo hubiera tenido me supo muy mal...

lunes, 2 de enero de 2012

Burbuja en la ciudad

Caminar por la ciudad aislado escuchando música como dentro de la banda sonora de una peli o hablando por el móbil sin ver la calle... la gestualidad es diferente dentro de la burbuja...

O caminar por la ciudad escuchando el latido inarmónico y sin belleza de sus sonidos: el tráfico, los gritos inconexos, las obras, los miles de pasos de los peatones... la gestualidad no puede evitar ser más crispada...

¿Cómo se está más conectado al mundo?

domingo, 1 de enero de 2012

En la cáscara

Cuando me paso mucho rato leyendo me siento culpable.

Esta reacción viene de cuando era pequeña y mis compañeras de clase se reían de mí porqué me gustaba tanto leer y no me integraba a burlarme de los demás a su lado (o eres normal y uno más a la hora de agredir, o eres agredido...). Les aguanté muchas bromas que ahora quizá me parecerían inofensivas, pero que entonces me afectaron mucho, y que todavía no he aprendido a relativizar. Bromas de tipo “en la discoteca no se puede leer” y tela de esta. Me lo hicieron pasar realmente mal.

Todo el mundo entendía que leyera si era para sacar buenas notas, pero, si no era por eso, a leer no le veían ninguna utilidad, y yo leía aunque no fuera obligatorio, por la cual cosa merecía ser marginada. Curiosamente debían tener razón, porqué muchas de estas chicas a quienes no gustaba leer (tenía poco glamour) han llegado económicamente mucho más lejos de lo que yo podré llegar jamás; ya en aquella época se veía que eran listas.

Me acuerdo una vez que estábamos en la biblioteca sentados ardedor de las mesas grandes haciendo la hora de lectura que hacíamos siempre y yo cogí mi libro, y como buena futura coleccionista, me puse a leer la página de créditos. Una de estas listillas se dio cuenta y no veáis las bromitas que hicieron todos los de mi mesa porqué leía una parte del libro “que no era obligatorio leer”. Leer aquello para ellas era incomprensible, una prueba faeciente que yo estaba loca. A mí siempre me ha gustado leerlo todo, pero en aquellos momentos no supe argumentar de manera convincente porqué leía “aquello tan inútil”, y quedé como una tonta.

Este sentimiento de culpa por no ser normal y no despreciar la lectura que aflora cuando me paso mucho rato leyendo es el mismo sentimiento de culpa que aflora cuando me doy cuenta que pasan los días y todo lo que he hecho ha sido escribir, y que así no me ganaré jamás la vida.

Instigadas por mi padre, mi madre y mi hermana me habían reprochado muchas veces hasta hace dos años que no me ganara la vida y que hubieran de mantenerme. Hubo una época en que se puede decir que casi cada vez que nos sentábamos a la mesa me lo reprochaban a gritos. Ahora ya no es así, eso ha cambiado, llegan órdenes diferentes. Incluso un día me dijeron que si un hijo no tiene vicios no pasa nada porqué se esté en casa sin hacer nada. No sé qué les ha hecho encender la lucecita, sospecho de alguien de fuera de casa que ha leído que yo explicaba en el blog que me reprochaban el pan que como y que le ha hecho un comentario a mi padre; no sé quien es esta persona, pero le estoy muy agradecida, aunque sería un poco extraño que esta teoría fuera auténtica porqué prácticamente no tengo lectores, y menos que nos conozcan en la vida real... Des de hace más o menos dos años se han acabado aquellas discusiones avinagradas que teníamos en la mesa y fuera de la mesa porqué yo no trabajo; desde hace más o menos dos años me dejan en paz para escribir; ha llegado la calma  a una mar que parecía que iba a ser siempre bravía.

De todos modos, se continúa sobrentendiendo que si puedo estarme en casa escribiendo es porqué estoy enferma, porqué tampoco sirvo para trabajar en un trabajo de verdad, en definitiva, pero que si estuviera bien mi obligación sería la de ganarme la vida.

Este sentimiento de culpa que aflora a veces cuando leo y cuando escribo hace que me pregunte: ¿tengo derecho a pasar así mi tiempo si mis padres deben mantenerme?

Me siento culpable porqué parece que viva de los frutos del trabajo de otra persona, que sea una parásito (me habían tratado muy a menudo de eso, hasta hace poco). Parece que leer y escribir sean la excusa perfecta para realmente no hacer nada. De hecho, en casa ya consideran que no haga nada; consideran que me paso el día ganduleando y que lo que hago no puede considerarse un trabajo porqué me gusta y porqué no produce recursos para sobrevivir.

¿Tengo derecho a ello? ¿Tengo derecho a ello porque estoy enferma y de todos modos tampoco haría nada de bueno? ¿O debería ir a fregar suelos para ganarme la vida, el único empleo que podría encontrar ahora con la crisis aporte de ir a lavar platos? (Claro que eso era antes de lanzarme al tren. Ahora, con las secuelas que tuvo el accidente sobre mi espalda, ni tan solamente podría ir a fregar suelos o a lavar platos... – Algo que no puedo dejar de ver como una ventaja, claro...)

Pero no puedo evitar sentirme muy inútil a veces, a pesar que cada día me levanto de la cama impaciente por hacer lo que más me gusta, y que no cambiaria esta vida de leer y escribir y escuchar la radio por nada del mundo. No querría una vida social activa en el mundo de las apariencias o un empleo que no me realizara, aunque con ello ganara el sueldo que ahora no gano.

Si no me pasara el día leyendo y escribiendo y escuchando la radio seguramente sería una más de tantas personas enfermas que vegetan en el sofá ante la tele. Me alegro que tener un objetivo en la vida, el internet, la lectura, la escritura y la radio me salven de ello.

Me han preguntado muchas veces si no me aburro todo el día en casa sin hacer nada (los asistentes sociales siempre quieren saberlo, eso). No me aburro nunca. Pero, aunque me aburriera y pasara ratos sin saber qué hacer: la creatividad nace del aburrimiento, las ideas vienen de aburrirse y de no saber qué hacer. Para escribir hace falta saber estar en babia. No tengo tiempo material de hacer todo lo que querría hacer, me faltan horas al día para poder escuchar y leer todo lo que querría, pero tengo horas expresamente destinadas a estar en babia, a estar con el santo al cielo, que es la gran actividad que alimenta la escritura; aunque, evidentemente, cuesta defender ante la parroquia que cuando estas en babia estás haciendo algo de provecho...


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Si hace años, cuando decidí inconscientemente hacer autosabotage en las cosas “reales”, continué a pesar de eso con la lectura y el aprendizaje de la escritura, continué preparándome para cumplir mi objetivo en la vida (que siempre ha estado aparte de las cosas reales, un resto inarticulado en el fondo de mi cráneo como una pintura rupestre), fue porqué leer y escribir era lo único que me gustaba, y además sabía que escribiendo nunca llegaría a nada económicamente y que por extasiarme con la lectura nunca nadie me daría trabajo. Tomé la decisión de continuar con estas cosas a pesar del autosabotage (la decisión de continuar con la vida interior y “secreta” y de sabotear todas las actividades de provecho en el mundo real) sin ser consciente y hace poco me he dado cuenta que siguiendo los consejos de un libro de poemas que leí entonces: “carpe diem”, me decían aquellos poemas.

Si explicara a alguien eso del carpe diem se prestaría a confusión, porqué normalmente la gente entiende por carpe diem el emborracharse y el fornicar. Sin que esté en contra de fornicar, para mí el carpe diem siempre ha sido otra cosa. Yo decidí seguir con mi carpe diem particular, lo que para mí era carpe diem. ¿Os imagináis qué relación con el mundo ha de tener alguien para que su carpe diem sea leer y escribir? (Podéis esbozar una sonrisa, evidentemente... sé que vosotros tenéis un carpe diem digámosle “normal”...)

Fornicar siempre es un placer, sobre todo si es por amor, aunque yo no lo practique mucho con otras personas, pero, para mí, las personas por las que su carpe diem es emborracharse huyen de trabajos de mierda en vidas de mierda, si te sientes realizado tus prioridades pasan a ser otras más allá de embriagarte, puedes dedicarte a calmar una cierta necesidad de poesía. Para mí carpe diem es hacer lo que hago, lo que he hecho todos estos años, dedicarme a aprender a escribir.

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Os diré porqué me gusta leer y escribir por encima de cualquier otra cosa en el mundo: porqué mi cabeza es febril (y fabril) como una máquina hiladora, salta de una idea a otra y de un estímulo a toro sin pararse jamás. No soy una persona activa físicamente, de grandes ejercicios o de ir a lugares lejanos, pero mi cabeza no descansa nunca. La lectura y la escritura estructuran mi actividad mental febril (mi cabeza no descansa nunca), y le dan un objeto del que ocuparse que le entretiene y le impide elaborar paranoias, manías persecutorias e ideas negativas respecto a la realidad, y le impide sufrir con la inactividad y con el no tener algo hacia lo que dirigir sus energías.

La lectura y la escritura canalizan la energía implacable de mis pensamientos y le dan una guía bien engrasada para discurrir. Me pasaría el día charlando, sino, y no tengo a nadie con quien charlar, no tengo a nadie dispuesto  solamente escucharme (excepto quizá algún librero o alguna tendera...). Si no pudiera dirigir la actividad inacabable de mi cabeza hacia una ocupación que me gusta, simplemente explotaría.

Nadie me obliga a leer o a escribir, la manera como funciona mi cabeza me obliga; leer y escribir es la manera como le va bien de trabajar a mi cabeza. Tengo una profunda necesidad interior de canalizar así mis energías. Lo que me obliga es esta energía interior inacabable como una llama perpetuamente encendida.

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Me siento culpable por pasármelo bien así porqué siento que soy rara y que debería integrarme aunque estar con los demás me haga sufrir. Cuando iba a la discoteca lo hacía, primero, por influencia de las amigas que tenía entonces, y segundo, por intentar ser normal e intentar pasármelo bien con lo que lo hacía pasar bien a los demás; creía que ir a la discoteca era mi obligación de persona joven; lo odiaba. Mi discoteca era otra (el abecedario, la escritura), pero... ¿tengo derecho a pasarlo bien encerrada en mi mundo leyendo y escribiendo si eso no es “normal”?

¿Cuán sería mi obligación de persona “normal”, eso teniendo en cuenta que por mi enfermedad la sociedad me marca con la etiqueta de persona no normal? ¿Tengo derecho a aislarme cuando no hay nada en nuestra sociedad que se castigue de manera peor que el aislamiento?

En La Regenta, uno de los libros que he leído más veces en mi vida, Anita Ozores acaba como acaba porqué está aislada: vive aparte de la sociedad que la rodea, está aparte de cómo es la gente en realidad y sólo ve las apariencias. El destino de La Regenta es una advertencia.

En la obra Novela de ajedrez, el protagonista acaba loco porqué juega al ajedrez solamente contra sí mismo. El mensaje de la novela es claro: cuidado con las actividades con las que nos encerramos en nosotros mismos y no interactuamos con los demás...

Me han dicho muchas veces que vivir en mi mundo es malo para mí, como si eso fuera una cosa que yo hicera expresamente y no fuera mi manera de ser. Como si fuera algo que yo pudiera escoger. No soy feliz entre los demás. ¿Debo hacerme sufrir intentándolo una y otra vez? ¿No es suficiente con haber sufrido siempre hasta ahora? ¿Me irá mal si continuo aislada, será algo que pagaré? Pero, me estoy encerrada en casa con al etiqueta de enferma mental... ¿puede irme peor? ¿No es esta situación producto de no aceptar la realidad de una relación con los demás ya estropeada de buen principio? Que los que me presionan para que salga de casa aceptaran que no sirvo para la vida social ¿no sería mejor para mí?

Es bueno para mí lo que no me hace sufrir. Y lo que no me hace sufrir es vivir en mi mundo. He llegado a un punto en qué he decidido para siempre jamás que no me gusta el mundo en el que viven los demás. Mientras pueda, continuaré con mis cosas, que es lo que me gusta y lo que no me hace sufrir. Mientras pueda continuaré con mi particular carpe diem, leyendo y escribiendo.

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Uy, uy, uy... me doy cuenta que, aunque hable de carpe diem, el texto me ha quedado más deprimente que una cama de hospital... No quiero que os quedéis con esta imagen... Hoy es el primer día del año 2012 y me he despertado de buena mañanita llena de energía para publicar mi primer post del año. Ya veis que me va la marcha. Dice que lo que haces el primer día del año tiene eco durante todo el año... por eso vale más empezar de buen humor... ¡¡¡Feliz Año Nuevo a todo el mundo!!!