jueves, 30 de octubre de 2014

La lectura o la vida

«La gente dice que lo importante es vivir, pero yo prefiero leer.» - Logan Pearsall Smith

miércoles, 29 de octubre de 2014

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Enamorarse de la propia vida
Enamorarse de la idea de ser escritor

Enamorarse de la escritura

Leo por internet un consejo para escribir que dice que todo el mundo que escribe autobiográficamente pasa por una fase en la qué se enamora de su vida, y en la qué le entusiasma explicarse a sí mismo, olvidando que este tipo de historias a veces pueden no interesar demasiado a los demás...

No se me había ocurrido nunca, esto, esta idea de estar enamorada de la propia vida... Hay cosas en mi vida que me han hecho sufrir mucho, como para estar enamorada de ellas... Mi vida, mi material, es lo que estoy aprendiendo a domesticar, a graduar, a digerir y a explicar; hablar de mi vida para mí es una urgencia de mi espíritu, pero mi escritura no existe porqué de alguna manera idealice mi vida: más bien al contrario, escribo porqué pienso que mi vida está llena de injusticia y que no debería haber sido así; no se puede estar enamorada del mal que te han hecho.

* * *

Lo que sí que había oído, en cambio, es la idea que hay gente que se enamoran de la idea de ser escritores, cuando de lo que deberían enamorarse es de la escritura. Por no ser escritor no pasa nada, en cambio hay quien no podría vivir sin escribir cada día un rato.

Si lo qué sueñas es ir a la radio a “hablar de tu libro”, es que estás enamorado de la idea de ser escritor. Si te pasas un par de horitas cada día escribiendo, estás enamorado de la escritura. Estos dos enamoramientos no son incompatibles, pero se debe tener claro en qué liga se juega o se quiere jugar, y qué se debe hacer para poder conseguir cada una de estas cosas, que son diferentes.

* * *

Por ir a la tele a hablar de tu último libro no pasa nada, forma parte del trabajo de un escritor mediático, pero eso no es la escritura. La escritura es pasar ratos en la soledad y la oscuridad del escritorio organizando frases.

Claro que ir a los medios tiene un glamour que esta solo sentado en el escritorio de casa no tiene, por eso son más los que se enamoran de la idea de ser escritores que no los que se enamoran de escritura en sí misma, como si ir a la tele fuera una especie de premio por haber estado solos “pringando”. (Si ya se piensa que escribir es “pringar”, apaga y vámonos...) Como si hablar de tu libro al brillo de los focos fuera un sol que sale después de haberte estado esforzando en la oscuridad y el silencio; como mínimo mucha gente lo entiende así.

El borrador conseguido sobre el papel en blanco después de rato de desbrozar debe ser el premio, aquello que te satisface realmente. (Intentarlo, porque un borrador nunca queda perfecto del todo). Lo demás es atrezzo, quizás necesario, marketing, pero no será escritura. El texto, la escritura, es lo importante: ni de la propia vida ni de la idea de ser escritor; es de la escritura de lo que se debe estar enamorado.


martes, 28 de octubre de 2014

Palabras enredaderas

Hablando del número de palabras que debe tener un post (se entiende que libre de fotos y vídeos que distraigan), me viene a la cabeza en mi época en qué recuerdo que Asimov describía sus textos (y los presentaba), explicando siempre la cantidad de palabras que tenían. (Tantas palabras contadas de los originales en inglés, evidentemente).

Me parecía una forma totalmente antiromántica de entender la escritura, por más que yo admiraba a Asimov, y admiraba su escritura... A tanto la palabra y tira millas...

Supongo que todavía es así en muchas facetas de la escritura, pero no en los blogs, que, diríamos, se escriben por hobby (aunque la escritura nunca es solamente un hobby, o siempre es más que un hobby...).

La escritura es como una planta enredadera, que no diré que te consume, pero como mínimo te envuelve. Esta envoltura no sé si podría existir si su única razón de existir fuera a tanto la palabra...

Pero acepto que una cantidad de palabras estipulada sea como un marco, dentro del cual puedes pintar lo que quieras, o como unos raíles para alguien que conduce él mismo su tren.

Al fin y al cabo, lo que cuenta, lo que trasciende los tiempos, es lo que se dice, no el número de palabras con las que se dice...






domingo, 26 de octubre de 2014

Nos preocupa a todas

«Tengo que estar jodidamente agradecida de estar viva. Tengo demasiados amigos enfermos o que han muerto, y yo estoy aquí. ¿Estás de broma? No pienso quejarme.» – Meryl Streep

«No me gustaría volver a tener 20 otra vez. Ahora sé mucho más, y estoy mucho más cómoda con mi piel. Cuando escucho a las jóvenes quejarse por cosas superficiales... ¡estáis en el pico de vuestra belleza física! Sólo disfruta y deja de preocuparte por tus muslos demasiado grandes... Si ya estás insatisfecha cuando tienes 25, la vida va a ser dura...» – Susan Sarandon

«Todos envejecemos. Punto. Nadie puede pararlo. Me gustaría que dejasen a las mujeres envejecer con gracia. Ellas se lo toman como algo personal el hacerse mayores; creen que fallaron de alguna manera por no haberse quedado en los 25. Es una locura, porque creo que es un privilegio envejecer y no todo el mundo llega a viejo.» – Cameron Díaz


sábado, 25 de octubre de 2014

Entreviendo una posibilidad de silencio

Me acuerdo de haber leído que un filósofo muy conocido, en los últimos años de su vida, después de haber bebido mucho durante muchos años, se encontraba con sus amigos y les preguntaba angustiado: “Continuo siendo tan inteligente como lo era antes?” (Temía no serlo por efecto de la bebida, se entiende).

Sin llegar a estos niveles (ni de inteligencia, ni de desesperación intelectual – ni de bebida), en el libro sobre la depresión que leí hace poco había un breve párrafo que decía que los que sufrimos esquizofrenia íbamos perdiendo capacidad intelectual a medida que pasaban los años.

El mismo hecho de haberme lanzado al tren y de haber perdido mucha sangre de la cabeza me podría hacer tener algunas dudas sobre si tengo o no tengo tanta capacidad intelectual como tenía antes...

Pero a mí lo único que me angustia es si, de aquí a unos años, seré capaz de escribir como ahora, o esto también lo iré perdiendo...  Como aquellos guitarristas que deben practicar con la guitarra cada día, sino notan que “pierden” el dominio sobre el instrumento... ¿La escritura tiene más que ver con la capacidad intelectual o con la capacidad de expresarse? Es de prever que aunque cuando me haga vieja no sea tan inteligente, continuaré sabiendo decir lo que pienso... Que al fin y al cabo es lo que hace un escritor (sin pretender tener la razón siempre). Escribir explicándome  a mí misma, espero que eso lo podré continuar siendo capaz de hacer... Tampoco hace falta ser tan inteligente para pergeñar cuatro frases expresivas, me parece...

Eso de hacerse viejo y de estar enfermo es una jugarreta del destino, pero la alternativa tampoco es nada halagüeña...

Estoy preparada para aceptar que no soy tan inteligente como creía, pero no para aceptar que ya no soy capaz de escribir como escribía antes, como he escrito siempre...




viernes, 24 de octubre de 2014

Idolatría

Me percato que muchas personas peregrinan llenas de admiración a las ciudades austriacas donde compuso Mozart, o a la Inglaterra rural de Jane Austen y las hermanas Brontë, o a la casa de Josep Pla en un pueblecito de la costa. Peregrinan allí, supongo, con la esperanza de “encontrar algo” de estos artistas.

Sin encontrarlo mal, ¡faltaría más! (El fetichismo cultural que hay en estos viajes admirativos es perfectamente lícito),

personalmente creo que el genio y lo que pueda quedar de estos grandes artistas no debe buscarse ni en las casas donde vivieron ni en sus biografías ni quizá en las fotografías o retratos de ellos que hayan podido quedar. Un artista debe buscarse siempre en su obra. Todo lo demás son excusas para ir de un lugar para otro o para cotillear un poco (¡oh! En su casa también hay mesas y sillas!); o meter la nariz en debilidades que nos hacen estas personas excepcionales más cercanas, pero nada más. A veces admiramos más a un artista que no leemos su obra o escuchamos su música.

“Aquel algo que queda de ellos” debe buscarse en su obra. Lo otro es solamente turismo, entretenimiento.


jueves, 23 de octubre de 2014

La cajita de música

Leo en un libro sobre la esquizofrenia que esta enfermedad mental es la dolencia que provoca más desamparo, soledad y marginación en los que la sufren. También dice que explicar la propia experiencia con las partes más negativas y asociales de la enfermedad puede ayudar a las otra personas que la sufren, y puede añadir amabilidad y comprensión a la dureza de su experiencia personal.

Explicar las partes más oscuras y negativas de la enfermedad para ayudar a los demás, pero también, supongo, para ayudarse a una misma, verbalizando, exorcizando, desodiando...

Más allá del cliché (y bromita inofensiva) de querer “arrasar con todo”, de querer pasar a la historia o querer revolucionar la literatura, lo que más me gustaría es poder hacer eso, poder explicar mi experiencia con la enfermedad, para ayudarme a mí misma, pero también para ayudar a los demás. Y eso teniendo en cuenta que muchos de los enfermos mentales que he conocido personalmente son personas de escasa cultura y que difícilmente leerían un libro.. – hay alguno o alguna que sí, pero... Siempre, más bien, son los familiares los que acostumbran a leer esta especie de narraciones. De hecho, sospecho que esta especie de material medico-testimonial-literario constituye una especie de subgénero de la literatura, y no de los más gloriosos, precisamente. Aunque alguno de estos libros tenga cierto interés, sobre todo los escritos por médicos-divulgadores.

* * *

El blog se titula Lazos imaginarios, y mi intención al titularlo así era explicar mi relación con las demás personas (familiares, amigos (¿?), conocidos saludados... ¡y vecinos!), o mi falta de relación con las otras personas, el porqué siempre estoy sola. Eso tiene mucho que ver con la enfermedad, y con la manera como me afecta. Pero, un montón de posts después, me percato que he hablado de todo menos de eso, y que el blog se titula pomposamente Lazos imaginarios pero no he hablado de ninguno de estos lazos... O si he dicho algo ha sido tan discretamente que ni se ha notado.

Hablar de los auténticos lazos imaginarios de mi vida sería hablar de la enfermedad, no sé si para ayudar a los demás con mi testimonio, pero seguro que a mi escribir todo este material (mi material) me iría muy bien; tengo material de escritura para estampar el cuento, la novela y la opera de Rosini... pero solamente se trata de rellenar mi cuaderno o el blog... solamente se pide algún post.

De momento no lo he hecho (hablar de la enfermedad, quiero decir), quizás no lo haga nunca, ya, a estas alturas. (Y más cuando siempre se me ocurren cosas simples para escribir y salir del paso graciosamente de la obligación invisible de publicar algo).

Aquí sí que debo reflexionar mucho sobre el tema, sobre si quiero o no quiero enlodarme con la escritura hasta el tuétano, o solamente quiero pasar la mano superficialmente sobre las teclas y obtener una melodía fácil... Aunque fácil nunca lo sea...



miércoles, 22 de octubre de 2014

Naturaleza domesticada

En estos poemas que leo no se encuentra la naturaleza, sino una imagen idealizada de la naturaleza, de una naturaleza amable, de paseo de domingo por la tarde, y que resplandece con todo su zumo verde.

Estos poemas fueron escritos justo en el momento en qué la revolución industrial ganaba terreno y hacía que la  naturaleza se retirara de la vida de las personas, justo cuando el ser humano empezó a estar alienado de la naturaleza, con la que hasta entonces había vivido en comunión, que hasta entonces había visto de una forma más inhóspita, con toda la dureza y salvajismo de la vida rural.

Son poemas muy bonitos que nos hablan de paisajes esponerosos, bellos, verdes... pero domesticados: árboles y pájaros, musgo y zorros, fuentes y lagunas. No es la selva, no es la tundra. Son paisajes hechos a la medida de la añoranza de la naturaleza de la persona de ciudad, que va al parque de vez en cuando cuando necesita una dosis de verdor, pero que vive y lucha lejos de la comunión con el mundo natural.

No me imagino a un leñador de Alaska, que vive y sufre la dureza de la selva virgen, leyendo poemas sobre la naturaleza. Y no por falta de cultura, sino porqué su experiencia diaria real con la inmensidad del paisaje ya debe ser suficientemente poética, dura y bella al mismo tiempo.

En cambio en estos poemas la natura es un jardín, y son la nostalgia de la naturaleza de una persona de ciudad, la nostalgia de un verdor en el que ya no sabría sobrevivir.

Creo que estos poemas son leídos todavía ahora porqué las personas de ahora vivimos la naturaleza de una manera muy diferente a como vivían la naturaleza los humanos primitivos, o como vivían la naturaleza en la edad media, y que hay algo natural que nos falta en nuestro mundo tecnificado, pero algo natural accesible y racional, a la medida del ser humano, algo natural en lo que podamos perdernos con serenidad y respirar. En estos poemas eso se nos muestra con todo su brillo.


martes, 21 de octubre de 2014

Reflexiones de campo

Dueña de tu vida tienes que serlo siempre cuando vives, no solamente cuando lees o escribes... (o escoges el próximo libro a comprar... o el próximo libro a leer...).

* * *

Si releo algunos de los libros que poseo es para demostrar que jamás he comprado libros a la buena de dios. (Tampoco es que tenga que demostrar nada; me gusta releer). Podría ser que algunos de los libros que me haya comprado el paso del tiempo haya acabado demostrando que al fin y al cabo no tenían demasiado interés, y que haya deshecho de ellos, (me he ido auto-educando y refinanado a medida de ir escogiendo); pero no tengo cada uno de los libros que tengo y que considero valiosos por casualidad... Y los considero valiosos en relación con su contenido legible: no tengo primeras ediciones, ni joyas bibliográficas, ni libros raros... Hacer este tipo de elecciones sería traicionar el espíritu que creo que debe tener una biblioteca personal, y que es el de construirla poco a poco, volumen a volumen, con libros dignos de ser releídos (y no coleccionados, aunque algunos sí que los coleccione, aunque no sean del tipo de libros pecuniariamente valiosos que se coleccionan), y que acumularlos debe estar al alcance de alguien que no hace falta que ate los perros con longanizas... ¡y que sepa leer!

* * *

A  veces, en nuestras creaciones artísticas más personales – y no sujetas a las leyes de mercado o sometidas al poder: en música, en pintura, o en literatura-, no hace falta revolucionar nada, ni tampoco se trata de querer pasar a la historia o de "arrasar con todo"; solamente se trata de pasárselo bien...– (Claro que todo esto sería interesante...)



jueves, 16 de octubre de 2014

Actualidad (del mundo occidental)

«Con las pandemias hay dos problemas: uno es la enfermedad en sí, y el otro son las reacciones de angustia exagerada que provocan.» (oído por la radio)

miércoles, 8 de octubre de 2014

Intentando saber

«Sólo tengo dudas, muchas dudas, y no sé si me las pueden despejar los medios de comunicación, toda vez que los periódicos o las televisiones son casi siempre el eslabón más débil en la cadena del conocimiento, el más sujeto a errores,  clichés y simplificaciones. »

(texto encontrado en internet)

domingo, 5 de octubre de 2014

Pensamientos

Me ronda por el magín empezar a escribir una novela. Pero... dudo... ¿Y si no soy capaz de escribir nada que valga la pena? ¿... una buena novela? ¿... una novela que “arrase con todo”?

Debo de leer mucho, todavía.

Y escribir mucho más.

Y practicar con la narración, que ya me doy cuenta que no es lo mío...

Lo ideal sería pergeñar una narración inventada que pasara por real, y que enganchara; una buena novela debe “enganchar”.

 * * *

El otro día una periodista decía por la radio que le encantaba estar ella sola con las manos encima del teclado del ordenador, “creando”. Había escrito un texto que consideraba una novela, ¡y amenazaba con repetirlo! Escribiendo se sentía como si realmente fuera dueña de su vida...

* * *

La soledad de la persona que escribe. Esto no tiene glamour, ni vende, ¡ni adelgaza!

* * *

Escribir, al fin y al cabo, es tener algo que decir, y decirlo...

[Genial, gran frase, así vamos bien... Con frases como esta a buen seguro que ¡“arrasarás con todo”!]

[Uy, uy veo que estás muy verde, aún... ]


sábado, 4 de octubre de 2014

Fotos sí, fotos no

¿No os habéis fijado? Los blogs podrían dividirse en dos grupos: los que publican fotos de su autor o autora, y los que no. Entres estos últimos hay los que pueden publicar fotos o imágenes, alguna tirada incluso por el propio autor, pero en los que en ningún caso está la imagen de la persona que las hace. Entre estos últimos también están los que no publican imágenes, de ningún tipo, solamente el texto (oscuro sobre blanco), como una bandada de golondrinas petrificadas.

Quizá por la enfermedad, yo no creo en las fotos, no me gusta hacerlas, ni me gusta que me las hagan.

Yo creo fanáticamente en el texto, en el párrafo, en las frases, en las palabras, en las letras... Las imágenes vendrían a distraer. Lo que se debe trabajar es el texto, es eso lo qué pude convertirte de mero redactor en alguien capaz de dotar de consistencia la parrafada, y hacerte escritor.

Pero ya entiendo que no todo el mundo ha de querer tener un blog para sentirse escritor, y también que están los que piensan que la poesía es hacerse una foto cabeza abajo. No tengo nada que decir sobre ello.

Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Pero a mí lo que me interesa son las mil palabras. O las quinientas, tampoco es cuestión de hacerse pesada...




viernes, 3 de octubre de 2014

Viaje virtual

No se puede decir que yo haya viajado mucho, ni tan solamente se puede decir que haya salido mucho de casa. Muchas cosas las he aprendido en los libros (y en la radio). Es por ello que a veces temo que, de lo aprendido en los libros, una vez enfrentado a la inmensa vastedad del mundo real, de ello no quede nada que sirva para nada, como si lo aprendido fuera una especie de flor de invernadero que tuviera que echar raíces al aire libre y no supiera si será capaz de conseguirlo.

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En un libro leído últimamente, me ha parecido comprender la mentalidad de lo que solemos llamar “la América profunda”, es decir, la mentalidad de los habitantes de los pueblos (que no de las grandes ciudades), del norte del continente americano. (Y que habiendo visto tantas series y pelis norteamericanas desde siempre nunca había acabado de pillar).

El libro es La ética protestante y el espíritu del capitalismo, de Max Weber, que, ya aviso, es un tocho tocho, un auténtico ladrillo, y que me ha costado tragarme lo que no está escrito... (pero que ha valido la pena).

Creo sinceramente que toda persona de aquí (quiero decir de un país con substrato católico, aunque sea católico no practicante), y, sobre todo, alguien imbuido del anticlericalismo que hay aquí, debería leerlo si quiere ir a establecerse allá.

Ya sé que muchas personas de aquí han ido allá sin haber leído este libro y no lo han echado de menos, pero yo me alegro de haberlo leído (aunque no me moveré de casa ni iré nunca allá), porqué creo que he comprendido algo real sobre la mentalidad de esta gente, que viven en el país que dirige el mundo occidental, y me alegro de haber entendido algunas cosas que me preguntaba, aunque sepa que cualquier realidad social va mucho más allá de lo que se pueda leer en un libro, y que este libro tenga ya sus añitos...

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¿Y por qué digo que he entendido cosas que me preguntaba?

Pues porqué dos veces en mi vida he sido testigo de cómo dos personas norteamericanas que no se conocían entre ellas se enfrentaban a una situación difícil (una a la muerte de una persona mayor, la otra a un internamiento en el psiquiátrico), juntado las manos todos juntos y rezando, algo que me llamó muchísimo la atención (me quedé a cuadros) y que no he visto hacer jamás de los jamases a nadie de aquí... Y que si hiciera alguien de aquí lo encontraríamos fuera de lugar, seguramente.

Leyendo este libro he entendido el porqué estas personas norteamericanas hicieron este gesto, para ellos completamente serio y trascendente. Aquella gente cree, y no les averguenza creer. Y no quiero decir que aquí no haya también gente que crea, pero nos lo tomamos de otra forma...

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Y aquí es donde la flor de invernadero (mis teorías personales, sacadas de los libros) debe sobrevivir al rigor del mundo real... ¿Qué sé yo del mundo real y de hasta qué punto lo que he escrito abarca alguna realidad?




jueves, 2 de octubre de 2014

Leer de todo

Leí hace tiempo en un blog sobre poesía que se despreciaba el hecho de leer periódicos deportivos, cosa que no casaba (según aquel blog) con los exquisitos degustadores “de alta literatura”.

No estoy de acuerdo con ello.

Los periódicos deportivos para los hombres, y las revistas del corazón para las mujeres, (o los periódicos deportivos en general, y las revistas del corazón en general, dejémoslo así), quizá tengan un nivel cultural plano, pero son letra impresa, y quien lo lee también es lector, aunque no sea degustador de “alta literatura”.

Yo estoy a favor que se lea, sea lo que sea, y se debe ser consciente que hay personas que, si no leyeran periódicos deportivos o revistas del corazón, no leerían nada. Lo importante es leer, mantener engrasado el mecanismo cerebral del lenguaje.

Para mí, una persona con cultura lectora no debe despreciar las revistas del corazón o les periódicos deportivos; ni nada escrito... simplemente, debe saber ir más allá; le esperan todos los libros del mundo.