miércoles, 29 de abril de 2015

El género de cada cual

«Tengo un buen consejo que siempre ofrezco a la gente que me dice: "Puedo escribir. Sé que puedo. Solo que no sé el qué." Les digo que echen un vistazo a sus estanterías de libros. ¿Qué les gusta leer? Desde luego, hasta cierto punto todos somos lectores eclécticos, pero ¿a qué recurrimos cuando vamos a coger el tren o el avión? ¿Qué nos ponemos a leer cómodamente cuando estamos cansados al final del día y queremos relajarnos? ¿Un clásico, una biografía, misterio, ciencia ficción, novela romántica? Sea cual sea tu estilo favorito de novela, sin duda es ahí donde tienes tu mina de oro literaria. »

Mary Higgins Clark

Con derecho a cocina

sábado, 25 de abril de 2015

Lo que sabe la wikipedia...

Antes, cuando empecé el blog, para hablar de un escritor o de sus obras, confiaba en mí misma, en mi memoria y mi imaginación; confiaba en la expresión de la imagen mental que me había hecho de él leyéndolo, leyendo sobre él o de lo que había espigado de lo qué había oído decir aquí o allá.

Ahora, en cambio, además de todo eso, he de procurar que esta imagen mental que me he hecho a lo largo de los años y que quiero transmitir de tal escritor... no contradiga... ¡lo que dice la wikipedia!

Sé que la imagen que tendrá un lector cualquiera que no haya leído a tal escritor beberá más de lo que diga la wikipedia que de lo que yo pueda escribir, que al fin y al cabo es una visión personal, no exenta de inventiva personal y de mis limitaciones personales, filias y fobias. Y es bueno que así sea; que se haga caso a la wikipedia, quiero decir. (Aunque ya sé que en la wikipedia hay errores y bromas, como en todas partes.)

Soy una gran fan de la wikipedia, la uso mucho... ¡pero caracoles! Como pone en evidencia que todo lo que sé no es todo lo que creo que sé...



jueves, 23 de abril de 2015

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«El regalo de un libro, además de un obsequio, es un delicado elogio.»  - Stendhal

domingo, 19 de abril de 2015

Leyendas comibles-envidiables

Me he fijado que una de las cosas que las personas de menos posibilidades económicas más envidian de los que ellos creen que son privilegiados son... ¡las mariscadas! (O cierto concepto ideal de lo que ellos creen que es una mariscada!).

Poder permitirse mariscadas, o envidiar las mariscadas que pueden permitirse los demás, parece que es una de las fronteras naturales que distinguen a las personas y las separan unas de otras... No tanto entre privilegiados y no privilegiados, sino entre envidiosos y envidiados...

Es una manera muy simple de ver las cosas, pero eso existe, y no creo que jamás ninguna mariscada haya sido tan disfrutada en la realidad como lo son las mariscadas en la cabeza de los que las envidian...

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Y, volviendo al tema de los envidiosos y los envidiados, yo no envidio las mariscadas de los demás, sino que lo qué me parece envidiable es el hecho de poder disfrutar ganándose el pan con un trabajo que guste, una dedicación que haga saltar de la cama cada mañana con ilusión y rebosante de ganas de ponerse a ello... ¡y remunerada! Para mí esto sería la máxima cosa a envidiar, y no la tontería esta de las mariscadas...



viernes, 17 de abril de 2015

Una ojeada al pasado

He releído Una mirada atrás, la autobiografía de Edith Wharton. Eso sí que es un libro valioso, en comparación con las calidades más comerciales de los otros dos libros de los qué he hablado previamente, el de Escribir es vivir, de José Luis Sampedro, y el de Con derecho a cocina, de Mary Higgins Clark. Un libro con más enjundia, por decirlo de alguna forma... Y qué, claro, no puede leerse rápido ni hojear... Leerlo es más difícil. Un libro que incluso debería releerse... (De todos modos, la primera vez que leí este libro –y que leí las novelas buenas de Edith Wharton-, fue hace muchos años, en el siglo pasado, podríamos decir, y casi no recordaba nada, de esta autobiografía. Las novelas en cambio las recuerdo más, no mucho más pero sí un poco más: algunas me han marcado e incluso se me haría cuesta arriba releerlas. Pero de todos modos ya hacía muchos años que no recordaba nada de todo esto.)

¿Cuál sería la principal diferencia que incidiría en la calidad, en comparación con los otros dos libros?

Pues que la obra de Wharton nos explica “como es la sociedad”, o “como son las sociedades”, en las qué ella vivió. Su mundo de persona acomodada, una manera de hacer que las Grandes Guerras barrieron. La vieja Nueva York, la Europa de principios de siglo, el París de entreguerras...

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Una cosa que llama poderosamente la atención es qué, leyendo sus novelas de ficción, vemos que Edith Wharton tiene una visión pesimista de su mundo, que tiene la visión de una persona marcada por una cicatriz psíquica profunda, que tiene una visión de amargada respecto todo aquello.

(Eso se ve especialmente, y de una manera terrible, en sus novelas La casa de la alegría y Ethan Frome. Y quizá también en menor medida en Vieja Nueva York, que también podríamos considerar un libro de cuentos. Se percibe en ellos una gran rabia contenida por todo aquel mundo. Sus otras dos novelas buenas, La edad de la inocencia y Las costumbres del país, tampoco son nada halagüeñas en este aspecto.)

En cambio, leyendo esta su autobiografía, sentimos como si se hubiera reconciliado con todo lo que la hizo sufrir de jovencita, y el libro resulta incluso alegre.

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No me lo explico demasiado, ni ella tampoco se lo debía explicar, pero se intuye. Quizá porqué puso la amargura en los libros, en sus obras de ficción, y, viniendo a vivir a Europa, su vida fue por otros caminos. Pudo apartarse a tiempo de aquella sociedad que ahogaba y que la ahogaba (algo que negó de plano a sus personajes de ficción). La autobiografía deja incluso la sensación de una cierta nostalgia por aquel mundo, lo que resulta paradójico porqué ella sabía que, si se hubiera quedado, aquel mundo habría frustrado sus instintos creativos y la habría destruido.

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La importancia de tener a alguien real que vea la obra de una de manera real, alguien con quien hablar de libros y de arte en general: su amistad con Henry James.

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A pesar de la profunda cicatriz psíquica, el paso de Edith Wharthon por la existencia puede considerarse aceptable, y en este libro lo explica bien, aunque sin entrar en dramatismos. (Reservó los dramatismos para su obra de ficción, y de qué manera...)

En al autobiografía se nota que tiene unos amigos con los qué quiere quedar bien, o con los qué querría quedar bien si todavía estuvieran vivos... Amigos de la vieja Europa... (Ella ya es muy mayor cuando escribe este libro).

En sus obras de ficción, en cambio, no le hacia falta quedar bien con nadie, y allí es donde podía cargar las tintas y descargar toda su amargura hacia aquella sociedad provinciana neoyorquina (una Nueva York que todavía no era lo que es ahora); una sociedad marcada por las apariencias, la hipocresía y la ignorancia de quien podría saber pero no quiere saber; que hacía sufrir, y que la hizo sufrir.

En resumen, Una mirada atrás, el libro autobiográfico de Edith Warthon, un libro a tener en cuenta muy seriamente para todo el mundo que quiera escribir, o simplemente un buen libro para leer, más allá de la simplicidad de los libros comerciales del mundo actual.


miércoles, 15 de abril de 2015

«¿Cuáles son tus costumbres, preferencias, supersticiones o manías a la hora de escribir? - Empecé a trabajar muy joven, con un ritmo laboral que me impedía compaginar la escritura con el trabajo. Así que no me quedó otra que el sacrificio: levantarme a las 5 de la mañana, y escribir durante las primeras horas del día (o las últimas de la noche) antes de ir a la oficina. Fue duro en los primeros tiempos, pero poco a poco me acostumbré, hasta el punto de que hoy soy incapaz de escribir a otra hora. A las 5 o las 6 de la mañana, el cuerpo aún está limpio de estímulos, o incluso todavía está un poco contaminado de sueño, lo que favorece ciertos desvaríos que, en mi caso, influyen sobre el estilo. No hay móviles que suenen, los niños y la esposa están dormidos, estoy completamente solo frente al folio en blanco. A partir de las ocho, todo se resquebraja, el contrato se rompe, empieza la otra vida, se acaba la literatura.» - Daniel Ruiz García – Cuestionario Básico – Blog Cierta distancia

lunes, 13 de abril de 2015

El rato de más

Respecto a eso de la teoría de las superpersonas que pueden con todo, si estos dos escritores (José Luis Sampedro y Mary Higgins Clark), por otro lado dos escritores tan diferentes, pudieron llevar una vida parecida respecto a esto, es decir, levantarse muy temprano y “poder con todo”: la familia, el trabajo, la escritura..., me parece que es por una razón parecida a la qué algunos corredores llegan a correr maratones, algunos alpinistas a escalar montañas imposibles o algunos aventureros a ir- y venir- del Polo Norte, y en cambio otras personas no pasan del sofá de casa: por una cuestión de motivación.

Si estás motivado, y haces lo que te gusta, puedes llegar a sentir que puedes hacer seguir cualquier cosa... Es decir, que no habría gandules o personas inactivas, sino personas a quien no gusta el trabajo que tienen o la vida que llevan... Lo que habría sería personas que no tienen motivación para levantarse temprano cada mañana...

Ahora, también habría mucho discutir si con motivación solo hay o no hay suficiente...

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El otro día leía el testimonio de un escritor (publicado) que decía que el rato que tenía  por la mañana al levantarse para escribir, antes de empezar el su día a día estresante, era el único momento en todo el día que tenía para él y en el que se podía organizar las cosas con tranquilidad y hacerlas a su manera, y que este rato de estar solo consigo mismo escribiendo cada mañana le confortaba el ánimo indeciblemente una vez había cruzado la frontera de la primera hora de día y empezaba para él la jornada normal y llena de exigencias.


O sea  que, a veces, poder levantarte antes de tiempo para hacer algo que te gusta puede ser una bendición, más que un esfuerzo imposible.

sábado, 11 de abril de 2015

Con derecho a escritura

Estas fiestas también he hojeado (o reojeado, porqué lo leí todo ya hace tiempo), el libro Con derecho a cocina, de Mary Higgins Clark. (He releído los trozos que tengo subrayados, podríamos decir). En este libro la autora nos explica un poco su vida, y como empezó a escribir.

Coincidencia con Sampedro: se levantaba muy temprano, antes de ir a un empleo de verdad (que le gustaba), y de ponerse  a cuidar una familia numerosa. La escritura como sacrificio pero sin ser un sacrificio: la superpersona que puede con todo; tan desconocido para mí como la teoría de las supercuerdas.

Este libro me parece superficial, y no leeré sus novelas, que, además, son de género. (Son novelas de intriga –si estoy en lo cierto-, quizá incluso podríamos decir que son buenas novelas de intriga... No tengo nada en contra de ellas, pero no es mi tipo de libro).

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Ahora, reconozco que la imagen donde sale ella en la mesa de la cocina de su casa con la máquina de escribir con la qué escribió su primer libro me roba el corazón. ¡El ama de casa-escritora!

Eso sí que ya no es tan extraño como una supercuerda... Incluso una escritora premiada confesó que había escrito su obra en la cocina de su casa, entre tarea doméstica y tarea doméstica... Y eso sí que me parece real, y un ejemplo valioso...




jueves, 9 de abril de 2015

El testimonio de una vida

Estas fiestas he aprovechado para releer el libro Escribir es vivir, de José Luis Sampedro, el autor entre otras de la novela La vieja sirena, que intenté leer y no tiró de mí.

Siempre me han gustado los libros-testimonio de escritores, aunque sean libros comerciales, y aunque el testimonio sea el de un escritor que no he leído ni quizás piense leerlo. Todos los testimonios de escritores me interesan. En este caso, aunque no haya leído sus novelas, me gusta mucho todo lo qué dice.

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Además de escritor, Sampedro había sido economista y profesor de economía, y sus opiniones en este terreno son contundentes, pero típicas. Viene a decir lo que dice todo el mundo que no ha pasada estrecheces económicas: que el dinero no es importante, que poder permitirse todo lo que necesitamos y queramos no es lo importante, que se educa a las personas para consumir, y no para disfrutar... Dice que hemos de aprender a disfrutar de la vida al margen de nuestra situación económica, que no todo debe ser gastar.

Tiene mucha razón en qué, cuando tienes garantizada la subsistencia, hay más cosas en la vida aparte de consumir. ¡Pero explícale esto a alguien que no tiene garantizada la subsistencia! O que tiene un empleo precario... O que no  tiene la formación necesaria para ver el mundo de los anuncios y las marcas y todo lo qué compra de manera crítica...

¿Os habéis fijado que las personas de una cierta cultura siempre encuentran vulgar hablar de lo qué valen las cosas? En cambio, las persona comunes (los normales), para cada cosa de la qué hablan necesitan fijarse en la etiqueta del precio. Y es así como se orientan en el mundo.

Sampedro también acaba reconociendo que con recursos en el bolsillo puedes llegar a pasártelo mejor que sin recursos... ¡Pero continua insistiendo que los recursos no son lo importante! Y tiene razón, claro, pero a partir de un determinado nivel de recursos...

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Frente a las necesidades materiales, Sampedro nos habla de cultivar el espíritu y de alimentar el alma para el camino que debe hacer cada cual solo hasta la muerte, cosa que en nuestro mundo consumista tenemos bien olvidada; no se puede comprar ningún pack de “no tenerle miedo a la muerte”, solamente tenemos los libros y la poesía. De aquí a su acercamiento (como lector) a toda la literatura mística, un tema en el qué me hubiera gustado que profundizara más.

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Sampedro nos habla de estar en el escritorio mientras pasan las ideas... ¡Y a él las ideas le pasaban a las cuatro de la mañana!

Se levantaba temprano para escribir, y lo combinaba con un empleo serio (que le gustaba) y una familia. Me parece admirable, pero al alcance de unos pocos, ya no digo escritores, sino personas. Yo no creo en poder hacer seguir tantas cosas, pero me saco el sombrero ante quien lo consigue, claro. Son aquellas personas que las conoces y están llenas de energía; he conocido poquísimas, y casualmente no eran escritores...

Sampedro, antes de ser conocido como escritor, pasó muchos años escribiendo en silencio como autor desconocido, sin saber que algún día sus libros serían populares. Eso sí que me parece un ejemplo real y valioso de ilusión y perseverancia.

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En resumen, a Escribir es vivir tenemos el testimonio auténtico de un viejecito muy simpático (cuando se recoge este libro tiene más de noventa años), que vivió y escribió, y que se lleva de su periplo por esta existencia un buen recuerdo, a pesar que el mundo es como es, y las personas somos como somos.

¿Leeré algún día alguna de sus novelas? No lo sé. Pero él me ha caído muy y muy bien.




martes, 7 de abril de 2015

El famoso tono de conversación

Eso de dotar la propia escritura “de un tono de conversación” es una manera de hacer que muchos escritores, desde Michael de Montaigne (en sus Ensayos), desde Cervantes (en su Quijote), pasando por Lawrence Sterne (en su Tristram Shandy), hasta muchos amigos blogueros (no diré nombres) han adoptado, incluso de una manera espontánea. Si hay una intención al escribir repetida hasta la saciedad, es esta, la del “tono de conversación”. Pues bien, yo también quiero escribir y publicar mis futuros posts dotándolos “de un tono de conversación”.

¿Que qué significa eso? Pues que con la excusa del “tono de conversación” probablemente diré muchas cosas que ya sabéis, que diré evidencias y obviedades, y que, en general, la cosa tirará hacia una visión superficial y alegre (del mundo, de la sociedad, de la vida y las personas). No descarto entra en profundidades más tristes, pero si acaso más adelante. (Ya veremos cuando...)

Ala, pues, ¡sorbamos el cava de los días festivos y brindemos por esta nuestra agradable conversación! (Aunque se trate de un cava virtual y de una conversación también virtual, cosa que tampoco recomiendo olvidar; ¿...conversación con alguien a quien no ves los ojos? Ummm... ) Ahora, el chisporroteo de leer y escribir no nos lo podrá quitar nadie. Chin chin.


domingo, 5 de abril de 2015

Saber ser

«Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas dudas, cree, cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.» – Augusto Monterroso


viernes, 3 de abril de 2015

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«Las personas que tienen una tempestuosa vida interior y que no buscan desahogo en sus palabras o en sus escritos, son simplemente personas que no tienen una tempestuosa vida interior.» - Cesare Pavese

miércoles, 1 de abril de 2015

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«La persona que sabe leer pero que no lee buenos libros, no tiene ninguna ventaja sobre la persona analfabeta que no puede leer libros.» – Mark Twain