sábado, 21 de diciembre de 2013

Volver (y II)

Bueno... ya se me han acabado los posts que había en el tintero...

(¿Continuará...?)


viernes, 20 de diciembre de 2013

No pasa nada

Resulta que siempre he hecho muchas cábalas de las críticas, yo, que lo sobredimensiono todo. Me cuesta superar las opiniones negativas, no solamente sobre mi escritura, sino ya no digamos sobre mi persona. (Si, cuando escribo, una y otra cosa son lo mismo, está aún por determinar...)

Hoy resulta que me he encontrado con el blog de una persona con una facilidad extraordinaria para encajar las críticas. ¿Os acordáis que una vez alguien dijo que mis posts eran pajas mentales, y que me lo tomé muy mal? Pues a ella también se lo han dicho –aunque sin razón-, y ya me hubiera gustado que se me hubiera ocurrido a mí tomármelo de esta manera, dándole la vuelta y pasando a otra cosa como una mariposa sin más ni más, sin sentirme herida o hacer de ello un drama, pudiendo decir “quizá mis posts son pajas mentales, sí, ¿y qué?.” Y continuar tan satisfecha de mi misma (y de mi escritura) como antes, como siempre...

Pero yo no soy así, debo ser consciente de ello. Uso las críticas negativas para auto-flagelarme y hacérmelo pasar mal a mí misma (y a veces a los demás), sobredimensionándolo todo hasta límites insospechados. Mi autoestima es quebradiza como una telilla de leche. Aquí sí que estaría bien dedicar un par de pensamientos y reflexiones, tomándomelo con optimismo... una de estas “pajas mentales” que tanto me gusta perpetrar... y convencerme a mí misma que no porqué alguien critique floridamente mis posts debo plantearme dejar de escribir... (o de publicar el blog...).

(No se me puede decir nada. Todo me lo tomo a la tremenda.)


Lección: se debe creer en una misma; se debe confiar en las propias “pajas mentales”...

jueves, 19 de diciembre de 2013

Leer

Cuando era joven leía para buscar el sentido a la vida...

Con el tiempo, leer, esta búsqueda, se ha convertido en el sentido de la vida...


miércoles, 18 de diciembre de 2013

El secreto del código

El autor del libro Código best-seller dijo en una conferencia que una de las características que tienen en común muchos autores de best-sellers es el hecho de haber estado obsesionados toda su vida con un tema en concreto, y que cuando han conseguido construir una novela hablando de este tema en concreto que siempre les ha obsesionados de una manera sincera, se produce una reacción de empatía por parte del público lector que retorna en forma de popularidad del libro. Me parece que en el mismo libro Código best-seller se detallan y analizan algunos ejemplos, de ello...


Escribir sinceramente de aquello que siempre te ha obsesionado... umm...

martes, 17 de diciembre de 2013

And lots of paragrafs happened... – Y un montón de párrafos ocurrieron...

A veces, en un escrito, aquel quien escribe cree que está diciendo una cosa, pero aquel quien lee, no es ya que lea otra, sino que leyendo lo mismo entiende otra.

Eso puede provocar malentendidos considerables...

A mi entender, la escritura es buena cuando pasa eso, cuando de un mismo escrito se pueden hacer diferentes lecturas, a partir de las mismas palabras escritas... – Una de las cuales siempre explica a aquel quien escribe y su más íntima verdad.- Pero se pueden hacer otras interpretaciones, según el paradigma donde se encuentre aquel quien lee y el grado de conocimiento que tenga de aquel quien escribe... o del ser humano en general... –A veces la interpretación que se hace dice más de aquel quien la hace que no de aquel quien ha escrito... – Son posibles tantas interpretaciones, o lecturas, como personas vayan a leerlo...

Como aquella quien escribe, lo temo un poco... No ya mostrarme, sino que algún lector en la otra punta del mundo pueda conocerme mejor de lo que me conocen en casa, de lo que me conozco yo misma... sólo habiéndome leído...

Arriesgarse a que te conozca quien no te ve, quien solamente te lee, es el precio de la escritura...

A veces me pregunto si me lo he pensado bien, si es eso lo que quiero... Si arriesgarse vale la pena... Ya no digo pecuniariamente, sino como filosofía de vida... Un escritor debe ser sincero... Todos tenemos cosas de las que no nos gusta hablar... Y pensándonos que explicamos otras historias decimos cosas de nosotros a nuestros buenos lectores de las que ni tan solamente somos conscientes...

No lo sé, no me lo había planteado nunca de verdad, no sé si eso es lo que quiero cuando escribo... que a través de la transparencia del párrafo se me conozca... y dar la posibilidad que cada nuevo lector me vea a su manera...

No lo sé... no he pensado mucho en ello en serio... Siempre, sólo, he escrito y nada más, sin pensar más allá, sin cálculos. – Que, además, si los hubiera hecho seguro que estarían equivocados.- No se ha, no se puede, calcular el efecto que hace lo que se escribe... en los demás, en una misma... La escritura calculada, como una manta demasiado corta, si queremos que nos tape la cabeza, nos deja al descubierto los pies...

Para no multiplicar los malentendidos es mejor no intentar calcular el efecto de lo que escribimos. Lo que deba ser será. La imagen que demos será; no puede ser fruto de un cálculo... Pero... ¿podemos escribir así de despreocupadamente en un medio como internet, en un mundo como en el que vivimos?




lunes, 16 de diciembre de 2013

Patrimonio cultural

«Defiendo la literatura entretenida, los libros que enganchan, los libros que son un disfrute fenomenal y que no aspiran a nada más. No soy un intelectual de caspa sobre la hombrera: adoro a Stephen King y adoro Harry Potter, adoro a los autores que consiguen subir al carro quejumbroso de la lectura a legiones enteras de lectores. Respeto El tiempo entre costuras, aunque a mí no me haya gustado. No pienso que sea mejor lector quien solamente digiere tochos herméticos que el que lee novelas policíacas una detrás de otra. La lectura es un vicio que, como el alcohol, admite distintos usos y graduaciones. - Pero lo de la princesa del cuento...  Sí, lo de la princesa del cuento, a eso voy. La princesa del cuento es una iletrada que se jacta de ello. Su persistencia en la televisión se comprende fácilmente: en España hay mucha gente que presume de no haber leído un libro en su vida. Son buenas personas y no tengo nada contra ellas. Pertenecen a otro universo y ya está. ¿Podríamos decir que comprar el libro de la princesa del cuento los convierte en lectores? -  ¿Podríamos decir que una mosca que aterriza en una casilla de ajedrez se convierte en reina?»- Rebeldía contra el libro de la princesa del cuento.  -  (texto encontrado en internet)

domingo, 15 de diciembre de 2013

El famoso banquero y la lectura

Se ve que un famoso banquero dijo en una entrevista que él no lee nada que no sean los papeles de su banco. No lee libros. Esta noticia me hizo gracia porqué desde la propaganda oficial de los medios de comunicación, aunque a la hora de la verdad no se fomente la lectura, y que esta quede equiparada al aburrimiento, siempre, para ser políticamente correctos, hablan muy bien de los libros y la lectura y se da por hecho que las personas importantes leen, por eso son importantes. Quiero decir: se puede entender que la princesa del cuento no lea, pero, un famoso banquero... pues normalmente se da por supuesto que lee. Los políticos siempre dicen que están leíendo esto o aquello, y aunque ya se sabe cual su noción de la verdad, que esten capacitados para leer libros y que los lean es lo que se espera de ellos. Como también, me parece a mí, se espera de un famoso banquero, que debería dar ejemplo a los simples mortales que realmente dudan que leer sirva para algo... Bien, pues ya lo sabéis: leer libros no sirve de nada a la hora de dirigir uno de los bancos más importantes del país... Ahora, tal y como está el panorama bancario, y viendo como han actuado y actuan los banqueros en esta crisis, esto, en vez de ser un punto en contra de la lectura, quizá sea su mayor argumento a favor...


sábado, 14 de diciembre de 2013

El arte de perder el tiempo...

Se ve que cada español pasa una media de cuatro horas al día viendo la tele. Con el auge de la crisis, ver la televisión continua siendo la actividad aparentemente más asequible. (Si valorásemos el precio en concepto de lavado de cerebro que nos hace la tele, quizá no pensaríamos en esta actividad como “barata”.)

En cualquier caso, yo no veo la tele, o sea que las cuatro horas diarias de televisión que me corresponderían deben ser aportadas por alguien que la ve durante ocho horas... (Yo estoy todo el día con la radio encendida. No sé si es mejor o peor que la tele por lo que hace a lavados de cerebro, peor a mí me parece que lo que hacen en cualquier radio –excepto las radio-fórmulas- tiene más calidad que lo que puedan dar en cualquier canal de tele... incluso aquellos que, de tanta calidad, se ve no los ve nunca nadie...)

Una persona que por eso de la ley de la dependencia va a muchas casas de gente mayor, me dice que en casa de personas mayores con poca movilidad la televisión está todo el día encendida. Quizá no le hacen mucho caso, pero les hace compañía... (Hete aquí las ocho horas necesarias para sumar las cuatro horas de media que me corresponderían...).

Yo tenía la ilusión que con el auge de internet la gente pararía de ver la tele, pero se ve que se usa el internet para comentar lo que echan por la tele, o sea que internet y televisión se retroalimentan mutuamente.


A veces, por la radio, -que los mismos que la hacen consideran la hermana pobre de la tele-, hablan de cosas que hacen por la tele, y de momento no me han venido nunca ganas de encender la tele... más bien ganas de salir corriendo de lo que explican que echan... No será sólo cuestión de no ver la tele, sino que también será cuestión de no escuchar los programas de radio en que hablan de lo que hacen en al tele como si fuera quien sabe qué, como si las audiencias  midieran –y legitimaran- algo más allá de la incultura del personal...

viernes, 13 de diciembre de 2013

La credulidad que el viento se llevó

Me acuerdo que cuando, por razones comerciales, se encargó a una escritora desconocida que escribiera una segunda parte de Lo que el viento se llevó, aquella escritora dijo que, para meterse en el libro y entrar en conexión con la autora, había copiado a mano todo el texto de la novela. Aquello me impresionó. No se puede negar que este gesto es de un romanticismo pasado de moda, (¡a mano!, ¡un libro tan gordo!), pero que es muy sugerente.

Pero resulta que el otro día me enteré que Margaret Michell había acabado de dar forma a Lo que el viento se llevó asesorada por personas de la editorial que quería publicarle... (Ella tenía una masa indiferenciada de material que no sabía como rematar, y ellos la ayudaron.) Pensado un poco, me doy cuenta que la escritora desconocida que escribió la segunda parte también debió recibir este tipo de ayuda, y eso de haber copiado el texto de la novela a mano debía ser más un mensaje del marketing que otra cosa, sin quitar que pueda ser verdad.


Saber que Lo que el viento se llevó, una novela que a mí me apasionó, y que consideraba fruto de la imaginación y del recuerdo de la vida de su autora fue un producto de marketing me ha decepcionado mucho. Qué queréis que os diga... Me doy cuenta que ayudar a un autor o autora a acabar de cuadrar el material debe ser una tónica editorial habitual, pero me desilusiona un poco. Este no es el tipo de escritora que yo querría ser, ni este es el tipo de libros que me parece que debería leer... En todo caso, yo todavía no he sido capaz de escribir una novela, en cambio Margaret Mitchell consta ante la historia como que sí.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Volver

No, no vuelvo, pero publicaré unos cuantos posts que se me quedaron en el tintero...


(Aviso: no hablaré ni de política, ni de religión ni de fútbol.)