domingo, 31 de enero de 2010

Leyendo más sobre el tema

He acabado En el castillo de Argol. Turbadora, no puedo definirla de otra manera. He acabado con el libro en las manos muy impresionada: nada ha sido lo que me esperaba. Eso de la novela gótica da más miedo de lo que podría llegar a parecer... Ahora, no sé si es sólo porqué no estoy acostumbrada a leer novelas donde pasen estas cosas... El caso es que no paro de preguntarme... ¿cuál es el mensaje? Bueno, claro, ¿es que debe haber un mensaje más allá del placer de la lectura misma? Y aquí el placer es extraordinario. Las brumas, quiero decir el ambiente, són extraordinarias. El prólogo me da que pensar. Recuerdo que leí la traducción al castellano del texto alemán medieval. Después he leído esto, una traducción al castellano de un original francés. Podría sacar algunas conclusiones, pero me falta una pieza, la más evidente, y en la que aunque parezca mentira no había pensado: la ópera. Creí que no haría falta, yo la ópera no la tolero si no es a fragmentos, las grandes áreas, pero me parece que esta ópera debe conocerse si se quiere poder decir que se conoce mínimamente el mito. O sea que nada, esperaré con las conclusiones apuntaladas, hasta que tenga la oportunidad (de escucharla por la radio, se entiende). Pero, ante la posibilidad que deba comerme con cuchara y tenedor y pañuelo en el cuello una pieza de aburrimiento (inculta de mí, quizá mi cultura no da para saber apreciar una ópera enterita, en su conjunto, y más si no es en directo), pienso... ¿es necesario?

jueves, 28 de enero de 2010

Lecturas de lenta maduración


Convirtiendo las niñas en mujeres desde hace dos siglos.” Eso reza mi ejemplar de Jane Eyre. Se trata de una novela que no he leído, todavía. Quizá es por ello que me dicen que todavía soy menor de edad, quizá sea por eso que no me haya casado, que no tenga hijos, que no sea económicamente independiente... porqué no me he convertido en una mujer: no he leído Jane Eyre...

(el otro día le dije eso a una amiga, y se quedó a cuadros. Me parece que no me entendió y no le vio la gracia. Eso me pasaba mucho cuando iba a la escuela: yo decía algo y la gente me miraba con la misma cara que mirarían a una extraterrestre. Mis ocurrencias no tenían éxito. Por suerte, ahora me desahogo con el blog, y no veo la cara con la que la gente las recibe; siempre puedo pensar que tengo el lector ideal que me entiende, aunque no pueda comprovarlo físicamente. Las “cosas raras” que siempre he dicho, o que siempre me han hecho sentir que decía, y que la gente en una conversación oral no entiende o le desconciertan, se han revelado cruciales a la hora de configurar mi escritura. Se podría decir que la escritura es el contexto adecuado para estas pequeñas extrañezas para las que, en la vida real, es difícil encontrar un oyente que esté contextualizado. Y tomar nota mental de recordar qué puedo decir en la vida real, qué puedo decir a quien, y qué debo guardarme para cuando escribo.)

miércoles, 27 de enero de 2010

Hum...

Tres de cada tres libreros encuestados NO ESTÁN PREOCUPADOS por todo eso del libro electrónico. Si la gente que se dedica a ello no están preocupados, ¿por qué yo debería estarlo? Ahora, me parece que esta gente están un poco “en los mundos de yuppi”, no ven el peligro... algunos incluso venden el artilugio en cuestión. ¡Eso es meterse el enemigo en casa! Pero claro, supongo que es lo único que pueden hacer: “si no puedes vencerlo, alíate con él”. En fin, que me ha impresionado que ninguna de las personas a quien lo he preguntado que trabajan en eso esté preocupada por el tema... quizá es aquello que dicen, que en un caso de cuernos, el marido es el último que se entera...

martes, 26 de enero de 2010

Felicidad casera

El otro día tuve entre mis manos el mando a distancia de la tele de casa, y me di cuenta que las letras de la marca estaban gravadas con un relieve hundido. Este hundido estaba lleno de suciedad. Cogí un palillo y me puse a hurgar en las letras hundidas, hasta que, rascando, rascando, hube sacado afuera toda la suciedad. ¡Vosotros sabéis como disfruté rascando aquella suciedad blanda de dentro de aquellas letras diminutas y de relieve hundido! Hacía tiempo que no era tan feliz...

domingo, 24 de enero de 2010

Ay, ay, ay...

Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que se muere de sed.”

Ovidio
... y yo añadiría: ofrecer amor a alguien que sólo quiere amistad es como ofrecer un banquete de jabalí a alguien que es vegetariano...

miércoles, 20 de enero de 2010

De aventuras góticas

En el castillo de Argol. Julien Gracq. Ahora estoy leyendo una novela en la que el protagonista ha llegado él solito a la conclusión que la “búsqueda del conocimiento” es un placer superior a amar. Evidentemente, después de constatar eso lo primero que ha hecho ha sido enamorarse... Pero... ya se sabe, “la mujer es el diablo”, y más en esta novela, que no en vano es una novela gótica... La cosa promete.

martes, 19 de enero de 2010

Ah, la amistad...

Inciáis una bonita amistad con alguien. Al principio, esta amistad es una amistad que da pastelitos de nata y de crema, helados de crocanti, borrachos de chocolate... pero resulta que esta persona quería algo más. Cuando se da cuenta que no habrá nada más allá de la simple amistad, continuáis con la relación, pero ahora la amistad es de aquellas que sólo dan pan duro. Pero continua siendo una bonita amistad, claro. La pregunta es: ¿debe aceptarse algo así? ¿O todavía deberíamos dar las gracias por el pan duro?

domingo, 17 de enero de 2010

Escogedor de bibliotecas...

¿... cómo podría una biblioteca ser digna de tal nombre si entre sus volúmenes no estuvieran explicados algunos de los secretos más bien guardados del universo?

sábado, 16 de enero de 2010

La milenaria boñiga de toro

Me hacen gracia estos periodistas deportivos, queriendo que Guardiola renueve su contrato con el barça al precio que sea, haciendo un gran qué de ello, desgañitándose con ello. Pero Guardiola sabe la verdad: que todo eso no es nada más que adulación porqué ha ganado. Guardiola es el primero de saber que cuando empiece a perder se lo sacaran de encima como una milenaria boñiga de toro, como decía aquel, como hicieron con Ronaldinho, como han hecho con tantos otros, como lo hacen siempre. Como una boñiga. Los mismos que ahora lo idolatran serán los que le atizarán con las patadas más punzantes. Tiempo al tiempo. Y asco de periodistas.

viernes, 15 de enero de 2010

Chéjov versus Calvino

Italo Calvino dice que le gusta Chéjov, pero que le sabe mal que no de más de sí. En principio, me extrañó que dijera eso. ¿“Que no haya más”? ¡Pero si Chéjov es un clásico! A pesar de ello, me parece que al final lo he entendido. Chéjov no da más de sí porqué los humanos no damos más de sí. Chéjov retrata humanos (ya no digo rusos, sino humanos) y las relaciones que los humanos tienen los unos con los otros. En este aspecto, es un maestro, y nadie transmite mejor que él el conflicto de las relaciones. Pero no hay más. Los personajes de Chéjov no tienen vida interior. No tienen imaginación para ser felices ellos solos. Su mundo es los demás y las relaciones conflictivas que tiene con los demás. En cambio, el mundo de Italo Calvino es un mundo interior, un mundo donde los personajes tiene imaginación para ser felices ellos solos, un mundo donde el universo no se reduce a las relaciones conflictivas entre los seres humanos. Chéjov no da más de sí porqué los humanos, de la manera que él los retrata, no damos más de sí. En cambio Calvino convierte en aventura su vida interior. Empecé con mucho empuje leyendo a Chéjov, al principio me entusiasmó. Pero ha llegado a un punto en que ya no me sorprende. Todo es siempre el mismo sufrir por la falta de amor y la propia capacidad de autoengaño. Sus personajes me hacen sufrir. En cambio, nunca he dejado de leer a Calvino: su imaginación es el magnífico corcel en el que he hecho algunas de las mejores cabalgatas de mi vida, y todavía no se ha acabado. Su vida interior aún me trasmite algo, cada vez que lo leo o lo reléeo. Fijaos: seguramente, todos los personajes de Calvino podrían ser escritores, en cambio, los personajes de Chéjov jamás serían escritores, y él era escritor. Chéjov retrata el conflicto, pero no aporta una salida, una solución más allá del ir aguantando. Ya sé que eso que hacía Chéjov, salir de sí mismo para retratar la verdad del mundo, es la cosa más elevada que puede hacer un escritor: ¡huir del propio yo y de sus limitadas limitaciones! Así como se puede decir de Chéjov que retrata la sociedad rusa, no se puede decir de Calvino que retrate la sociedad italiana, o ninguna sociedad, o personas fuera de sí mismo. Chéjov consigue retratar una verdad poliédrica, pero en cambio eso no me satisface porque lo que encuentra saliendo de sí mismo no me satisface: sólo encuentra humanos insatisfechos (valga la redundancia). En cambio Calvino, que escribe a partir de su mundo interior, mundo interior que lo satisface, y que jamás se desengancha de su yo, -quizá porqué se trata de una personalidad muy rica y con muchos intereses-, siempre consigue hacerme disfrutar. Ya sé que no es justo que los compare, que son escritores muy diferentes, de épocas y países diferentes que no tienen nada que ver más allá de ser buenos; sé que un profesor de literatura se alinearía con Chéjov... Sólo que me sorprendió este comentario de Calvino en que decía que le sabía mal que en Chéjov “no hubiera más”, comentario que primero no comprendí y que me pareció injusto, pero que al final me parece que he aprendido a justificar. Calvino se dio cuenta que llega un momento en que la insatisfacción no da más de sí.

jueves, 14 de enero de 2010

Las florecillas del bosque en manos de Teminator

Ayer tuve entre mis manos una antología de poetas que se han suicidado. Antología de poetas suicidas, me parece que se titulaba. Se ofrecía una breve muestra de poemas de cada uno de estos poetas en traducción castellana, sin el poema original. La lista de poetas era muy extensa, extensísima, algo que en un principio me sorprendió. En un primer momento, una antología así me atrajo mucho; todas las antologías me atraen. Pero en seguida me lo pensé dos veces: bien pensado me pareció algo extremadamente morboso. Quiero decir que, para que un poema sea bueno, o más aún, para que un poema me guste, no tiene nada que ver en ello que el poeta se haya suicidado. O no debería tener nada que ver. Y un libro del que la excusa sea precisamente el suicidio de los antologados, y no su calidad literaria... que ya sé que todos los antologados tenían calidad literaria, pero... digamos que no todos los poetas que allí se reunían eran de mi cuerda; de hecho, a muchos ni les conocía. Eso me acabó de convencer de no hacer “la inversión” en este libro. Aunque, claro, si dispusiera de todo el presupuesto del mundo quizá sí que lo habría metido en el petate, como curiosidad. Lo que me acabó de convencer de no llevármelo fue que vi que ante la selección de poemas de cada poeta había una breve reseña explicando su suicidio... Pienso que no es un buen libro para regalar a alguien que a veces está deprimido... Saber de un suicidio de vez en cuando se puede llegar a digerir, pero leer de un suicidio tras otro no sé si se me pondría demasiado bien... Además, seguro que no daba información realmente útil y práctica de cara a bingo (esta información nunca la dan en parte alguna). O sea que nada, continuaré a la caza de aquella antología que habla de la primavera y de las florecillas del bosque...

martes, 12 de enero de 2010

Cuando se tiene un pico de oro

¿Por qué estos periodistas, expertos en el uso de los tópicos del lenguaje futbolístico, que tienen premios por hablar y redactar bien, que incluso leen y escriben libros, que, en definitiva, tienen el pico de oro... pues por qué estos periodistas que dominan el lenguaje pierden el culo por el discurso de vocabulario pobre, de estructuras gramaticales depauperadas, sin frases subordinadas, que suelta su futbolista (o futbolistas) idolatrados? A mí que me lo expliquen. Este es uno de los grandes misterios de la existencia humana. Me gustaría que de verdad alguien me lo explicara... A ser posible con pico de oro.

lunes, 11 de enero de 2010

Exagerar

Pensar que los demás te odian es como incendiar una casa para matar una rata.”
(eso lo dijo un conde hungaro, me parece. Su nombre se me ha evaporado, pero me gustaría recordarlo porque dijo una gran verdad)

domingo, 10 de enero de 2010

La bestia negra

Volviendo a Yonqui y a Confesiones de un inglés comedor de opio, ¿qué es lo que me asusta de estos libros? ¿Por qué he decidido al final no leerlos? No es la inmoralidad, porqué creo que la moral es algo muy personal; tampoco es la ilegalidad, a pesar que yo no soy muy partidaria de hacer cosas ilegales, por más poco enrollado que pueda parecer eso – pero hacer recalificar terrenos tampoco es legal, y hacemos reverencias a quienes lo consiguen. Lo que me asusta de estos libros es la degradación. Como puede llegar a degradarse alguien para conseguir la próxima dosis. Las miserias del adicto, por decirlo de alguna manera. Eso es algo que me da repelús. En cambio, en el libro de Huxley no creo que me encuentre nada de eso.

Recuerdo que una vez vi una peli de Leonardo di Caprio en que su personaje, que jugaba a baloncesto, y que era adicto, acababa al final de la película diciendo que el adicto común odiaba al adicto rico que tiene dinero para comprar las dosis, y que está drogándose en su despacho suntuoso controladamente mientras el adicto común lame la mierda de la calle para conseguir su próxima dosis. Me enfadé con esta película porqué parecía que la cuestión fuera los ricos y los pobres, y no la adicción. Me pareció que tergiversaba la cuestión. Pero me doy cuenta que aquel personaje quizá no iba tan desencaminado, porqué, al final, todo acaba siendo una cuestión entre ricos y pobres. Los ricos tienen más suerte ante los tribunales (no pondré ejemplos), los ricos tiene acceso a los mejores médicos, los ricos pueden permitirse más comodidades materiales... y supongo que, a la hora de drogarse, también alguien de clase alta tiene acceso a las mejores sustancias psicotrópicas, que ya no son ni drogas. Cosa que de hecho, viene a demostrar la comparación entre los tres libros, porqué Huxley era un caballero inglés, en cambio los otros... si alguna vez fueron caballeros, su adicción les hizo dejar de serlo rápidamente...

Lo que quiero decir es que las miserias que pasa un pobre diablo para conseguir la próxima dosis no me interesan para nada. Yo no leo para sufrir viviendo miserias ajenas, para ver como la droga degrada. Ya digo, la degradación es algo que me da repelús. La degradación es, de hecho, una de las cosas que más miedo me dan de la droga, porqué no soy una dama inglesa, y si me drogara tendría más números para acabar entre los pobres que envidian a los ricos su situación que no al revés. La posibilidad de degradación es, de hecho, me parece, la verdadera razón por la que jamás me he drogado, y por la que estas cosas me dan auténtico miedo. Aunque la droga ciertamente fascina, y a pesar de que sé que es muy enrollado fumar porros o esnifar coca entre los amigos mientras se va de marcha, y que no por ello eres un drogadicto... (¡sólo faltaría!), pero, digamos que todos los grandes adictos han empezado así, pensándose que lo controlaban, que lo hacían sólo para pasarlo bien, para hacer “vida social”, para encajar en el grupo... Yo tengo demasiados problemas en mi vida como para que una solución que me evadiera de la realidad no se me pudiera llevar derechita por el agujero de la cloaca... Paulo Coelho dice que la droga es el paraíso, pero que es un paraíso en el que no decides nada, porqué una vez estas metido en ello no puedes decidir no drogarte... y aquí es donde saca la nariz la degradación, que es la gran bestia negra de todo esto... mi bestia negra.

sábado, 9 de enero de 2010

The Doors

¿Os acordáis que dije que durante una época de mi vida me había interesado el efecto de las drogas en la mente humana, a pesar que jamás me había drogado? La razón es una de las características de mi enfermedad mental. ¿Os acordáis que dije que el tema ya no tiraba de demasiado de mí y que no sabía si leer Yonqui y Confesiones de un inglés comedor de opio que me había comprado para ilustrarme cuando el tema todavía me interesaba? Pues bien, al final he descubierto que estos no son los libros. El libro que yo buscaba es otro. El libro con las respuestas que buscaba es Las puertas de la percepción. Cielo e infierno, de Aldous Huxley. Este es el libro que, según me parece sin haberlo leído, explica lo que a mí me interesa leer sobre este tema. No las drogas como vicio y compulsión, como los otros libros, sino las drogas (drogas diferentes) como caminos para otras cosas, como camino para percibir cosas. Aunque no descarto tampoco el vicio y la compulsión. Pero mientras que los otros libros los escribían simples adictos, este libro lo escribe alguien que no está considerado un drogadicto, sino un sabio. Sin haberlo leído, tampoco sé si esta idea que me he hecho es acertada, pero a fe mía que intentaré leerlo para saberlo. Lo apunto en la lista.

jueves, 7 de enero de 2010

El arte de nuestro tiempo

En lo que se refiere a esta frase de Pep Sala, estoy de acuerdo con ella, como escritor no tienes muchas más opciones que explicar lo que pasa en el mundo o explicar lo que pasa en tu interior. Reconozco que en el blog hablo más del mundo exterior, y de cómo me afecta, que de lo que pasa en mi interior. Lo que pasa en mi interior me lo guardo para otros textos, quizá no tan cómodos de “publicar”. Aunque no creo que se pueda decir que yo sea una observadora de la sociedad ni nada de eso, sí que me gusta observar a las personas que me encuentro. Observar la sociedad es lo que hace el novelista, los grandes novelistas del siglo XIX retrataron sus respectivas sociedades a partir del conflicto de su personaje principal; en la novela decimonónica, cuando no había ni televisión ni cine, se trataba de eso, de visualizar un contexto a través de las palabras de una novela, de entender aquel contexto y porqué el personaje hace lo que hace en aquel contexto. Ahora eso, el retrato de la sociedad, ya lo hacen, y lo hacen muy bien, las películas. La buenas, claro, no las comerciales. Retratan el mundo de la misma manera que lo retrataban los novelistas decimonónicos, algunas películas yendo incluso más allá estructuralmente. Ya lo decía aquel que mucha gente hoy en día escribe porqué es incapaz de filmar su propia película, y que si pudieran hacer la película de lo que quieren explicar, no escribirían. Se habla mucho (incluso demasiado, me parece), de que ciertas novelas están escritas en “lenguaje cinematográfico”, como si eso fuera un elogio y no una muestra de las limitaciones del autor. Por ello creo que a la hora de escribir debe ofrecerse al lector algo diferente, algo que sólo puedan ofrecerle las palabras alineadas en un texto, y que no resulte que pueda ver mucho mejor explicado en una buena película. Se han hecho muchos experimentos sobre ello, se ha violado la novela. Parece que en nuestro tiempo (los blogs son una arte de nuestro tiempo, como puede ser el cine) se impone una visión fragmentaria más que una visión de conjunto con pretensiones de retrato globalizador. En la época de la globalización, precisamente. Supongo que ahora que el mundo es global es cuando más nos damos cuenta que la gente que vive en él no podemos globalizarla, que hay muchas culturas, muchos matices, muchas maneras de ver las cosas. Que todo lo que queda fuera del universo anglosajón también existe. Que lo que tiene valor es una visión personal original. No lo sé. Si yo no me he apuntado al libro de caras ni al twitter es porqué creo que deben tenerse claras las prioridades: yo tengo un blog porqué quiero ser escritora, y en el blog escribo y soy leída. No es como vivir de la escritura, ni como ser publicada en libro, pero es lo que más se puede parecer a ello. Y está a mi alcance. Las otras cosas pueden estar muy de moda, pueden relacionarme con mucha gente, pero no contribuirán a hacerme mejor escritora. Leer, libros y blogs, en cambio, sí. A mí es eso lo que me interesa: explorar el texto y hasta adonde se puede llegar con el texto. No quiero decir con ello que crea en las innovaciones formales, en maneras absurdas de explicar las cosas; creo que con la estructura tradicional de introducción, nudo y desenlace se puede ir muy lejos todavía. Es más, no sé hacerlo de otra manera. Pero me interesa explorar la manera de escribir bien. De decir cosas (no digo nuevas, porqué ya está todo inventado) pero si cosas mías en el mismo viejo lenguaje. De eso se trata, de aprender a expresarse por escrito. De aprender a decir lo que quizá ni tan solamente sabemos que queremos decir. De explicar lo que intuímos que es nuestra verdad. Y, a pesar de que yo me mire al espejo en privado y que mire por la ventana en público (el blog), creo que todo es parte del mismo proceso de explicarme a mi misma y de intentar explicarme este mundo tan agobiante y escurridizo, mundo donde viven los demás, y donde me mienten y me critican los demás... aunque a veces también sea en él donde me sonríen...

miércoles, 6 de enero de 2010

El espejo y la ventana

Como en cualquier actividad artística, sólo tienes la opción de escribir canciones ante una ventana o ante un espejo, mirando hacia fuera o mirando hacia tu interior.”

Pep Sala
El Punt
06/01/10