(En este post se hacen filtraciones: se comenta el final de la obra de
teatro de Chéjov Tío Ványa. Aviso por si alguien tiene intención de leer
esta obra en un futuro. Leer el teatro de Chéjov es una de las experiencias más
bonitas que puede tener alguien como lector.)
* * *
Hace poco leí por primera vez la obra de Chéjov Tío Ványa. Digo
“leer por primera vez”, pero en realidad ya la había visto representada (¿año?)
en una peli muy elogiada por al crítica: El tío Ványa en la calle 42.
(Yo entonces tampoco sabía tanto como ahora quien era Chéjov).
Lo curiosos del caso es que cuando la vi, antes del 2000, -yo era muy
joven-, me llevé la impresión que la obra acababa mal, muy mal, de hecho; me
emocioné de tristeza por el final.
En cambio ahora, (año 2014-2015), cuando la he leído, -aunque me conste que
el texto es el mismo, quiero decir que la obra que he leído es la misma que vi
representada en aquella peli, que el final es el mismo, vaya-, (no recordaba
nada de lo que pasaba, solamente me acordaba que era muy emotiva y que me había
gustado mucho), pues, ahora, al leerla, me he llevado la impresión que la obra
acaba bien, y me he alegrado por los personajes principales, de cómo acaba; no
me he emocionado, solamente he respirado tranquila.
Si la obra es la misma, y el final es el mismo, la diferencia entre la
impresión que me hizo entonces, y la impresión que me ha producido ahora...
solamente querría decir que quien no es la misma soy yo... ¿Qué me ha pasado?
* * *
Puedo aventurar un par de conjeturas para explicarlo... (sólo conjeturas).
La conjetura I.
Antes del año 2000 –yo era muy joven-, todavía creía que encontrar el amor
era importante, aunque era consciente que eso no lo solucionaba todo, como
parece que siempre pase en las pelis americanas.
Me emocioné por la protagonista porqué el amor se le negaba- porqué no era
físicamente atractiva, además-, y eso me pareció cruel.
(Ahora, para mí ella y el tío Ványa son los verdaderos protagonistas de la
obra, los perdedores. Pero he leído comentarios en los qué hay quien piensa que
los protagonistas son los otros. Quizá a mí también me lo pareció, entonces).
Esta es la impresión que me produjo la obra antes del año 2000.
Ahora, en cambio, me he percatado que hay otras cosas en la vida que no
“encontrar el amor” al estilo de las películas. Tener una ocupación que te
guste y que te permita ganarte la vida, tener una ocupación que te motive, te
movilice y te realice, me parece más importante que no la incierta pasión
amorosa. Entonces no me fijé, pero ahora me ha fijado, y los protagonistas
tiene esto, se lo ganan en la obra. Es por ello que me he alegrado por ellos
del final, y he respirado tranquila.
* * *
La conjetura II.
(Esta conjetura es referente al espacio físico donde transcurre la obra).
En la peli El tío Ványa en la calle 42, la peli pasa en Nueva York,
en un teatro viejo, oscuro y medio derruido de la calle 42. En la peli se ve
como los actores-personajes caminan hacia allí y se marchan de allí, y se ve
como representan la obra allí.
Como el deteriorado teatro neoyorquino es, como espacio físico, muy
deprimente, no me acabé de hacer a la idea que la obra en realidad pasaba en
una finca en Rusia, con sus campos y su espacio abierto verde y próspero. Si
entonces hubiera conseguido ver el paisaje que rodeaba la casa quizá no hubiera
quedado convencida que la obra acababa
tan mal. Quizá lo mencionaron, pero yo no vi ningún paisaje, solamente vi el
drama y me quedó la impresión que los protagonistas –que la protagonista- se
quedaba sola en aquel lugar lúgubre por siempre jamás. Que no había otra salida
que quedarse allí, que el lugar era la trampa.
En cambio, al leer la obra de teatro, y habiendo leído antes cuatro de las
mejores obras de teatro de este autor (que casi todas pasan en fincas en
Rusia), habiendo leído El huerto de los cerezos, me he acabado haciendo
una idea del paisaje que rodea la finca, su verdor y sus campos prósperos,
y quedarse allí cuidando de todo ello
no me parece un final infeliz... aunque no se encuentre el “amor”.
Como mínimo, ver el paisaje que sé que está ahí ahora es algo que sé que
conforma a los protagonistas. Ellos aman ese lugar.
Por tanto, el final es triste, pero no lo es tanto como me pareció la
primera vez.
* * *
Pero, lo que me impresiona de verdad es que yo puedo haber cambiado, pero
la obra de Chéjov es igual de buena. Que me haya dicho cosas diferentes en
épocas diferentes... Que creyera que los protagonistas son unos u otros en
función de quien soy yo en cada momento...
Y aquí es donde quería ir a parar.
A la permanencia del arte.
A la escritura como respuesta.
A como la literatura remueve...
(...más o menos y con todos los matices que queráis, pero remueve).