lunes, 30 de agosto de 2010

Embolados

Una de las cosas que encontré más difíciles cuando llevaba el Blog de una lectora fue comentar poesía, comentar un poema. Sí, ya sé que en cualquier clase de lengua del instituto enseñan a comentar un poema (algunos profesores más lucidamente que otros). Sé que hay unos elementos a tener en cuenta si se quiere hacer el comentario de un texto poético siguiendo el canon académico. Que hay una estructura a seguir y unos recursos estilísticos que pueden buscarse en todo poema. No hablo de eso, no hablo de hacer un texto académico sobre un poema. Aunque tampoco me parece que un comentario académico sea algo a despreciar. Sólo que este tipo de textos suelen tener escaso valor como textos en sí mismos, y son muy, muy aburridos. Normalmente se limitan a comentar literalmente el poema, y pocas veces quien los escribe deja volar la imaginación y aporta elementos de cosecha propia que se escapen de la rigidez de la estructura las pautas de la cual están siguiendo.

Pero también existe el otro extremo: el comentario de un poema absolutamente literario, que no sigue ninguna estructura, y que tiene mucha enjundia como texto, pero que suele tener poco que ver con el poema que lo ha generado y con su argamasa y recursos estilísticos. Este tipo de comentarios a los poemas suelen ser intercambiables, y tanto sirven para un poema en concreto como para otro. Quien los escribe acostumbra a parapetarse en la ligera resonancia poética de las vaguedades.

O sea que hacer un buen comentario de texto de un poema es muy difícil. Si es académico, dice mucho paro no resulta poético. Si es literario normalmente consigues que no diga nada pero puede resultar más “poético” incluso que propio poema.

Al final, lo único que conseguí fue explicar el efecto que hacia en mí aquel poema en concreto. Cosa que también puede ser otra huída hacia la “poetización” fácil, y que no me haría aprobar ningún examen...

No sé dónde leí que el valor literario del comentario de un texto era un buen termómetro para tantear la calidad del texto que lo ha generado y la validez de la opinión expresada en aquel texto.

Ahora, ¡si tuviera que comentar un poema me parece que me vería la de San Quintín! Por ello al final decidí no ponerme en este tipo de embolados, y no comentar poemas, aunque me habría gustado. Simplemente no me atreví.

De todos modos, cuando leo un comentario a un poema lo único que le pido es que me haga dar cuenta de algo sobre el poema de lo que yo por mí misma, a menudo leyendo en un pis pas, no me he dado cuenta. Supongo que es eso lo que debería guiarme a mí a la hora de escribir un comentario de texto a un poema, o a la hora de escribir cualquier otra cosa. Para escribir cualquier texto has de haberte dado cuenta de algo, algo que necesitas expresar. Y esta también es la razón para leer poemas, aunque no los comentes: darte cuenta de cosas de las que por ti misma no te habrías dado cuenta.

domingo, 22 de agosto de 2010

Mi castillo por unos zapatos

Un lunes cualquiera, a primera hora, yo estaba solita bajo la arcada de una céntrica plaza gironina esperándome a que abriesen una tienda, que iban tarde. Me entretenía observando a la gente que pasaba, unos más apresurados que otros. De repente, veo que se dirige hacia mi llena de decisión una chica joven un poco mayor que yo guapísima con ropa nueva y elegante y una profunda mirada de anhelo. Venia hacia mí con una convicción que me dejó sorprendida e incluso me asusté. ¿De qué me conoce esta tía, pensé? ¡Debe estar loca! ¡Socorro! Pero resultó que cuando llegó a mi altura pasó de largo... ¡Lo que se miraba con ese anhelo era lo que había detrás de mí! ¿Y qué había detrás de mí? ¡El escaparate de una zapatería! Se lanzó hacia aquel escaparate con toda su energía (faltó poco para que lo acariciara con las manos extendidas) y al saberse ante él incluso los músculos de los hombros se le relajaron. Miró los zapatos un momento con una tierna sonrisa y se apresuró a entrar, puesto que aquella tienda sí que estaba abierta. ¡Válgame dios, pensé! ¡Si que hay gente terele por el mundo! ¡Todo esto por unos zapatos! (Con lo bien vestida y bien calzada que iba, seguro que debía tener el armario lleno.) ¡Una adicta a las compras! Pero a veces vemos la paja en el ojo ajeno y no vemos la viga en el ojo propio... a mí la roba y los zapatos no me dicen nada, pero quizá yo no sea consciente de ello, y, cuando me acerco a una librería, tenga la misma expresión... el mismo anhelo adictivo que espera la descarga de la adquisición...

sábado, 21 de agosto de 2010

El articulillo del día

Ahora mismo escuchaba por la radio la letra de una canción anti-sistema de un grupo catalán muy famoso y muy de moda. Entiendo que haya gente que se enganche a eso porqué parece de verdad una crítica y parece de verdad que haga pensar... Pero a mí me parece sólo el tipo de crítica al sistema que se genera dentro de la parte pop del sistema, el tipo de crítica al sistema que el sistema permite y alienta para no dar la posibilidad que esta crítica le erosione ni un poquito.

Últimamente he estado leyendo... (leer, jo, demasiado complicado...) pues últimamente he estado leyendo a unos autores que hacen verdaderas críticas al sistema, punzantes y profundas, que no te dejan indiferente ni caben en una canción. Por ello cuando oigo estas canciones me parece muy superficiales y mal hechas, aunque entiendo que pueden parecer poesía a quien no ha leído nunca poesía. No diré nada de estos autores porqué aún os ibais a pensar que presumo de lecturas elevadas. Os desafío a que encontréis estos autores vosotros mismos... seguro que seréis capaces de encontrar las canciones anti-sistema del grupo antes mencionado, ¿verdad?

Supongo que existe un sector de la población que es “consumidor” (no podemos ser otra cosa) de mensajes anti-sistema. La crítica anti-sistema es un producto de consumo más, siempre dentro de los parámetros del sistema. Ahora, si bien no puedes escoger no ser consumidor, sí que puedes escoger qué tipo de consumidor eres: puedes escoger quedarte en la superficie (con canciones de letra más o menos crítica y más o menos pseudo-filosófica), o ir allí donde la crítica es profunda y verdadera: a los libros de filosofía (uuuuhhh... qué miedooor).

Las críticas anti-sistema hechas por las canciones pop me parecen algo así como un gallo amo de un gallinero haciendo una canción de protesta sobre el machismo entre las gallinas... Yo creo que la verdadera mirada crítica al entorno está en los libros. Ahora, estoy de acuerdo que no siempre estamos en el estado de ánimo adecuado para profundizar, y que hay quien jamás de la vida tendrá necesidad de profundizar en nada. A este tipo de personas las canciones superficiales anti-sistema no les hacen ningún daño, y todavía les hacen pasar un buen rato, o sea que no sé porqué he de salir yo con mis libracos a aguarles la fiesta.

jueves, 19 de agosto de 2010

Austeridad

He oído decir a un talento del gobierno que “el país está en plan de austeridad”... ¿Qué significa esto? ¿Qué los políticos tienen la oportunidad de robar menos?

miércoles, 18 de agosto de 2010

Dubitativa

Cuando salió este invento del libro de caras no se me ocurrió, pero se me ocurre ahora: si me apuntara, podría reencontrarme con gente que hace diez años que no veo, que seguro que se han apuntado. Dos personas, concretamente, un chico y una chica. Son amigos de aquella época, nada de ligar, parejas o rollos. Y también otras personas. Claro que, como dijo aquella, si hace diez años que no ves a alguien, debe ser por algo... Pero como mínimo decir “hola qué tal”, “cómo os va”. Quizá si hubiera tenido éxito en la vida valdría la pena presumir un poco, pero como no es el caso... En fin, que no quiero que me encuentren. Quizá incluso tienen hijos y canas... no me los imagino en esta situación, sinceramente. Si tiene compromisos familiares no creo que me hayan buscado, pero si están solos y solteros... más que nada porqué cuando estás solo y soltero tienes más tiempo libre y más ganas de relacionarte y siempre es divertido recordar viejos tiempos. Pero no creo que estén solos y solteros... ¿A qué deben dedicarse? Seguro que les han ido bien las cosas y que se han montado en el dólar, tal y como eran... (y con ello no quiero decir que vivan en Estados Unidos). Espero que las cosas le vayan bien. Me daría un poco de vergüenza decir que aún estoy en casa... aunque seguro no les extrañaría demasiado. De todas maneras no me apuntaré. Claro que me gustaría saber donde están ahora, pero... si hace diez años que no nos vemos debe ser por algo, ¿no?

jueves, 12 de agosto de 2010

Vacaciones de gente

Me gusta ir por el mundo ahora el mes de agosto, la época en que todo el mundo está de vacaciones: las carreteras, medio vacías, las tiendas, medio vacías, las calles, llenas de turistas pero medio vacías de gente de aquí. ¡Se puede incluso encontrar un buen aparcamiento (si vas temprano)! No sé dónde se mete la gente pero no les envidio, la contrario, estoy muy contenta que todo el mundo se haya ido fuera, bien lejos. En mi opinión, todo el año debería ser así, todo el año debería haber esta tranquilidad... (Ay, que los tenderos me van a matar por decir esto...) Pues sí, voto porqué sea agosto todo el año y haya menos gente yendo por el mundo, como mínimo en la parte del mundo por la que yo me muevo. Esto sí que es la felicidad. Incluso me dan ganas de salir de casa más a menudo...

sábado, 7 de agosto de 2010

Horas de biblioteca

Alguna vez me he preguntado por qué tengo tantos libros en casa que todavía no he leído... Son como una promesa, la promesa de un buen rato. En cambio, a los que ya he leído, que también son muchos, no les hago mucho caso. Aunque sé que se debe releer. Pero nadie me obliga a releer, ni yo misma me obligo a releer. Aunque algunos sí que los he releído. En cambio, el sentido común me exige que me lea como mínimo una vez cada libro nuevo que me compro. Tengo como una especie de terror a quedarme sin material de lectura, y voy comprando, comprando, y no doy abasto a leer todo lo que me compro. Por ello saber que tengo tantos libros que me están esperando y que sé que no se me acabaran (es físicamente imposible que los lea todos) me da una especie de seguridad. Por la misma razón me sabe mal acabar los libros. Cuando estoy a punto de acabar un libro procuro esperarme unos días en hacerlo, y en general lo voy alargando. Me gusta mucho empezarlos, pero no quiero que se me acaben, aunque me gusten mucho, y procuro dosificarlos tanto tiempo como puedo. Tampoco no me gusta dejar libros a medio leer, porque entonces se quedan en el anaquel y te hacen sentir culpable. Desde que dejé el Quijote que parece que el ejemplar me está mirando acusadoramente desde su lugar en el anaquel... “me has desairado”, me dice... Por ello me cuesta tanto escoger qué libros quiero comprarme, cuales porqué los quiero tener y coleccionar, cuales porqué los quiero leer, decidir cual empezaré y el orden en que han de ser leídos... Si alguno no lo he de acabar ya debería poder preverlo y no comprarlo de buen principio; peor que tener libros esperando a ser leídos es tener el anaquel lleno de libros que has dejado a medias. Siempre puedes volver a ellos, claro, un libro siempre se espera el tiempo que haga falta. Se hace difícil leerlos todos, y más cuando me gustaría haber leído (e incluso releído) todos los clásicos importantes, pero ya sé que esta es una imagen idealizada que tengo de mí misma como lectora y que a algunos clásicos no llego. Pero me gusta tenerlos y pensar que puedo ponerme a ello en cualquier momento. No, no he leído todos los libros que tengo en casa... Pero, así como los hay que están orgullosos de los libros que han escrito y Borges decía que estaba orgulloso de los libros que había leído, yo podría decir que estoy orgullosa de los libros que me he comprado... (y sin comprar primeras ediciones ni rarezas ni libros caros, sino los libros normales que se pueden encontrar en toda buena librería). No sé si tengo el derecho moral a tenerlos si no me los he leído todos, pero me hacen mucha compañía. Y también pienso que, si alguna vez consigo haberlos acabado todos, será un día triste y hará falta que me invente algo, porqué lo bonito es saber que siempre hay un libro que se está esperando para ser leído...

jueves, 5 de agosto de 2010

Meter la pata

El otro día iba por Girona por la calle y me paró un inmigrante, un chico joven y negro, para preguntarme dónde estaba cáritas. Yo no lo sabía, pero vi la oficina de turismo de fondo y no se me ocurrió otra cosa que decirle que lo fuera a preguntar a la oficina de turismo. Evidentemente, cuando llegó a la altura de la oficina de turismo pasó de largo... ¡Enviar a alguien a buscar la dirección de cáritas a la oficina de turismo! Evidentemente eso tiene media lógica para mí, pero para él no debía tener ninguna, de lógica, y a buen seguro que fue el pudor de clase que le impidió ir a lugar donde se informan los ricos para buscar el lugar donde mantienen a los pobres... ¡Demasiado debía sentir él que aquel no era su lugar, por desgracia! ¡Yo también! Pero en principio me pareció una buena idea, pensar que podía hacer eso. No sería lógico pensar que QUALQUIER persona pueda ir a informarse a la oficina de turismo? Pero, ya lo entiendo, lo suyo no era turismo, precisamente. Quizá pensó que le cobrarían la indicación. Cuando lo vi pasar de largo ya me di cuenta que había metido la pata... ¡Recorcholis! Es bien cierto que cuando comes cada día pierdes la perspectiva...

martes, 3 de agosto de 2010

Connivencia


Cuando leí aquella crítica tan extremada a Joan Margarit, que en mi ingenuidad me impresionó mucho (¡le trataban de neocursi!), me doy cuanta que pequé de ingenua en no darme cuenta que no se trataba sólo de criticar su poesía. La poesía, como siempre, es lo de menos. Lo que se criticaba de este poeta es su connivencia con el poder, por decirlo de alguna forma, su capacidad para ganar los premios importantes y el hecho de estar editorialmente bien relacionado. Incluso el hecho de escribir una poesía “popular” (dentro de lo poco popular que es la poesía). Por lo que ido leyendo en internet, los únicos poetas que se consideran “puros” son los que están al margen de los circuitos de poder, los que publican en editoriales pequeñas y no ganan premios. Un poeta que gane un premio siempre es sospechoso, sospechosos de tener los amigos adecuados y de saber llamar a las puertas adecuadas. Creo que se trataba de eso principalmente la crítica que se hacía a este poeta, no de su poesía, y fui una ingenua de salir a defenderle sin haber tenido en cuenta eso, porqué, claro, si defiendes un poeta en connivencia con el poder, ¿no se lee entre líneas que tu también lo estás, y que estás de acuerdo con toda esta parafernalia que se tienen montada? No lo había tenido en cuenta, eso, y mi defensa de este poeta fue pensando en la poesía de él que había leído; jamás se me ocurrió que estuviera en connivencia con el poder y que, por tanto, si quería estar en lado correcto, el lado de los poetas “puros”, no debía defenderlo. Es que normalmente, los textos que ganan los premios literarios de poesía son un género literario por si mismo, una de las razones por las que leo –y compro- poquísima poesía actual. Los poetas muertos seguro que no están en connivencia con los poderes de ahora y siempre calzan una talla que se te ajusta a ti como lectora; los poetas actuales – sobre todo si han ganado premios- demasiadas veces son de una talla que no toca... es como comprar ropa de saldo. Ahora, tampoco estoy de acuerdo que el criterio para determinar que un poeta tiene auténtica calidad sea su “pureza”: que no ha ganado nunca ningún premio y que publica en una editorial que nadie conoce. Como siempre, hay de todo en todo, y buenos poetas que ganan premios y malos poetas que son purísimos. Es que a veces parece que si no te mueres de hambre con la poesía no puedas escribir nada bueno, y tampoco estoy de acuerdo. El problema es tener el criterio para escoger entre tanto ruido de fondo. ¿He dicho ruido? ¿Ruido en la poesía? Pues sí, donde hay premios hay dinero, y gente que quiere ganar ese dinero, y por tanto hay ruido. Muchas veces la gente que critica la connivencia con el poder de los que ganan premios de poesía lo único que querrían es ganar ellos este dinero, y lo que les escuece es eso, el hecho de no poder acceder a los dineros del premio por no tener los amigos adecuados, no la mala poesía del que ha ganado, como lo demuestra la cantidad de gente que todavía aspira a ganar estos premios a pesar que se conoce perfectamente el percal. Digo yo que si lo que escociera fuera que ganan poetas malos, y no el dinero que no son capaces de ganar ellos, lo más lógico sería que nadie se quisiera presentar a estas charlotadas. Pero en cambio la gente continua queriendo ganarlas, sabiendo que son charlotadas. La poesía, como siempre, es lo de menos.

lunes, 2 de agosto de 2010

Avanzar

Ya sé qué me diréis: si todo el mundo fuera como yo, no avanzaríamos. Y yo que me pregunto: ¿avanzar hacia donde? ¿Hacia continuar llenado los bolsillos de los que ya son ricos? ¿Eso es avanzar? Me lo pregunto, solamente. Pero podría muy bien ser que la respuesta fuera “sí”...

Mi anticuada filosofía...

... no es obligatorio apuntarse a cada nueva “pijadita” que sale por internet.

Para siempre en la red (II)

Algo que no me gusta es que por los medios a veces sale gente advirtiendo que lo que ponemos en internet “queda para siempre” e intentando meternos el miedo en el cuerpo. ¿Cuántos años hace que existe un internet para todo el mundo? Como mucho, quince años. ¿Cuántos años hace que existe el youtube? Cinco años. Que un video comprometedor haya estado tres años en el youtube... ¿quiere decir que estará allí para siempre? ¿Cuántos años son siempre? Google, facebook, youtube, blogger, twitter, ahora tienen mucho éxito, pero pueden perder su público y quedar obsoletos en cualquier momento. ¿Qué pasó con segond live? Se puso de moda, parecía que se lo iba a comer todo, y ya nadie habla de ello... Estas cosas se ponen de moda, duran un tiempo, y se mueren ellas mismas de éxito apartadas por cosas nuevas que van saliendo y que interesan más a la gente. Es verdad que cualquier cosa que pongamos en internet puede ser multiplicada exponencialmente y se hace difícil de controlar la difusión que tiene, y es verdad que nos puede comprometer durante mucho tiempo, pero de aquí a afirmar categóricamente que durará para siempre... ¿En un medio que no tiene ni veinte años y en que las cosas que salen en él tienen muchos menos años ya damos por descontado que duraran “para siempre”? ¿Qué perspectiva tenemos? ¿Alguien puede prever internet de aquí a quince años? ¿No nos ha enseñado la existencia misma de internet que el futuro no puede preverse? De la misma forma que a internet nadie lo vio venir, el recorrido de cada nueva pijadita que sale en internet tampoco puede preverse, aunque demos por descontado que sí, que de aquí quince años serán importantes en internet las mismas cosas que lo son ahora. O que habrá internet como lo tenemos ahora. Pero es que internet no hace ni este tiempo que existe, y ya no tiene nada que ver con lo que era al principio: es un medio en constante evolución que se devora a sí mismo. Yo, si quisiera guardar algo “para siempre”, no me fiaría mucho de guardarlo en internet... “Siempre” es mucho tiempo, mucho más del que este juguetito y sus componentes han durado hasta ahora...