sábado, 31 de octubre de 2015

Carencias de la vida virtual

En todo caso, años después, estoy ante el ordenador haciendo vida mental. (El concepto de vida virtual, tal y como lo entendemos ahora, no existía).

Una vida de recogimiento está muy bien, sobre todo para las personas que no somos demasiado sociables, pero tiene algunas carencias inevitables de las que soy plenamente consciente.

Sobre todo la carencia de poder hablar cara a cara... porqué, ahora, ¿quién se para a charlar, a pasear? Poca gente. Algunos todavía sí, pero...

* * *

Y aquella persona que se hubiera “lanzado a los ordenadores” como última cosa desesperada a hacer en caso de absoluta necesidad, no me consta si ya tiene su (...) y ya ha sido tragado. En todo caso, seguro que nos hubiéramos hecho amigos de (...), si yo tuviera, y continuaríamos sin vernos, cordialmente.


jueves, 29 de octubre de 2015

Según el color del cristal con qué se mira

Cuando escuché esto de qué aquel chico, por el hecho de estar en silla de ruedas, podía entretenerse solo en casa con su ordenador, no lo dije en voz alta, pero en el fondo lo envidié mucho. Pensé: “¡Así se ahorra el enfrentarse al mundo!”

“Puede estar dedicado tranquilamente a sus cosas sin que nadie se ría de él ni susurre cuando él pasa, y sin que le parezca que todo el mundo le mira mal”.

Pensé que era una suerte poder estar solo en casa entretenido con las propias cosas, haciendo vida mental, y no haber de enfrentarse al mundo. (Un mundo que, en aquella época, fuera por la realidad, fuera por las fuerzas hostiles dentro de mi cabeza – la enfermedad-, yo vivía  como psíquicamente muy hostil). La gente nunca me ha gustado mucho, aunque yo para aislarme siempre he vivido en mis libros, y en la radio.

Yo no conocía a esta persona, pero en cambio, estoy segura que él no lo hubiera visto de esta forma, ni mucho menos. Que yo mirase como una tranquilidad de espíritu lo qué para él debía ser una gran desgracia (el haber de quedarse recluido dentro de su mundo), seguramente le habría hecho concluir que yo no estaba en mi sano juicio. Y quizá hubiera tenido razón.


martes, 27 de octubre de 2015

Un tranvía llamado internet

Hace años (muchos años), paseando por el pueblo, alguien dijo: “Aquí vive un chico que está en silla de ruedas, y que pasa todo su tiempo dedicándose a hacer cosas con su ordenador.” En aquel momento los ordenadores no eran demasiado comunes, internet no existía. Y aquella persona continuó: “Si yo me quedara impedido, creo que también me lanzaría a los ordenadores.”

Entonces, que aquel chico impedido se encerrara en casa para entretenerse con un ordenador –y no con la tele, por ejemplo-, era tan extraño como aquellos adolescentes japoneses que se encierran en su habitación, y no salen de allí durante años. Esto aunque estuviera impedido, y que por tanto tuviera una buena razón para no salir de casa.

Me he acordado de ello estos días que he estado sin conexión a internet. Hoy en día, sin conexión a internet el ordenador solo sirve de bien poco. Es como si le faltara algo, y sin duda le falta algo.

Fueron curiosamente premonitorias aquellas palabras: “Me lanzaría a los ordenadores”, como si esto fuera la última cosa desesperada a hacer solamente en caso de absoluta necesidad.

Y ahora, en cambio, todos nos hemos “lanzado a los ordenadores”.

Es evidente que el futuro no lo ves venir hasta que te ha atropellado. (Y no lo digo sólo metafóricamente).


domingo, 25 de octubre de 2015

El mundo moderno

Escucho a alguien que dice por la radio que si escribes más de 140 caracteres no te lee nadie... Y la gente se cree que estos 140 caracteres son escritura, son lectura... ¡Cómo está el mundo!

sábado, 24 de octubre de 2015

De lecturas actuales

Escucho por la radio a un letraherido hablando de una “novela moderna”, llamémosla así. Un poco repelentemente por encima del bien y del mal, pregunta: “¿y esto es lo que se lee ahora?”, queriendo decir que quizá sí que esta “novela moderna” tiene su público, pero que no está demasiado bien literariamente, no está dentro de lo qué esta persona letraherida considera una novela que valga la pena de ser leída. Pienso en el autor, en qué debe pensar de lo qué dicen de su novela, si entre la alegría como un cielo azul porqué haya sido publicada y leída por mucha gente (a quien ha gustado), ve las nubes de la poca calidad literaria con los qué se le señala, o esto nada le importa. La eterna discusión entre los entendidos y el público, vaya.

Esto me hace pensar en una vez en que el novelista norteamericano John Irving, en una novela suya –ya no recuerdo cuál-, responde a lo que yo me imagino que debía ser una opinión de un crítico literario de aquellos tan sibaritas sobre sus novelas escribiendo que quizá sí que sus novelas son populares y quizá no demasiado apreciadas por los paladares refinados (¿?), pero que él escribe novelas reales que se publican en un mundo real y que leen personas reales, a las cuales incluso gustan y alegran la vida, y que conoce a más de uno que queriendo ser tan refinados y queriendo escribir tan bien literariamente, sus novelas (o sus proyectos de novela), no han pasado nunca del cajón de su escritorio. Acaba diciendo que quizá sí que se puede escribir mejor de lo qué él escribe, pero que él escribe e intenta ser leído en el mundo real, que hace lo que puede, y que está contento con ello.

A mí me gusta mucho la escritura de John Irving, sobre todo sus primeras novelas, y no estoy demasiado de acuerdo con esto que no sea bueno literariamente, aunque no tengo ni idea de si Harold Bloom lo quiere para incluirlo en su canon o no. (Ya procuraré enterarme de ello.) Pero me parece que esto que dice es bastante razonable. Claro que a todos nos gustaría escribir novelas como las de Stendhal o Flaubert, pero al final deberemos hacer lo qué buenamente podamos. Y si alguien consigue ser leído en el mundo real, pues se tiene que respetar, claro, aunque sea el tipo de cosa que nos haga espetar, quizá con un poco de envidia: “¿y esto es lo que se lee ahora?”.


viernes, 23 de octubre de 2015

¿Leer está sobre valorado?

A veces, cuando oigo propagandas para fomentar la lectura, pienso en que la lectura no debería sacralizarse tanto, y en cambio debería ser más practicada. Esto no se consigue poniéndola por las nubes, de una manera que parezca inasible para una persona común. Debería ponerse la lectura a un nivel más de cosa normal, de cosa de cada día.

Digo si está sobre valorada, pero lo que sí creo es que la lectura y los libros están demasiado sacralizados, demasiado mitificados, hay demasiado fetichismo – yo la primera. Debería promocionarse la lectura como a actividad normal al lado de muchas otras, no como una actividad por encima del resto, como algo elitista.

Lo qué quiero decir es que nuestra sociedad valora mucho la lectura, en teoría, pero que en la práctica la lectura no existe... En la radio y en internet quizá sí, en migajas y minoritaria, pero en la tele no. Y estos anuncios que se hacen para en teoría fomentar la lectura... yo no estoy de acuerdo... si la lectura no es comprar una lata de atún o de un bote de café (y por tanto tampoco servirían el mismo tipo de anuncios)... tampoco sería algo aparte de todo esto y fuera del mundo (y por tanto tampoco servirían según qué tipo de anuncios: no serviría el glamour de los anuncios de coches, por ejemplo).

En fin, que habría mucho a discutir y yo tampoco sé tanto. Pero algo que requiere de mucha promoción... malo. Es que hay una raíz más profunda que no funciona. Leer no debería necesitar ser anunciado en los medios de comunicación, sino solamente comunicado con entusiasmo de una persona a otra, humildemente, sencillamente.

* * *

Había escrito este post antes de escuchar algunos de aquellos anuncios de la editorial Barcino de “hazte amigo de los clásicos”, en los que diferentes personas conocidas recitan en voz alta un fragmento escogido de un clásico más bien antiguo. Escuchando estos anuncios ha sido la primera vez en al vida que he escuchado por la radio unos anuncios para el fomento de la lectura acertados. Estos anuncios tienen el glamour justo que debe tener la lectura, pero sin ser irreales. Aunque sí que quizá quedan un pelín elitistas, están muy bien encontrados. (Siempre que se entiendan los fragmentos solamente como una cosa literaria e interesante a nivel literario, para leer – que hay uno que  habla de entrar en batalla que... si nos pusiéramos tiquismiquis y quisiésemos buscar los tres pies al gato, en el contexto actual, no sería muy acertado... Pero ya sé que nadie se pondrá tiquismiquis y buscará en ellos los tres pies la gato, sobre todo en anuncios sobre el leer, y ¡los clásicos!, además, que para mucha gente son casi invisibles...). Pero están muy bien.


jueves, 22 de octubre de 2015

Los días sin internet

Creía que estos días sin internet recordaría como era la vida cuando no existía internet. Pero no he recordado nada especial o especialmente destacable. Antes este deseo difuso de querer tener conexión y no poder tenerla era una frustración que no existía, y bien que se vivía y bien que no lo echábamos de menos. Ni nos podíamos imaginar qué era sentirnos frustrados por no poder tener internet. Solamente he recordado que ahora tener internet se considera un derecho humano, y que una ventana de ordenador con conexión es la llave de acceso a todo, es una ventana abierta al mundo, y que ya no puedo vivir sin ello. Ya lo dicen: el pasado es un país extranjero, allí las cosas se hacen de otra forma. Ahora, hoy en día, el acceso a internet es la clave de acceso a todo. Poder navegar por internet te hace sentir existente. Estos día sin internet también he existido, pero en blanco y negro, sin relieve. Existir conexión a internet es existir en colores, es existir en relieve, es existir. Es tener el poder, es estar conectado, es tener todas las posibilidades. Para mí significa escuchar y ser escuchada (el blog), y sobre todo significa poder escuchar todo tipo de música, y significa encender el ordenador con aquella ilusión... Antes no existía el internet ni existía la frustración de no tener conexión a internet... y también vivíamos, y no lo echábamos de menos, y también escuchábamos música, y también sonreíamos (a veces)... Pero... ¿quién se acuerda? Y, ¿quién lo echa de menos? Y, ¿quién querría volver a ello? Con internet la soledad es mucho más entretenida...

martes, 20 de octubre de 2015

Subirse por las paredes

En las paredes se ven todavía las huellas...

lunes, 19 de octubre de 2015

¡Vuelvo!

Vuelvo a tener conexión (¡me parece y de momento!).

Han sido unos días duros. Me sitúo y vuelvo "al ataque".

¡Bienvenidos!