miércoles, 25 de enero de 2012

Después

Vosotros sabéis que hay muchas personas que se sienten culpables después de haber practicado sexo. Eso es porqué, después del orgasmo, después de la descarga erótica (aunque sea onanista), la mente se relaja y afloran a la conciencia los sentimientos no resueltos. Solamente haría falta resolver estos sentimientos que nos hacen sentir mal para no sentirse culpable después del sexo. Como que la mayoría de personas no se sumergido lo suficiente en sí misma (algunos ni se reconocen a sí mismos que se sienten culpables), no saben que lo que les hace sentir culpables es la afloración de los sentimientos no resueltos por la relajación de la mente y no el sexo en sí. Creen que es el orgasmo lo que les hace sentir culpables y asocian el haber practicado sexo con el haber hecho algo malo.

A eso contribuye mucho el sustrato católico y la mentalidad de moral judeo cristiana, muy atento al “pecado de la carne”, que hay en la educación de nuestra sociedad, como mínimo en las generaciones más mayores. La iglesia se ha aprovechado durante muchos años de este sentimiento de culpa que aflora después de la descarga con los sentimientos no resueltos para manipular las conciencias. Hoy todavía no todo el mundo se puede permitir ir al psicoanalista para curar los sentimientos no resueltos explicándolos.

La descarga erótica se parece mucho a la descarga de aflojamiento de la tensión que pasa después de haber escrito, después de haber plasmado la idea que permanecía inarticulada en el fondo del cráneo como un grafitti en una pared medio derruida y de haberlo traducido a palabras que todo el mundo podrá leer. El suspiro de satisfacción después de haber tenido un orgasmo y el suspiro de satisfacción después de haberse desahogado escribiendo pueden ser el mismo.

Por eso, después de la descarga emocional de la expresión de aquello que queríamos decir y que hemos conseguido escribir, suele haber un rebote.

La cabeza se relaja, afloran los sentimientos no resueltos, y con ellos el sentimientos de culpa. Por ello muchas veces me siento culpable después de haber escrito y me planteo destruir lo que he escrito, no ya los posts, sino mis escritos en general. Me siento satisfecha de haber escrito pero culpable por aquello que he escrito. ¿He hecho bien? ¿Tengo derecho a ello? ¿No hará reír? ¿No me lo criticará nadie excesivamente? ¿Alguien puede sentirse ofendido? ¿He hecho daño a alguien con lo que he escrito? ¿He hablado mal de alguien? ¿Está lo suficientemente bien? ¿Tengo derecho a ello?

Soportar este rebote desagradable y la inseguridad que viene después de haber escrito (en algunos textos más que en otros) es casi más difícil que escribir en sí, y muchas veces siento como si hiciera algo malo por haber escrito, como si expusiera mis vísceras (y no me refiero solamente al blog). Eso me hace sentir mal, y el rebote dura un rato.

La repetición diaria del rebote es lo que hace difícil la escritura. Lo que la hace la escritura incluso dura es el rebote, más que el proceso de aprendizaje de la escritura en sí. Tienes que morirte de ganas de decir algo para que pasar repetidamente por este rebote de inseguridad contra ti misma te valga la pena.

El haber escrito te hace sentir mal e insegura durante un rato, pero si no  escribieras... quizá incluso sería peor, entonces quizá te sentirías a punto de reventar durante todo el día.

Lo mismo que pasa con el sexo, y aunque los sentimientos no resueltos que genera el sexo puedan ser diferentes de los sentimientos no resueltos generados por la escritura.



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