martes, 29 de marzo de 2011

La lengua vulgar que necesitamos

Por las mañanas en ona fm hechan un programa que se llama Fora de joc (Fuera de juego). Yo no lo he podido escuchar nunca más de cinco minutos seguidos, lo que dicen me ofende. Son groseros. Sólo hay vulgaridades, insultos y frases de mal gusto. Pero... hay algo de este programa que creo que es importante: ¡sueltan cosas vulgares en catalán! ¿No os habéis fijado que no hay una “clase baja” que hable en catalán? Una lengua que sólo hablan cuatro intelectuales, cuatro campesinos y cuatro tenderos no puede sobrevivir de ninguna de las maneras. Se necesitaría que la delincuencia hablara en catalán y que hubiesen palabras en argot en catalán para que el idioma sobreviviera. (Con ello no quiero decir que los catalanes no seamos delincuentes, con ello sólo quiero decir que a la hora de delinquir no tenemos vocabulario, y debemos recurrir al castellano. Incluso Millet hablaba castellano entre rejas.) Se necesitaría que hubiera barrios bajos donde la gente hablara en catalán. Eso, ya lo sabéis, por desgracia para la lengua no existe. Y digo por desgracia porqué las palabras deben empezar desde abajo. Por ello creo que este programa, y los locutores y las personas que llaman a este programa en que se dicen todo tipo de vulgaridades y cosas de mal gusto, es la gran oportunidad que tiene la lengua catalana de crear un vocabulario en catalán de clase baja: para decir vulgaridades y cosas de mal gusto en catalán. Y así engrasar el catalán de clase baja que necesitamos para que la lengua sobreviva. Si pudiéramos conseguir que estas personas dijeran todas sus vulgaridades sin recurrir al castellano, tendríamos mucho de ganado. Eso sí, almas sensibles abstenerse...

lunes, 28 de marzo de 2011

Definiciones

definición de familiar/amigo – persona que te manipula.

definición de vecino/vecina – persona que te critica.

definición de compañero/a de clase/trabajo – persona que se ríe de ti.

definición de rollo/ligue – persona que explica lo que habéis hecho a todo el mundo.

definición de psiquiatra/médico – persona que está convencida que tu facilidad para expresarte por escrito es una parte más de tu tara.

definición de lector/lectora – persona que sólo microexiste en internet, pero no en ningún libro tuyo.


... ¿continuo?

domingo, 27 de marzo de 2011

Imbecilidad colectiva

Ayer, mientras se celebraba “la hora del planeta”, esta acción absurda que consistía en apagar todos los aparatos eléctricos, yo encendí todas las luces de la casa, la radio en todas las habitaciones, la tele, el secador, el microondas, el mini-pimer, el horno, la vitrocerámica, la máquina de hacer pan, la maquinilla de afeitar y el cargador del móvil. Además, me comí un bistec. (Por aquello de que el ganado bovino contamina tanto.) Cuando hubo acabado la hora volví a gastar la energía de siempre: exactamente lo mismo que hicieron todos los que apagaron las luces y los aparatos. ¿Qué casualidad, no? (Sólo que ellos se sentían “buenas personas”, y yo me sentía lo que es un ser humano sin poder evitarlo: un animal depredador que modifica el medio para sobrevivir. Podríamos volver a las cuevas... ¡aquello sí que era ecológico!) Representa que durante esta hora debíamos reflexionar (como aquel que se confiesa) sobre qué puede hacer cada uno de nosotros para salvar el planeta... A mi no me hace falta guardar una hora especial para hacer eso, y os aseguro que las conclusiones a qué llego no se parecen en nada a la necesidad de hacer una hora de “ayuno”. Por qué es eso: esta acción es una penitencia dentro de un mundo de mentalidad judeo-cristiana. En este caso, nos hacen pedir perdón por existir. ¡Imbecilidades colectivas a mí!

(Puntualización: la mitad de los aparatos eléctricos citados no los tengo, se trata de un recurso literario... pero, si los tuviera, ¡los habría enchufado!)

sábado, 26 de marzo de 2011

La teoría de la flecha

Cada post es una flecha. Una flecha no puede tener dos puntas.

viernes, 25 de marzo de 2011

Fotos No

Sé que alguna vez he dicho en este blog o en algún correo electrónico que “no creo en las fotografías”. Supongo que, en la época de la “imagen del mundo”, en que vemos el mundo más como es en las fotos, en los videos y en la televisión que como es realmente, más de uno se debe haber preguntado qué quiero decir cuando digo eso.

El verano del año 1998 hice un viaje con cuatro amigas más. Una de estas personas nos dio el viajecito, poniéndose a llorar cada dos por tres por una razón desconocida (desconocida para mí) y que todavía ahora agradecería que alguien me explicara. Pues bien, esta persona se ponía a llorar cada dos por tres sin explicar porqué y nos daba el viaje, como mínimo a mí me amargó el viaje. Pero en cambio, cuando hacíamos una fotografía sacaba su mejor sonrisa de anuncio de dentífrico: sabía posar como una persona alegre y despreocupada. Concusión: cualquiera que se mire sus fotografías de aquel viaje, con todas aquellas sonrisas, quedará convencido que tuvimos un viaje muy feliz, o como mínimo que aquella persona tuvo un viaje muy feliz. Y no fue así. Os aseguro que, cuando tenía lugar otra escena de lloros en que yo me sentía completamente impotente e inútil porqué no quería explicar qué le pasaba, y después se ponía a sonreír graciosamente para la foto como ni nada hubiera pasado, me ponía a reventar de rabia. ¡Es que sólo sonreía para quedar bien en las fotos! El resto del viaje: malas caras, lloros, no quería hablar...

De aquel viaje saqué dos conclusiones: la primera, que de ahora en adelante escogería mejor las personas con las que me voy de viaje; no he vuelto a ir de viaje con nadie más. La segunda, que las fotografía eran una de las cosas más falsas que existía, y que te podían dar una idea muy equivocada de cómo eran las cosas realmente; no he vuelto a hacer fotografías.

Es eso lo que quiero decir cuando digo que “no creo en las fotos”.

jueves, 24 de marzo de 2011

Felicidades envidiables

Esta semana en la revista he visto la noticia que una famosa modelo de piernas larguísimas ha dejado a su marido, un futbolista no menos famoso, porqué “su marido vivía a todo tren, y ella estaba constantemente sola”. De esta noticia me sorprenden dos cosas: la primera es que ella –tan guapa- no se hubiera casado con él por el dinero –él es tan feo...-, porqué, marchándose de casa ella no cobrará ningún divorcio millonario. Supongo que se debía casar con él por lo bueno que debe ser este futbolista en la cama, -porqué no creo que fuera por su conversación intelectual-, algo que me parece muy loable y muy razonable a la hora de escoger un marido. Ahora, estos que son tan buenos en la cama acostumbran a haber estado en demasiadas camas, lo que también es un obstáculo para un buen matrimonio, pero en fin. La segunda cosa que me sorprende es que diga que “estaba constantemente sola”. ¿Cómo es posible? ¿Una mujer que ha hecho suspirar a tantos y tantos hombres y cuando finalmente escoge un marido es un impresentable que la deja “constantemente sola”? ¡Pero yo creía que estas modelos de cuerpo perfecto no debían tener ningún problema a la hora encontrar un marido que las amara de verdad! ¿Cuántas mujeres en el mundo no querrían ser como esta modelo? ¿Cuántos hombres en el mundo no querrían esta casados con ella? ¿No tiene esta chica el cuerpo perfecto que representa que todas debemos suspirar por tener? ¡Y entonces ella va y dice que “está constantemente sola”! Como puede estarlo una persona cualquiera... Como los pobres y los feos... Es evidente que el mundo del lujo y el glamour de los famosos que nos sirven en bandeja de plata los medios de comunicación es el mundo de las apariencias y no es lo que parece... Y, ¿qué queréis que os diga? Me alegro de constatar que esta gente en el fondo son unos desgraciados. Sólo faltaría que después que son tan atractivos, viven tan bien y ganan tanto dinero fueran felices como lo somos los pobres y los feos! Y los gorditos. ¡Faltaría más!

martes, 22 de marzo de 2011

Los aficionados a los libros

Hay quien debe preguntarse quienes son los happy few...

Sólo se trata de una dedicatoria. Stendhal dedica misteriosamente su La cartuja de Parma “to the happy few”. El libro está en francés y la dedicatoria está en inglés. No hay más explicaciones, simplemente esta frase al final del libro, y de sus otros libros buenos, El rojo y el negro y Roma, Nápoles, Florencia. Él mismo lo traduce como “a las almas sensibles”.

Los happy few serían los pocos felices capaces de apreciar un libro como La cartuja de Parma, o sino concretamente este, algún libro similar, con valor literario. Los happy few están por encima de naciones, religiones o equipos de fútbol; no se diferencian por credos o fronteras: son los amantes de la lectura, aquellos de los que Virginia Woolf dijo que en el cielo no tenían nada que ofrecerles porque habían amado los libros. Aunque La cartuja es una obra muy europea, me imagino que de amantes de la lectura y de personas capaces de apreciar los buenos libros los hay en todos los países y todas las culturas, por extranjeras y poco desarrolladas desde nuestro punto de vista que nos parezcan, y aunque los libros no sean los mismos en todos los casos.

(No debe confundirse los happy few con la élite intelectual que lleva las políticas culturales de cada país como propaganda patriótica. Los happy few son los que leen de verdad, no como instrumento para prosperar, y están al margen de cárgos o políticas.)

Para decirlo lisa y llanamente: los happy few son los pocos felices capaces de apreciar los libros buenos, los pocos felices que disfrutan de verdad con un buen libro.

(PD Este es el tipo de cosa que si hubieran oído que decía los compañeros y la compañeras de clase de aquella época se habrían mofado de mí quince días seguidos. Yo no veo que tenga ninguna gracia. Ahora, tampoco puedo descartar que haya quien tenga un criterio más autorizado que el mío para determinar qué hace gracia.)

lunes, 21 de marzo de 2011

El peso apabullante de la masa


Hoy el twitter cumple cinco años. Yo nunca he tenido twitter pero soy observadora del fenómeno. Me acuerdo que cuando el twitter empezó sólo lo tenían los frikis. Recuerdo a un chico que conocía en aquella época tratando a otro de friki porqué se había hecho un twitter. Ahora el twitter lo tiene todo el mundo, y parece que eres un friki si no lo tienes. El otro día vi a otro chico tratando a un amigo suyo de friki porqué es la única persona que conoce que todavía no se lo ha hecho. No hay como sentirse “normal” y investido del derecho legítimo de tratar a los demás de frikis... La única diferencia entre ambas frases no son los cinco años pasados: la diferencia es que ahora “la mayoría” ha adoptado el twitter. Es decir, que parece que el frikismo o la normalidad se deciden por la cantidad de gente que está implicada en un fenómeno: si lo hace poca gente y lo haces, eres friki; si lo hace mucha gente y lo haces, eres normal. Y puedes ser friki o normal haciendo la misma cosa, la rareza o la normalidad no dependen de la cosa, sino de la cantidad de gente que haya implicada haciendo aquella cosa.

Pues este criterio en que “lo que hace la mayoría es normal, lo que hace la minoría es friki” me parece absurdo. Supongo que viene de la época en que vivíamos en las cuevas y una tribu que fuera más numerosa podía agredir a otra en que no hubiera tantos individuos, o la parte más numerosa de la tribu podía agredir a la parte menos numerosa, es decir, que el hecho de que la mayoría parece que tenga razón tiene su origen en la fuerza bruta que puede ejercer un grupo más numeroso sobre otro no tan numeroso.

Pero una mayoría también puede estar equivocada. La mayoría tiene mucho peso en el mundo internáutico. Cuanta más gente está implicada en algo, parece que este algo sea mejor, y no siempre es así. Que algo pueda tener interés para muchísima gente no debería ser criterio de nada, porqué sólo es un criterio cuantitativo, no cualitativo. Me parece que se debería revisar este criterio primitivo de “la mayoría” como detentora de la razón y de la normalidad, porqué nuestra identidad depende de lo diferentes y únicos que seamos, no del hecho que hagamos lo hace todo el mundo porqué lo hace todo el mundo...

domingo, 20 de marzo de 2011

Fray Luis “after hours”...

«Pidió se avisara a Ana de Espinosa, monja del monasterio del Madrigal, para que le mandara “una caja de unos polvos que ella solía hacer y enviarme para mis melancolías y pasiones del corazón, que ella sola los sabe hacer, y nunca tuve dellos más necesidad que agora.”»

Fray Luis de León

Ramón Andrés
No sufrir compañía

(¡caray con estos místicos!)

sábado, 19 de marzo de 2011

La honorabilidad de ser normal

En uno de los primeros posts de este blog (bueno, del Blog de una lectora; empecé hablando de libros) fue comentar un texto que se titulaba El cuado vacío que había aparecido en el número de octubre de 2005 en la revista Qué Leer. En este texto, quizá un poco duro, se denunciaba el bajo nivel cultural de los escritores de nuestro país, y de decía que el nivel cultural en literatura no es innato y que necesita convivir con la música, con la pintura y las conversaciones cultas.

No sabéis como me ha hecho romper la cabeza eso de ser consciente que hace falta tener habitualmente conversaciones de un cierto nivel intelectual si se quiere ser una persona que escribe con un poco de categoría.

Por decirlo amablemente, ni en el pueblo donde vivo ni las personas de mí alrededor tiene habitualmente lo que se podría llamar “conversaciones cultas”. Como mucho, hablar de sexo, dinero o fútbol. Y del tiempo, evidentemente. Y criticar mucho a los vecinos. (Los jóvenes de drogas y los viejos de medicinas y enfermedades). No quiero decir con eso que la gente de mí alrededor sean inferiores por ello. A cada cual le interesa lo que le interesa. No puedes pedir a un barrio de trabajadores que se reúnan a en la plaza del pueblo a hablar de Rodin, y tampoco han sido educados para tener otros intereses, han tenido que ganarse la vida, y eso no es demasiado compatible con según qué veleidades. De todos modos, si yo ahora insultara a la gente de mi pueblo por no ser capaces de interesarse por temas elevados no haría nada más que devolverles la pelota por haberme hecho sentir mal durante años por estar interesada en otras cosas y no ser “normal”, por haberme marcado con un estigma. Pero no lo haré eso de devolverles la pelota. Antes había envidiado a la gente que era “normal” y yo había querido ser “normal” y estar unida con los otros normales por el absurdo vínculo de la normalidad, que sabe sin que nadie se lo diga como y cuando debe burlarse de la gente que somos diferentes para encajar en el grupo. Pero ha pasado el tiempo y he cambiado de opinión. No puedes exigir a alguien que está inmerso en la lucha por la supervivencia que se interese por mucho más. Incluso los ricos del pueblo son campesinos ricos y no personas con una cultura elevada, aunque vayan más bien vestidos que los demás. (En mi pueblo, el “ir bien vestido” es una religión.)

O sea que tener conversaciones cultas con la gente de mí alrededor es bastante difícil, por no decir imposible, y estoy segura que con eso del blog alguien habrá que aprovechará para hacer befa de mí por eso que acabo de decir. La única excepción honrosa la constituyen unos cuantos libreros y las pocas personas que se acercan a hablar con ellos de vez en cuando. Son las únicas personas del pueblo que yo sepa con quien se puede tener una conversación más allá del sexo, el dinero o el fútbol. Y más allá del tiempo. Y más allá de criticar a los vecinos. Tampoco conozco a todo el mundo. Si hay más gente, es bien poca... No digo eso para criticar o para hacer quedar mal a nadie. Simplemente... lo pongo como ejemplo para ilustrar la falta de “conversaciones cultas” en mi vida, y por decir que estoy tan acostumbrada a hablar sólo de los temas que toca que no sé si sabría, de tener una conversación culta con alguien que estuviera preparado más allá de todo eso. Una vez un profesor mío me dijo que yo no estaba preparada para tener una conversación intelectual con un hombre maduro, que como mucho podría ser capaz de satisfacerle sexualmente...

Por eso, si quiero subir mi nivel como escritora y quiero tener conversaciones cultas, ¿dónde debo ir a buscarlas? Pues en la radio, evidentemente. Pero en la radio la mayoría de veces sólo hablan de fútbol, se debe buscar bien.

Hay un programa en Catalunya Música el domingo por la noche, una entrevista a una persona relacionada con el mundo de la música... Aquello es el ejemplo de conversación culta que a mí me gustaría ser capaz de tener con alguien. Pero incluso de programas de estos en la radio hay pocos... Quería dar fervientemente las gracias a Joan Vives y a su programa Solistes por ayudar a subir el nivel intelectual de mi vida (y del país) y haberme dado algunas de las sesiones de radio más felices de mi vida. Este programa ha sido mi refugio y mi lilimento, mi ventana de carne y hueso al mundo de los libros. ¿Vosotros creéis que hay alguna otra persona en este pueblo de gente adecuadamente normal y como se debe ser que escucha este programa? Y que no sea músico... entiendo que sea indispensable para los músicos... pero... alguien que no esté en el mundo artístico... Si hubiera alguien me sorprendería mucho. Y no porqué el programa no sea fantástico, sino porqué la gente no acostumbra serlo, de fantástica...

viernes, 18 de marzo de 2011

Ilusiones humanas

«La gente no desea nada con más fervor que una amistad desinteresada. La desea con fervor, pero sin esperanza.» - El último encuentro .- Sándor Marai

¿No os lo habeis preguntado nunca? Si todos buscamos lo mismo... ¿por qué acostumbramos a no encontrar lo que buscamos?

jueves, 17 de marzo de 2011

La más importante minoría

Y vosotros me diréis... ¿por qué consideras tan importante que alguien pueda intentar condicionar las lecturas de los happy few? ¿Qué importancia tiene esto? Lo que diré ahora no es una respuesta racional y científica a esta pregunta, más bien es una intuición fruto de años husmear en el mundo de los libros: los happy few son los que deciden qué libros son los clásicos. Un profesor universitario dijo: los clásicos lo son porqué los profesores universitarios de literatura deciden qué libros son buenos, deciden el canon. Eso tiene una parte de verdad, pero no del todo: es al revés. Lo que hace que Madame Bobary sea todavía leído hoy en día no es que un profesor universitario diga que es un clásico y que se debe leer. Lo que hace de Madame Bobary un libro todavía leído hoy en día es que lo que dice el libro todavía tiene interés para una minoría de personas, una minoría que se lo van diciendo los unos a los otros. (Así, los consejos de Harold Bloom sobre qué hemos de leer tendrían valor, no porqué es un profesor universitario, sino porqué es un miembro insigne de los happy few hablando a los otros amantes de la lectura.) Este mismo profesor del que antes hablaba decía: “es desesperante, sólo se vendieron tres ejemplares de Madame Bobary en todo el año pasado.” Yo digo: no hace falta vender más ejemplares en un año para qué Madame Bobary sea un clásico. Son tres ejemplares en un año, quizá sí... pero son tres ejemplares cada año durante dos-cientos años... así se construye un clásico, con un goteo pequeño y constante. El Quijote, Guerra y paz, A la búsqueda del tiempo perdido... son clásicos porqué todavía hay una minoría dispuesta a leerlos y a disfrutar de ellos como una cosa viva (entre ellos algunos profesores universitarios de literatura) y esta cosa viva todavía tiene validez para ser leída hoy en día, y si el profesor universitario dice que el libro es bueno es porqué pasa esto, y no que el libro sea bueno porqué lo dice un profesor universitario. Quizá esto libros sólo conseguirán tres lectores cada año, pero eso pasará durante cien años, o dos-cientos, o tres-cientos años. (O más...)

Son los happy few, esta feliz minoría de lectores selectos –minoría muy minoritaria pero muy muy feliz-, quien, con su interés espontáneo y apasionado por estos libros, diciéndoselo los unos a los otros, porqué estos libros les dicen algo ahora, los que hacen que estos libros todavía sean leídos: no digo momificados dentro del cánon de los profesores, digo leídos realmente como algo con un interés actual. Y eso pasa aunque este interés actual que tienen estos libros sólo sean capaz de apreciarlo poquísimas personas en un año... pero, si toda estas poquísimas personas se interesa por ellos constantemente durante muchos años... así aparece el clásico.

lunes, 14 de marzo de 2011

Cumpleaños escrituril

Si no recuerdo mal y las fechas no me bailan, la temporada 1989-1990 acabé la educación primaria (lo que entonces se llamaba EGB), y la temporada 1990-1991 empecé a cursar primero de BUP en el instituto. Aquel año empecé a llevar un diario, mi famoso cuaderno (famoso sólo en mi vida, evidentemente). Así que esta temporada 2010-2011 se cumplen veinte años de escribir por mi cuenta (antes sólo había hecho redacciones escolares). ¡Veinte años!

domingo, 13 de marzo de 2011

La trampita del tiquet descuento

Existe una conocida librería-juguetería-papelería donde, si eres socio, por cada libro que te compras, te dan un tíquet descuento que te está permitido usar la próxima vez que vayas a comprar algo allí. En principio eso es muy tentador: ¡un tíquet de descuento! El ama de casa ahorradora que todos llevamos dentro se chupa los dedos. Pero... eso fue hasta que empezó a haber problemas de aparcamiento en los alrededores de esta librería-juguetería-papelería y decidí no ir más a pesar del descuento porqué aparcar se me hacía muy cuesta arriba. Ah... pero tenía un tíquet descuento... Soy incapaz de no aprovechar un tíquet descuento. Tuve que ir a pesar de la dificultad que representa aparcar y que no tenía intención de hacerlo: tenía un tíquet de descuento! ¿Y, qué pasó? Compré un libro y me dieron: ¡otro tíquet de descuento! No tenía intención de volver, aparcar era demasiado complicado, pero tenía un tíquet de descuento, y eso se debe aprovechar, ¡siempre! Volví. Compré un libro... y me volvieron a dar otro tíquet de descuento. No quería volver, aparcar era demasiado complicado, pero algo en mi interior me obligaba a aprovechar el tíquet de descuento, ¡faltaría más! Al final, decidí ir y comprar algo en la que se extinguiese el tíquet de descuento y por lo que no me dieran uno nuevo, es decir, comprar algo de la papelería y no ningún libro. Y ahí quedó. Por fin había conseguido salir de la librería-juguetería-papelería sin ningún tíquet descuento y sin la obligación de tener que volver y pasar apuros para aparcar. Ya sé que un tíquet descuento puede tirarse a la papelera y no pasa nada; yo soy incapaz de hacerlo: si lo tengo, debo aprovecharlo. Al final, habiendo conseguido comprar algo por lo que no me dieran un nuevo tíquet conseguí librarme del círculo vicioso. Me había costado lo mío...

Me di cuenta que, quizá sí que hacen descuento, pero... lo hacen de manera que tu como cliente siempre tengas un tiquet descuento. Con el descuento también te capturan: al descuento le acompaña la obligación de volver. ¿Quién hace el negocio aquí, yo ahorrando-poco-,o ellos, que siempre saben que volveré? En todo caso, lo que ahorraba con el tiquet descuento también debía pagarlo de aparcamiento, o sea que...

Ahora voy a otras librerías. Quizá no me hagan descuento, pero tampoco me toman el pelo.

sábado, 12 de marzo de 2011

Terremotos en el Pacífico

Aquí solamente llueve. Allí el agua lo arrasa todo...

La misma agua. La misma Tierra.

viernes, 11 de marzo de 2011

Continuará...

Dice que un experto es alguien que ya ha cometido todos los errores posibles en un campo de acción determinado.

He cometido tantos errores en la vida... y en cambio no noto que me haya convertido en una experta en vivir... más bien me he convertido en una experta en continuar cometiendo todos los errores posibles. Quizá ser un experto en vivir consiste precisamente en eso: en saber continuar a pesar de todos los errores cometidos.

También he cometido muchos errores en mi escritura. Y continuo escribiendo, no porqué no sea consciente de ellos, sino porqué soy consciente que no puedo arreglarlos dejando de escribir. Pero, si tuviera vergüenza y un mínimo de decencia y sentido común, no escribiría más. O como mínimo no publicaría más el blog. Sé que continuar haciéndose ilusiones que no son no lleva a ninguna parte, que nunca seré lo buena escritora que querría. Escribir me cuesta muchísimo, aunque me gusta muchísimo también, pero me cuesta, y pensar que lo que escribo no tiene valor me rompe el alma. Tengo mucha soberbia y muchas ínfulas, y a veces confundo mi falta de autoestima con una humildad que no tengo de ninguna de las maneras. Ser humilde es el privilegio de los grandes, mientras que sentir que nadie de quiere es sólo una enfermedad.

A escribir se aprende leyendo y escribiendo, y veo posible aprender, pero a vivir no se acaba de aprender nunca... Yo no acabo de aprender. Quizá es que no he vivido lo suficiente, no lo sé. Quizá vivir debe combinarse con otras cosas, o quizá yo lo he combinado demasiado con otras cosas, precisamente. Demasiado leer y demasiado escribir y demasiado poco vivir. Por ello no acabo de aprender nunca. Quizá es que, a pesar del historial de equivocaciones que llevo, todavía no he cometido todos los errores posibles (Y eso sí que parece el “continuará” de una peli de monstruos... - Y eso de monstruo lo digo por mí, que nadie se sienta aludido...-)

domingo, 6 de marzo de 2011

Frase

Este natural nuestro, tan ganoso de cosas sabrosas, que lo prueba todo...”

Santa Teresa de Jesús
No sufrir compañía
(!)

viernes, 4 de marzo de 2011

Antropología recreativa

Teoría de la música

La música surge de la esclavitud. La música les fue necesaria a los primeros cosechadores de campos para soportar la monotonía del trabajo obligado, cuando les esclavizaron y los primeros humanos dejaron de ser un pueblo libre, nómada y cazador y se vieron forzados a ser sedentarios y a practicar la agricultura.

Teoría del chocolate

El chocolate nos gusta tanto a los humanos porqué el cric cric del chocolate en la boca tiene la misma textura que tenía el tallo de una planta que espigaban los primeros homínidos cuando todavía estaban en los árboles.

En el fondo, todavía somos primitivos, y todavía estamos esclavizados, por esto nos gusta el chocolate, por esto necesitamos la música.

jueves, 3 de marzo de 2011

Lo que de verdad importa

¿Sabéis de qué me dado cuenta? Pues que si todos los “lectores de calidad” que tiene España, (estos 70.000) fuéramos al campo del barça... ¡sobrarían asientos! No me extraña que esto políticamente sea una república bananera con una economía en crisis y una culturilla de carpa de circo. Hay más personas cada quince días en el campo del barça que personas con un mínimo de gusto literario en todo el país. Eso sí, tenemos el mejor equipo de fútbol del mundo... ¿Qué más queremos?

miércoles, 2 de marzo de 2011

Paranoias eléctricas

¿Sabéis qué me preocupa realmente del libro electrónico? Pues que es como un pequeño ordenador, y como tal puede estar monitorizado. Sí, sí, como buena paranoica si tuviera un libro electrónico tendría miedo que estuvieran archivando los datos de lo que leo y de los libros que tengo acumulados.

Por lo que se ve, la empresa líder en sistemas operativos en nuestro país usa el servicio de seguridad de sus ordenadores para enviar una señal a la central de los programas que cada usuario tiene instalados en aquel ordenador: eso no es una fantasía paranoica, eso es real y se ha dicho y repetido. ¿Quién dice que con los libros electrónicos no se pudiera hacer lo mismo?

Con un libro de verdad nadie sabe si lo estás leyendo o si lo tienes en el anaquel sin abrir, ni el rato que pasas con él ni las páginas que te saltas. El proceso de lectura y de descubrimiento queda entre el libro y tú. ¿Por qué ha de venir un ordenador a fisgonear?

Si se recapta información estadística sobre las lecturas de las personas que se compran los libros electrónicos, lo primero que harán será usar esta información para venderles productos. Cada vez que recibo un correo electrónico de alguien con un e-mail extranjero mi servicio de correo me anuncia vuelos baratos a aquel país...

No digo que a los lectores de best-sellers, es decir, a la gran masa lectora, no les pueda ser incluso útil que obtengan su perfil como lectores, incluso eso puede ser útil a la industria del best-seller, pero... ¿y estos 70.000 “lectores de calidad” que dice que hay en nuestro país? Una de las características de ser un lector de calidad en nuestro país es la capacidad de ir contracorriente. Los “happy few” no sólo son las personas más preparadas sino también poca de la gente que tiene ideas propias sobre lo que se ha de leer. Si se consigue recaptar información de estos pocos lectores de calidad, pueden dejar de ir por libre y de tener ideas propias sobre lo que han de leer... y comprar. No creo que sea bueno para esta feliz minoría que alguien pueda acceder a la información sobre sus gustos literarios y pueda así intentar condicionarlos... Se sabe que les atraen los libros de calidad, pero... ¿qué más se sabe? Y alguien puede decirme que estas personas son tan pocos que la cantidad de libros que compren es irrelevante y que tener información sobre ellos no tiene ningún tipo de importancia, cuando son los que realmente están dispuestos a gastar en libros. Yo estoy convencida que, si el libro electrónico no tiene éxito entre ellos, no triunfará... (y yo espero que no triunfe).

Yo me considero una lectora diferente, y no me gustaría que nadie metiera la nariz en lo que leo sin mi permiso. Mientras pueda leer anónimamente con un libro en la mano, me miraré los libros electrónicos con desconfianza. No me fío de ellos.

martes, 1 de marzo de 2011

Identidad

La identidad se construye a partir de la diferencia.”

(concepto psicoanalítico)