jueves, 30 de septiembre de 2010

Más sobre los macarrones

Supongo que después de lo que escribí ayer alguno de estos “progres” ya me debe haber tildado de esquirol. Sólo quería decir que me parece que la lucha izquierdista tiene poco sentido en el mundo actual. No quiero decir que los trabajadores no deban tener derechos, pero son precisamente los derechos (incluso los privilegios) que tienen los trabajadores de las fábricas de aquí que hacen que pierdan competitividad frente a los sobreexplotadísimos trabajadores orientales. ¡No sirve de nada luchar por los derechos de nuestros trabajadores si la prosperidad de nuestro mundo occidental y todo lo que podemos comprar en las tiendas se basa en la expoliación del tercer mundo y la explotación de los trabajadores de taiwan! Ah, ¿qué no tiene importancia que los trabajadores de los países asiáticos estén explotados? ¿qué partido de izquierdas lucha por sus derechos? Pero si el régimen que los explota allí es de izquierdas! No, no son chinos, lo que cuenta son los de aquí... lo único que importa es que no nos exploten aquí... los demás es igual... Ah, vale, no lo había entendido... Ah, pero aquellos que salieron ayer a destrozar mobiliario urbano parece que luchan contra eso... ¿de verdad “luchan contra eso”? ¿O sólo aprovechan la excusa para soltar la violencia que llevan dentro sin mirar demasiado nada? Que enrollados que son estos jóvenes, ¿verdad? ¡Luchar contra eso!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La protesta de las buenas ovejas

Hoy no tenía nada pensado, pero creo que es necesario que escriba un post. No quiero que nadie crea que secundo una huelga que se hace tarde y mal y que no servirá para nada. No quiero hablar de política, no me considero suficientemente preparada, pero digo lo mismo que cuando la manifestación del estatuto o las celebraciones del mundial: mientras nos tienen entretenidos con esto, el verdadero juego del poder nos hace ir silenciosamente por donde quiere por el otro lado. Haciendo “perfomances” a mí no me verán. Si tuviera un trabajo remunerado quizá no podría escoger, pero en mi blog todavía puedo decidir yo si trabajo o no trabajo... (si es que eso se puede considerar trabajar). ¿Dónde estaban estos que dan la orden de manifestarse con tanta saña mientras se criaba la burbuja especulativa? ¡Entonces debían haber dado la orden de manifestarse, si son tan sabios! Nos tienen engañados y controlados como a ovejitas. Porqué alguien da la orden de protestar, ahora todos a protestar, como buenas ovejas, sin que nos hayamos planteado nunca nada más allá de hacer lo que nos dicen o hayamos intentado comprender las razones de esto contra lo que nos manifestamos. Debe ser porqué la respuesta no es demasiado apetecible, así que mejor no verla. En fin.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Absurdidades

De nuevo el sueño que estoy en clase y que soy incapaz de copiar los apuntes que necesito para aprobar. Esta vez, un compañero de clase –que identifico como a Álvaro por el pelo- me ha pedido que me casara con él y me ha dicho “así no tendrás que aprobar”. En el sueño no he aceptado, no sé exactamente porqué. Hace casi dos años que no veo a Álvaro, y alguien me ha dicho que ahora es calvo. No le he visto nunca calvo y no me lo imagino; en todo caso en mis sueños todavía sale con pelo... (Eso demuestra lo poco que lo conozco y la distancia que hay entre lo que él és es en realidad y la imagen idealizada de él que tengo). Con las pocas ganas que tiene él de estar conmigo, -y las pocas que tengo yo de estar con él ahora-, la oferta del sueño es exactamente eso, una irrealidad. Y esta asignatura pendiente... el sueño que estoy en clase y no apruebo se repite y se repite; con variaciones, pero el núcleo central siempre es el mismo. No sé cuál es la asignatura que he de aprobar, quizá no la aprobaré nunca. En todo caso, no es agradable tener tantas veces este sueño, y seguro que el sueño me quiere decir algo que yo no sé interpretar y que no tiene nada que ver con ningún asunto académico. Tengo este sueño desde que iba al instituto. ¿Cuál es la gran asignatura pendiente de mi vida? La relación con los demás. Eso no creo que se arregle tan fácilmente.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Catalanismo pecuniario

Ahora me diréis que soy mala persona, y una chivata incorregible, pero... ¿sabéis qué he observado? Que hay dos “popes” de la defensa de la literatura catalana en internet que tienen su blog “comercializado”; es decir, que cobran por ponerle anuncios. Yo tengo blogs en catalán y castellano y blogger sólo me permite comercializar (aunque no lo hago) los blogs en castellano. ¿Qué significa eso? Quiere decir que estos dos blogueros y catalanistas de pro, a pesar de escribir en catalán, y de defender el catalán y la literatura catalana a ultranza, y llenarse la boca con ello, han de haberle dicho al blogger a la fuerza que su blog es en castellano. Y quizá no sean los únicos, quizá haya otros casos. Supongo que esto debe ser bastante normal y que no pasa nada. ¡No me digáis que no es divertido! ¡Y es que la pela es la pela! (Aunque no sé si comercializar el blog puede dar demasiado.) Este es el tipo de catalanismo que a mí me gusta, el “catalanismo pecuniario”, que renuncia a reivindicar nada si se puede hacer algún dinerillo. ¡Me encantan estas cosas!

(de todos modos, no me acabo de creer que dos blogs tan catalanistas sean culpables de tamaño pecadillo, estoy segura que debe haber alguna explicación que se me escapa, y que debe haber alguna manera que yo no sé de comercializar un blog en catalán)

sábado, 25 de septiembre de 2010

Intentándolo

_ Buenos días, usted dirá...

_ Buenos días. Mire, yo tengo un blog y vengo a pedir un permiso para hablar mal de los juegos de ordenador.

_Uy... no los damos al tuntún estos permisos. ¿Usted juega o ha jugado a algún juego de ordenador después de los 15 años?

_ Sólo al tetris y al solitario de windows, pero en realidad no son ni juegos de ordenador. El tetris es una especie de meditación en movimiento...

_ He encontrado su expediente. Aquí dice que fue adicta al solitario de windows durante un mes, que no podía dejar de jugar con él y que tuvieron que quitárselo.

_ Bueno, no se trataba tanto del solitario de windows como de huir de mi vida. Fueron las circunstancias. De más mayor lo he vuelto a tener y no he vuelto a engancharme de ninguna manera. Fue un síntoma, más que una causa.

_ No puedo dar permiso para hablar mal de los juegos de ordenador a alguien que ha estado enganchado al solitario de windows y que juega esporádicamente al tetris...

_ Pero los juegos de ordenador idiotizan a la gente...

_ ¿Usted considera que está idiotizada o que lo ha estado?

_ No, claro que no...

_ O sea que los juegos de ordenador idiotizan a la gente pero no a usted... muy interesante esta teoría...

_ No me ha entendido... quiero decir los juegos de verdad. El solitario de windows y el tetris no son juegos de verdad, no idiotizan tanto como los otros...

_ O sea que todos los juegos de ordenador idiotizan menos a los que juega usted... muy interesante esta teoría...

_ Pues sí, tengo la teoría que los juegos de ordenador idiotizan a la gente porqué los hacen divertirse con un sucedáneo de la experiencia en vez de con la experiencia en si... lo entiende? ¿Usted cree que un sicario de la mafia se conformaría con un juego de liquidar traficantes rivales? Eso sólo divierte a la gente que no puede hacerlo de verdad... con todos los juegos pasa lo mismo.

_ Ah, usted preferiría que en vez de liquidar personajes en el juego de ordenador la gente saliera a la calle a cargarse a los demás de verdad, ¿no?

_ Escuche, yo no he dicho nada de esto. Sólo digo que hay juegos de todo, y que la juventud corre el riesgo de conformarse con una experiencia vicaria en vez de la experiencia de verdad... Estos jóvenes deberían estar leyendo...

_ ¿No es la lectura una experiencia vicaria, también? La más vicaria de todas. Y no está demostrado que leer un libro pida más esfuerzo que un buen juego de ordenador ni que sea una experiencia más absorbente. Leer un libro hace trabajar el cerebro, pero el juego de ordenador puede ser una experiencia para todo el cuerpo.

_ Qué va a comparar. Bueno, ¿me dará permiso para hablar mal de los juegos de ordenador o no?

_ No, lo siento. Usted no tiene experiencia jugando a juegos de ordenador de verdad y sin conocer de aquello de lo que habla no puedo darle el permiso...

_ Pero... pero...

_ Si usted hubiera sido idiotizada por un juego de ordenador le podría dar el permiso, pero usted misma dice que los juegos de ordenador sólo idiotizan a la juventud que no lee... y que precisamente sólo idiotizan los juegos a los que usted no juega...

_ Escuche...

_ Permiso denegado. ¡El siguiente!

martes, 21 de septiembre de 2010

Previniendo apagones futuros

Según leí en algún sitio, en las comarcas gironinas consumimos o pronto consumiremos más energía de la que puede proporcionar la red, una red que además es de baja calidad. Eso quiere decir que pronto habrá apagones. Una de las cosas más importantes que me proporciona la electricidad es la posibilidad de tener la radio siempre encendida. Si se va la luz, me preocupa pensar como llevaré el silencio. Mi radio, aparte de con electricidad, puede ir con pilas. O sea que decidí hacer una inversión y comprarme seis pilas de salchichón, de aquellas gruesas, por si se empieza a marchar la luz. Hay quien se rió de mí: “¿piensas esperar el fin del mundo armada con seis pilas de salsichón?”. Pues sí. Yo ya tengo mis seis pilas, la luz puede marcharse cuando quiera, que yo estoy preparada para todo lo que necesito...

lunes, 20 de septiembre de 2010

Adictiva adición

Las adicciones a comprarse cosas siempre son lo mismo: te parece que sin aquello, sin aquel libro en concreto que has visto (en la librería o por internet o has oído hablar de él por la radio), no podrás ser feliz, necesitas tenerlo a toda costa. Entonces, finalmente, te lo compras, y la felicidad te recorre las venas porqué ya lo tienes. Pero, a la mañana siguiente, lo miras y piensas... ¿para esto todo aquel anhelo? Si ni tan solo quiero leérmelo enseguida... Aunque sabes que lo acabarás leyendo y que te gustará, pero que por más que lo leas y te guste jamás te volverá a dar tanta felicidad como en el momento en que lo has “poseído”. Y el libro se queda allí, en el anaquel, semi-olvidado, y como que ya lo tienes ya no te acuerdas que lo querías por encima de todo. Pero es igual porqué ya estás pensado en otro libro del que has tenido noticia y que seguro que si no lo tienes no podrás ser feliz... Lo quieres por encima de cualquier otra cosa. Siempre es la misma rueda, con las adicciones: o estás en la cima porqué te has chutado la última dosis, o estás en la fase de anhelo más absoluta y desesperada porqué persigues esta dosis... Y piensas: ¡si pudiera comprarme un libro cada día! Pero al final has decidido que no estás por la cantidad, sino por la calidad. Si comprases demasiado a menudo a buen seguro que acabarías comprado bodrios, en cambio, poder hacerlo sólo de vez en cuando te hace estrujar la calidad de lo que compras y escogerlo muy bien. Más dosis no es la solución, lo sabes perfectamente. La solución sería romper la cadena de la necesidad de una nueva dosis... Pero esto... ni lo quieres in puedes hacerlo... Tienes demasiado interiorizada la necesidad de comprarte libros. Y esta necesidad, de hecho, la alimentas con la felicidad que te da la lectura, que si bien jamás es una descarga comparada a la de la adquisición – es un placer mucho más tranquilo- tienes terror a que se te acabe la posibilidad de experimentarla. Drew Barrymore decía que después de una vida adicta a las drogas y al alcohol, había llegado a un equilibrio en el que se podía drogar lo justo que necesitaba para tener controladas sus necesidades y llevar una vida más o menos normal. No decía que lo hubiera dejado; sólo decía que con el tiempo había conseguido controlarlo, dosificarlo, sabía cuando debía beber, hasta qué punto debía drogarse. Con la adicción a comprarse libros pasa lo mismo: has de saber qué puedes comprar y cuando, cuanto puedes gastarte, de qué punto no puedes pasar. Cuando llegas a la conclusión que comprando un libro cada día no serías en absoluto más feliz y que el anhelo insatisfecho sería el mismo y que debes estar por la calidad y no por la cantidad, y comprar menos pero escoger mejor lo que compras, creo que es un paso en la buena dirección.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Comentario a las palabras de Maragall

(es gordo que un político deba estar gravemente enfermo para empezar a decir lo que de verdad piensa...; y que todo el mundo lo entienda así, además, que todo el mundo entienda que si dice la verdad es porqué está enfermo...)

martes, 14 de septiembre de 2010

Viaje al pasado

Ayer fui a comprar en un super donde no voy habitualmente. La cajera es una chica que debe tener unos pocos años más que yo y que recuerdo porqué nos encontramos en unas colonias cuando yo tenia cinco años. Me fijé en ella porqué lleva el mismo nombre de pila que yo. A mis cinco años me di cuenta por primera vez que había gente en el mundo que podían llevar el mismo nombre de pila que yo, y saberlo no me hizo ni pizca de gracia. Cuando me di cuenta que en el libro de caras había más de quince chicas con el mismo nombre y apellido que yo, os podéis imaginar la ilusión que me hizo.... Pues esta chica llevaba mi nombre de pila y siempre estaba implicada en casos de aquellos tan típicos entre las criaturas de “me han dicho que tú has dicho”, o “aquella ha dicho esto de ti” o “mira que me ha dicho aquella otra de ti”. Siempre tenia el cotilleo a punto para hacerte sentir mal. A mis cinco años ya no la soportaba.

Ayer, mientras me estaba pasado las cosas que yo había comprado por la caja, vino otra cajera y le dijo: “me han dicho que explicas esto de mí”. ¡”Me han dicho que explicas esto de mí”! Al oír esta frase fui transportada por un momento al pasado, como si volviera tener cinco años y todavía estuviera de colonias. “No ha cambiado nada”, pensé. Han pasado treinta años. Treinta años y todavía está con lo mismo. Tiene cabellos blancos (teñidos), quizá incluso tiene hijos. Treinta años y todavía con los recaditos... ¿Es que hay gente que no evoluciona?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Agradable sorpresa

¿A que no adivinaríais nunca qué libro estoy leyendo? Va, os lo diré: Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard. Lo estoy disfrutando muchísimo. Ilustrándolo con ejemplos extraídos del cine y la literatura (muy adecuados), el autor va desgranando sus teorías... La idea principal de este libro es que, aunque leamos mucho, siempre seremos no-lectores de una gran cantidad de libros, libros de los que podemos vernos obligados a hablar... pero gracias al lugar que ocupan estos libros en la “biblioteca colectiva”, podemos formarnos una opinión orientativa y salir airosos de la prueba como si los hubiéramos leído de verdad. Se demuestra que el concepto mismo de “haber leído un libro” tiene unos límites borrosos, muy borrosos. Habla del “libro pantalla” (imagen o recuerdo o idea que nos hacemos de un libro sin haberlo leído realmente o sin recordar que lo hemos hecho), del “libro interior” (combinación de nuestra personalidad, de las lecturas que amamos y de lo que realmente aprovechamos de un libro; lo que es aquel libro para nosotros), y del “libro virtual” (espacio de encuentro que compartimos con todas las personas de nuestra cultura a la hora de hablar de un libro determinado). El autor demuestra que se puede ser un no-lector bien informado y parecer siempre una persona leída. Pero, aunque parezca lo contrario, este libro es una firme defensa de la lectura y de leer de verdad los libros que nos gustan, ya que no podemos leerlos todos... Un libro que me ha sorprendido y encantado, y que viene a poner otra vela en el altar en que en nuestra sociedad tenemos los libros, en la “sacralización” del libro y al prestigio que tiene la lectura sin que se practique mucho, y que seguro que puede parecer una actitud exagerada a más de uno. Ahora, que se llegue al punto de poder hablar de los libros sin que haga falta haberlos leído, y eso es posible según este libro... ¿no demuestra una carencia fundamental de nuestra sociedad? ¿Es un síntoma más de aquello que dicen que “la sociedad está enferma”? Pues no sé si está enferma o no, pero me doy cuenta que la gente mira la tele como nunca...

domingo, 12 de septiembre de 2010

Falsas promesas

Álvaro me dijo que hablaba alemán.

Tengo una vecina que se gana la vida hablando alemán. Le pedí a Álvaro que me gustaría oírle hablar con ella.

De repente, resultó que ya no sabía hablar alemán.

Supongo que, si le hubiera conocido lo suficiente, me habría dado cuenta que era así en todo... Jugaba mucho de farol...

viernes, 10 de septiembre de 2010

Cuando no se tiene nada que decir

“El peligro de la facilidad de la escritura: las palabras sin peso, el exceso de oficio, la retórica como inercia, la verborrea camuflada de estilo.”

“El peligro de la dificultad de la escritura: los párrafos forzados, la letra muerta del poema, la reacción histérica ante el propio silencio que se resuelve en forzados ejercicios de estilo.”
(palabras encontradas en internet)

¿He de decir que plantearse la escritura en estos términos me parece una absoluta y solemne tontería? Yo jamás diré que tengo un “exceso de oficio” porqué todavía estoy aprendiendo. Eso pasa sólo cuando no se tiene nada que decir o cuando la escritura no surge de una necesidad de expresión profunda. Si te pasa eso cuando escribes, ¿para qué narices escribes? Ser buen escritor también incluye saber reconocer las fases de “barbecho”...

martes, 7 de septiembre de 2010

La danza de la lluvia

Estoy esperando que llueva. Desde el sábado que anunciaron lluvia para el miércoles –hoy estamos a martes-, que estoy esperando que llueva. Ahora hacía días que no llovía y lo echo de menos. Los días de lluvia me siento más protegida, encuentro que la gente no es tan agresiva. Los días de lluvia tiene más lógica quedarte encerrada en casa. Oír la lluvia percutir contra el tejado sin mojarte es uno de los placeres de esta vida. Siempre apago la radio y lo escucho. Ahora, si se debe coger el coche, los días de lluvia el tráfico se vuelve loco, por las calles hay más coches que nunca que se creen que tiene derecho a pararse en cualquier parte, algo que no pasa cuando no llueve; es la única cosa que no me gusta de cuando llueve, pero el coche tampoco tengo que sacarlo a menudo. Pero cuando llueve también hay una especie de sentimiento de solidaridad entre los conductores, todo el mundo tiene más paciencia. E ir a pie a cualquier sitio, bajo el paraguas, si la lluvia no es torrencial, me relaja mucho, aunque llegue a los sitios remojada. De momento no he cogido nunca ningún catarro por este motivo... Si vas caminado bajo la lluvia que va cayendo puedes sentir una especie de comunión con el universo. O sea que estoy esperando que llueva, lo espero con impaciencia... Antes de la descarga de agua el aire está cargado de electricidad, y se me hace pesado, me pongo de mal humor. Cuando llueve sonrío. ¿Cuándo va a llover? ¿Será hoy mismo?

lunes, 6 de septiembre de 2010

Desgana

Estos días no tengo muchas ganas de escribir en el blog. No se me ocurre nada. No sé exactamente porqué pasa eso. Me acuerdo de una conferencia sobre blogs en que Biel Mesquida dijo que si tienes un blog “no puedes dejarlo abandonado”... Es decir, que estás moralmente obligado a escribir cada día. Ahora, entonces puede ser que te salga alguien diciendo que “escribes demasiado”, como me ha ocurrido a mí. ¿Qué significa “escribir demasiado”? Yo escribo lo que necesito escribir, ni más ni menos. Ahora, quizá sí que debería replantearme eso de escribir cada día y dar un respiro a los lectores... Puede parecer un tópico, pero nadie está obligado a leerme, y si me lee, a leerme cada día... ya sé que hay lectores que sólo se dejan caer por el blog de vez en cuando... Supongo que en mi blog hay poca variedad, y que mis textos resultan pesados y aburridillos, aunque a mí me parezcan muy interesantes. Son poco “comerciales”, algo que no quiere decir necesariamente que sean buenos, porqué también hay literatura minoritaria mala. ¡Y yo que quería que me leyeran los “happy few”! (Aunque estoy muy contenta con los lectores que tengo). Pues nada, que hoy empieza una nueva temporada, y me gustaría volver a publicar el blog cada día, después de las intermitencias estivales, pero no sé si me ocurrirá un post cada día o sólo alguno de vez en cuando. Por no hablar del montón de cosas que me gustaría decir y que, como pienso que es mejor no decirlas, me bloquean y le ponen el tapón a mi creatividad. Pues así vamos... ¡Qué tengáis un buen retorno al trabajo!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Uy, estos quilillos...

Cada vez que oigo por la radio que alguien pronuncia la palabra “dieta”, ¡me entran unas ganas de comerme un croasant!