jueves, 31 de diciembre de 2009

* * * Comming soon * * *

Me cogo unos días de asueto. Espero volver pronto.

lunes, 28 de diciembre de 2009

El día que me encontré a Pessoa en el tren

Cuando estudiaba, cogía mucho el tren. A mí los trenes siempre me han apasionado. Un día, yo acababa de sentarme y todavía había gente que estaba de pie esperando encontrar un asiento. Y le vi. En medio de la gente, un hombre con un traje oscuro, aquel bigotito y un bombín, recién salido de una fotografía en blanco y negro. Cuando pasó por mi lado, al darse cuenta que le miraba, cogió el sombrero con la mano y lo levantó ligeramente. Después continuó, y como no había lugar para sentarse en el vagón, salió por la puerta. Sabía que era imposible, llevaba un libro suyo en la mochila, pero también estaba segura: había visto a Fernando Nogueira Pessoa en el tren, ¡y me había saludado!

jueves, 24 de diciembre de 2009

No tengo más repertorio

He estado pensando en ello, y creo que todo lo que soy capaz de decir en el blog ya lo he dicho. Me parece que cada vez soy más previsible, cada vez soy capaz de sorprender menos al lector, que me repito más que el ajo y que lo único que todavía puedo hacer es encontrar nuevas maneras de decir lo mismo: puedo decirlo con más matices, pero básicamente es lo que ya he dicho alguna vez. Aquello que decía que me gustaría que el lector pensara “a ver por qué patanera va a salir esta”, pues sencillamente el lector ya lo sabe demasiado bien, por donde saldré. Se me ve a venir de tres kilómetros a la redonda. Es así, no tengo más repertorio. Supongo que lo que debería hacer es dejar de hacer el blog e ir a por otras cosas, pero sé que no lo haré, y aunque lo que digo esté más visto que la moños continuaré al pie del cañón. Pues nada. Si os gusta la repetición, si os gusta que siempre diga lo mismo con nuevas palabras, habéis aterrizado en el lugar adecuado. ¡Feliz Navidad!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Componer

... sí, ya lo sé, cuando me emociono, redacto mal. Se debe estar en un estado de “fría concisión” para aliñar las frases con un poco de fundamento...

martes, 22 de diciembre de 2009

La última separación

Supongo que morirse da tanto miedo porqué es la última cosa que hacemos solos; debemos hacerlo solos indefectiblemente.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Franqueza e intransigencia

Me parece que soy demasiado intransigente. Si te das cuenta que alguien te miente, ¿qué debes hacer? ¿Fingir que no te das cuenta? ¿Reprochárselo, cosa que yo he hecho muchas veces y siempre ha acabado como el rosario de la aurora, y me he quedado sin amigas? ¿Qué significa ser maduro, saber cuando te engañan y apartarte de la mentira, o tener suficiente humanidad para darte cuenta de las mentiras que la otra persona necesita decirte para que la relación funcione, y aceptarlas con condescendencia? ¿Es que no digo mentiras yo? ¿Soy demasiado intransigente con los defectos de los demás? En fin, que “humanidad” y “franqueza” son dos términos que hace tiempo que me doy cuenta que no conjugan tanto como deberían... Ya no digo “verdad”, porque la verdad depende de los ojos de quien la mira, de la verdad individual de cada cual, es decir, que es individualmente absoluta; la verdad existe, pero depende de cómo vea las cosas cada persona. ¿Se trata sólo de eso, de que no veo las cosas de la misma forma que los demás? ¿Veo demasiado? ¿Veo demasiado poco? Si algo he pedido siempre a los otros es franqueza... claro que ellos no sabían que yo sólo pedía eso... y evidentemente con esta exigencia desaforada he acabado quedándome sola...

viernes, 18 de diciembre de 2009

Ridícula creatividad

Sé que muchas veces, con las cosas que digo, hago el ridículo. Pero, ¿habéis visto nunca a alguien hacer el ridículo de una manera más creativa que mi manera de hacer el ridículo?

Las conclusiones del rey Salomón

Mira por donde, al final he llegado a una especie de reconciliación con mi poeta-inspector. ¿Os acordáis que decía que todos los inspectores que había conocido en la vida real eran corruptos y que me hacía muy mala espina que un poeta, como el que yo acababa de conocer y admirar, fuera inspector de colegios? Pues al final he llegado a la conclusión que los inspectores, si inspeccionan lugares donde se trate con dinero, pueden ser corruptos, pero los inspectores de colegios, como que en un colegio no se trata con dinero, no si se trata se trata poco, (no en vano existe el dicho “pasas más hambre que un maestro de escuela”), no existen tantas posibilidades que sean corruptos. ¿Qué os parece? Así puedo mantener la buena opinión que tenía de mi poeta, y puedo continuar pensando mal de los inspectores... (de los que inspeccionan lugares donde se trata con mucha pasta). Me parece una solución salomónica.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Amores que matan

Una vez oí por la radio la entrevista a una mujer que era propietaria de un quiosco en la rambla. Aquella buena mujer decía que cada vez que el barça celebraba un título, le incendiaban el quiosco. Ella vivía de aquel quiosco. Pero, dijo con una voz llena de culpabilidad: “hemos llegado a desear que el barça pierda...”. ¡Con una voz llena de culpabilidad! ¡Por desear que el barça pierda! ¡Cómo si esto fuera un crimen! Es decir, que cuando el barça gana te ponen la paradita patas arriba, que no es la paradita, es tu medio de vida, ¡y aún así te sientes culpable por desear que el barça no gane! Perdonad, pero si yo fuese esta mujer, ¡ya me habría hecho del madrid! Y aquí se pone de manifiesto que, a veces, el amor a unos colores deportivos se escapa de lo que es racional...

martes, 15 de diciembre de 2009

Cordon bleu

Lo que ahora voy a decir os podría hacer pensar que soy mala persona, pero... allá va... Hablemos de Guardiola. ¿Qué mérito tiene ganarlo todo entrenando al barça o al madrid? ¡Del barça y del madrid se espera que lo ganen todo cada año! Ganar la liga entrenando el sporting de gijón, ¡eso sí sería algo! (Y un sporting tal y como es ahora, un equipo modesto; no un sporting hipervitaminado en manos de un trillonario...) Yo, ya digo, hasta que Guardiola no gane algo entrenando un equipo pequeño, no me convenceré que es un entrenador extraordinario. Que es bueno ya lo sé. Pero extraordinario... Sí, sí, ya os he dicho que soy mala persona...

El exprimidor

Eso de escribir también tiene su peaje... Aunque los textos, una vez listos, no parezcan gran cosa, la construcción de algunos me pide un gran esfuerzo de concentración. Estoy tan metida en ellos que no “veo” las faltas de ortografía (¡faltasas!) que voy haciendo, no veo nada más, sólo veo lo que quiero decir. Y me apasiono y... cuando acabo estoy en un estado de exaltación importante, parecido a la embriaguez. No siempre me pasa eso, ¿eh? Sólo a veces... Ya sé que estáis pensando: ¡mira por donde esta se coloca escribiendo! Quizá incluso podríais tener razón. El caso es que durante un rato después de haber hecho el esfuerzo estoy en un estado que describiría como cuando alguien que ha sacado la cinta de casset de las guías (que quedaba la cinta toda arrugada) y que se viera en la necesidad de volver a atornillarla. Mi cerebro en aquellos momentos es la cinta de casset arrugada y esperando ser recompuesta. Es bajar un peldaño en el camino de la locura; la cabeza me queda en un estado de gran fragilidad; me vienen unas inmensas ganas de parlotear y de decir tonterías. No podría hacer mucha vida social cuando estoy en este estado. En momentos como este, estar sola, familiarmente sola, es una bendición para mí. De todas formas, no porqué me quede una rato fuera de mí dejaré de estrujarme... no podría.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Especificación

Algo que me gustaría puntualizar es que cuando hablo de temas científicos, literarios o filosóficos, no pretendo tener ningún tipo de rigor. Me gustaría, claro, poder hablar rigurosamente y con escrupolosidad de estos temas, pero reconozco que eso no está a mi alcance: no puedo hablar de ninguno de estos tres temas con la puntillosidad y la exactitud con la que podría hacerlo una persona con una carrera universitaria, ya sea de ciencias o de letras. Lo único que yo pretendo es saber utilizar lo poco que sé para producir un buen texto, un texto que funcione literariamente (siempre según mi criterio, claro, que en eso habría mucho a discutir), un texto que obligue a quien lo lee a continuar leyendo para ver “qué se me ocurrido ahora”: un texto que sea interesante de leer. Con eso no quiero decir que diga tonterías conscientemente, aunque seguro que alguna he dicho, sólo quiero decir que miro de redactar tan bien como puedo los cuatro datos científicos, literarios o filosóficos que he ido recolectando a través de mis lecturas. A eso le añado mis experiencias “en el mundo real”, que no por haber salido poco de casa quiere decir que no esté saturada de experiencias, y hurgando un poco de aquí y un poco de más allá, compongo el texto. Claro que supongo que no hace falta decir que no hay rigor científico, literario o filosófico, porque supongo que ya se debe notar lo suficiente, pero en fin, yo no prentendo sentar cátedra de nada, que más querría; sólo pretendo expresarme. Y al fin y al cabo esto sólo es un blog.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Bloguiversario: ¡cuatro!

Pues sí, hoy cumplo cuatro años de hacer el blog... ¡Cuánto tiempo ha pasado! (El blog ya me ha durado más que el contrato laboral más largo que he tenido...) Estos días he estado reflexionando, y me he dado cuenta que algo que ha cambiado en estos cuatro años ha sido mi actitud ante los comentarios. Antes no les daba importancia, y en cambio ahora los valoro cada vez más. Por ello me sabe mal que, cuando borré el Blog de una lectora, (que ahora republico), se borraran todos los comentarios que los fieles lectores me habían ido dejando. En el momento de borrarlo no caí en ello, porqué lo que yo había escrito lo conservaba, y eso me pareció lo único importante... Pero el caso es que ahora me sabe mal haber perdido aquellos comentarios. También me sabe mal haber dejado atrás, como consecuencia de mi espantá, a un par o tres de lectores fieles que eran los que me hacían la mayoría de estos comentarios. No siempre me gustó todo lo que me dijeron, pero, visto en retrospectiva, me doy cuenta que les añoro. Además, supongo que no son los únicos lectores que he dejado atrás a lo largo de mi periplo, después de tantas idas y venidas. Querría dedicar el post del cuarto aniversario a todos estos lectores que me leyeron un día, y que, por la razón que sea, ya no me leen – aunque sé, que, claro está, ¡esto ya no podrán leerlo!-. En fin. El blog, en cierta manera, es sobretodo de los lectores fieles, de los que me siguen desde el principio, pero también de los que se van incorporando. Quizá tengo poquitos lectores, pero los tengo, y eso es lo que hace que se cierre el círculo de la escritura. Quiero decir que cada vez soy más consciente que escribir para una misma, sin que nadie tenga la posibilidad de leerlo, no tiene sustancia. Lo que lo hace emocionante todavía es que haya lectores. ¡Muchas gracias a todos y feliz aniversario!!!

viernes, 11 de diciembre de 2009

La força de la massa

El otro día un periodista del madrid dijo que los aficionados que habían seguido el autocar del equipo eran “veinte veces cinco”... un hinchado eufemismo para no tener que reconocer que apenas había cien personas siguiendo aquel autocar... ¡el del madrid!, ¡el mismo madrid que tiene nueve copas de chapiñones! Sólo cien personas... Yo siempre me quejo de la prepotencia barcelonista, pero si hay algo peor que la prepotencia barcelonista, ese algo es la prepotencia madridista. No miento cuando afirmo que los periodistas madridistas elevan la prepotencia a categoría artística... Porqué los del barça son prepotentes porqué ganan, ¡pero los del madrid son prepotentes manque pierdan! Y, volviendo a la frase del periodista... ¿qué les pasa a estos del madrid? ¿Es que tienen miedo de ser pocos?

jueves, 10 de diciembre de 2009

Leyendo todavía a Sylvia Plath

Recordando vagamente lo que escribí sobre estos poemas, me doy cuenta que quizá fui un poco frívola. No me di cuenta del sufrimiento, del inmenso sufrimiento que debe sentir alguien para escribir eso. De la prefiguración de la propia muerte. Es terrible. Que alguien haya escrito unos poemas así es terrible. Estos poemas son terribles, no en lo que respecta a su calidad, sino por el contenido. Que alguien pueda llegar a sentir así y que no haya ninguna persona de estas mal llamadas “humanas” para ayudarla... Estos poemas son un terrible grito de socorro, una manera de llamar la atención sobre el sufrimiento de quien los escribe. Son un aullido terrible. Y algunos lectores todavía hablamos frívolamente de su “calidad literaria”. Una persona sufre y nosotros hablamos de su “calidad literaria”... (Quiero decir que el mismo sufrimiento, expresado en versos mediocres y sin vívidas imágenes... ¿qué?) Evidentemente, el mensaje nos llega porqué hay esta calidad, pero... escribí que unas ganas de morirse como estas, lo que provocaban era repugnancia. Eso fue la primera impresión... pero, leyendo más a fondo, me doy cuenta que lo que hacen es mover a una unánime compasión, un deseo de hacer algo para aliviarlo. El deseo que pudiera encontrar un momento de alivio antes de su drástico final. Los poemas debían ser el alivio, claro. Expresarse siempre saca pesos de encima. Saber que alguien, algún día, como ahora hago yo, leería esto y la llamada le llegaría. Aunque ya fuese demasiado tarde. Son un grito de ayuda, la expresión de la desesperación absoluta. Sylvia Plath hace filigranas con la desesperación absoluta. Continuo leyendo, pero ya no lo hago para captar imágenes. Ahora lo hago para acompañarla, para que su mensaje me llegue. Ella necesitaba que su mensaje llegara a alguien, alguien que se preocupara por ello. Cuesta, pero. Leo y me tiño de añil. No puedo responder a la llamada. La voz aúlla, tan cercana, y ya no está aquí, fue vencida, en un país lejano, lejos de casa, hace mucho tiempo. Leo, pero... no creo que sea una lectora a la altura de estos poemas. No creo que sea una lectora a la altura del dolor. Y tampoco creo que toda esta panda de feministas que se llenan la boca con la trascendencia de estos poemas lo hayan sido. Estos poemas quieren intimidad, no el sectarismo pamfletario que a veces existe alrededor de la autora. No puedo estar a la altura para ayudarla... sólo puedo leerlos y sentirlos en la intimidad, y no quiero hacer ningún pamfleto. Sólo podría estar a la altura alguien que los tiñese con su propia desesperación. Y a mí me quedan muchas sonrisas, todavía, aunque haya veces que no me lo parezca.

martes, 8 de diciembre de 2009

¿Quién ha dicho derechos de autor?

Cuando encuentro un poema en un libro, sé que es la versión buena. El original bueno, la mejor traducción... sé quien es el autor de la traducción. Hay una seriedad, un rigor tras la elección de cada uno de los elementos que ha sido publicados en formato libro. Pero, en internet, es el caos... No sólo no hay ninguna forma de comprobar que quien dice que ha hecho la traducción la haya hecho realmente, sino que además es muy fácil para cualquier aprendiz de poetastro (que no de chapucerastro) atreverse a hacer su propio pastiche, pincelar con cuatro retoques una versión prestada, o simplemente publicar la peor versión de aquel poema que haya sido capaz de encontrar. No hay rigor, ni seriedad, ni fiabilidad. Buscar la traducción de un poema popular por internet es para volverse tarumba. Pero, al mismo tiempo, ¡cuánta gente se ha fijado en este mismo poema que ahora tú escoges!, cuánta gente ha aportado su granito de arena... no hay rigor, ni seriedad, ni fiabilidad, ¡pero cuantas ganas de leer y de traducir poesía! ¡A cuántas versiones más o menos potables puedes acceder sólo con un clic! No hay rigor, ni seriedad, ni fiabilidad: prefiero un buen libro... ¡pero cuantas posibilidades ofrece internet! En media horita puedes construirte una antología de bolsillo (más o menos acertada, eso sí) de cualquier poema que te guste... (y que sea popular, claro...); según como, es para sufrir un ataque de nervios, pero... me encanta internet. Es exactamente aquello que decía Borges de “remedar el divino desorden”...

domingo, 6 de diciembre de 2009

El fervor del dulce momento

Las dudas son muchas... yo procuro mantener el optimismo, pero es en vano... Todo va bien mientras estoy sola en casa, pero... cuando salgo a la calle mi equilibrio se hunde. Estoy harta de ser tan frágil, de que todo pueda afectarme tanto y tanto... En mi vida no hay ningún rincón donde esconderse. El sol implacable de la paranoia lo gobierna todo. Si he de vivir así muchos años... Una vez dije que no entendía la depresión, porqué la alegría me sube y me baja, soy inestable, pero nunca estoy hundida mucho tiempo seguido. Pero cuando estoy hundida... estoy en el sotano... Después me recompongo... me compro un libro, leo, escucho la radio... pero la garra que me ha clavado la paranoia, que normalmente acostumbra a ser en forma de rechazo por parte de las otras personas (y seguramente no siempre me lo invento), se acaba de clavar honda en la herida frágil de mi vulnerabilidad. No sé por qué yo he de sufrir esto... qué mal he hecho (dice que el mal que les hemos hecho a los demás nos retorna). Debo haber hecho mucho mal, en una vida pasada, para tener que sufrir tanto, porqué estas garras afiladas me destrocen cada vez. Garras que tengo en mi interior. “En guerra con mis entrañas”, dice el poeta. Así no se puede vivir. Morirse, según como, también puede ser una solución, la gran solución. No, no hace falta que os preocupéis, no intentaré nada; no haré más el ridículo: tengo mucha práctica en ir aguantando... Pero nada me impide esperar el gran momento con fervor... A grandes males, grandes remedios, no sé como decirlo...

sábado, 5 de diciembre de 2009

Uno de aquellos días...


Hay días en los que la vida se llena de porqués...”

(escrito en una mesa)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Caerse del peral

Me acabo de dar cuenta de una cosa curiosa: creía que no podía escribir ficción, pero en el post Verdades esenciales de la existencia, en que me he tomado algunas licencias literarias para dar color, ¿qué son estas licencias sino ficción? A una escala microscópica, es cierto, pero... Por tanto... puedo escribir ficción si me siento impelida a ello... El problema no son las pastillas... debe ser otra cosa. Vaya, vaya, vaya...

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Todo, todo y todo

Todo está escrito, pero yo todavía no he escrito... Lo que quiero decir es que aunque de humanos ha habido muchos, y algunos han escrito grandes cosas, cada persona puede aportar su visión personal e irreptible, el carácter distintivo de su individualidad, y todo el mundo tiene derecho a añadir su granito de arena, aunque en la playa haya muchos, de granitos de arena.

martes, 1 de diciembre de 2009

Verdades esenciales de la existencia

Hace diez años conocí a un chico, llamémosle Lázaro (que no se llama Lázaro en absoluto, ¿eh?)... pues hace diez años que conocí a este chico, y resulta que todavía suspira por mí... y, ¿podéis creerlo? Lo que le enamoró de mí hace diez años no fueron nuestras conversaciones intelectuales de alto voltaje, ni mi manera de lucir el culo dentro de una falda cara, ni nuestras tórridas sesiones de sexo animal... lo que le enamoró de mí fueron tres pequeños detalles:

1 que sabía barrer
2 que sabía fregar
3 que sabía lavar los platos

(¡ahora imaginad cual habría sido el resultado, si, además, entonces hubiera sabido cocinar! Imaginadlo...) Observando sus reacciones, llegue a la inapelable conclusión de que, lo que quiere un hombre es... tachan: UNA CRIADA. Eso les vuelve locos. No sé por qué, en descubrirlo, no me hice lesbiana allí mismo. Diez años y todavía suspira por mi manera de danzar con la fregona... como decía aquella, en momentos así, me siento "mujer"...

(Nota: para armar este texto me he permitido más de una –y más de dos- licencias literarias... pero en esencia estoy contado la verdad.)
(Re-nota: todos los hombres quieren una criada... excepto los lectores masculinos de este blog, ¡que sé que sois muy equitativos y que ayudais mucho en casa! - no querría herir suceptibilidades...)