miércoles, 8 de febrero de 2012

Inventar aquí

Entiendo que el concepto “sentarse a inventar” del otro post pueda quedar un pelín confuso...

Donde he dicho inventar debería haber dicho “crear el texto”, pero para mí crear comprende todo el proceso, desde que se saca el magma a cuando se pasa a limpio. Digo inventar a la parte del proceso de crear que genera las letras, que genera algo que no existía como objeto verbal, aunque este objeto verbal se base en una realidad no inventada.

Me siento a inventar aunque lo que explico, “la materia primera”, no sea inventada.

Mi vida
mis libros
mis reflexiones y observaciones

existen, y podría explicar básicamente lo mismo de viva voz si alguien me escuchara...

Pero el texto que explica todo esto, con su estructura, metáforas,  y sonido, no existe, y has de saber conjugar las palabras con una cierta gracia para darle forma, has de inventar la manera de explicarlo bien. Es eso el que invento, la manera más eficaz de explicarlo.

Invento una letra para dar forma a lo que tengo dentro de mi cabeza, a mis verdades (que tampoco pretendo que sean verdades absolutas, pero sí mías.)

Me siento a inventar maneras de explicar cosas no inventadas, y no tengo un horario regular para “parir” un texto.

La materia prima de lo que explico no es inventada, aunque según como cuesta mucho de salir y está aderezada, transformada y adornada para dotarla de sentido como texto. (También se debe tener en cuenta que, teniendo una enfermedad mental, para mí “la realidad” siempre ha sido algo muuuy complejo.) Es aquello a lo que llaman “la impostura literaria”, mentir bien la verdad. (Yo también intento entenderlo...)

La “materia prima” (verdadera) también es “materia en bruto”, le hace falta ser elaborada; a eso yo lo llamo “inventar”. (El texto que lo explica debe ser inventado, aunque lo que digo en él no me lo invente.) La combinación de palabras con que lo explico no existe, debo darle forma. Me siento a inventar las palabras, estructura, recursos literarios y sonido con que lo explicaré. Me siento a inventar la manera de explicarlo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Sentada

Me siento a inventar las palabras con qué lo explico, no el contenido de lo que explico.

sábado, 4 de febrero de 2012

Atrapada en el paraíso

Hay días en qué escribo tres posts. Otros días no escribo ninguno. Por respeto a los lectores, en el blog solamente me dejo publicar un post al día, o menos; este ritmo de publicación hace de embudo, y van saliendo los posts producidos desordenadamente gota a gota, pellizco a pellizco, algo que permite que parezca que hay una constancia en la creación. Pero eso no es así, la constancia solamente es en el ritmo de publicación; la creación artística (el rapto de la inspiración) es un fenómeno bastante más anárquico, desordenado y que funciona más bien a bandazos, que no tiene horarios ni rutinas, y que se ha de saber pescar al vuelo cuando se produce, que no siempre es cuando “va bien” publicar.

Si la escritura no tiene horarios, como mínimo que los tenga el blog. Publicar cada día más o menos a la misma hora me proporciona una cierta sensación de orden en la escritura que no tengo en los horarios de escritorio, donde siempre me siento a una hora diferente e impulsada por un estímulo diferente. Aunque, si escribir me gusta tanto es porqué, en el fondo, escribir es ordenar, y yo soy compulsivamente ordenada. Ordenar también es intentar controlar, y el rapto artístico es algo que no se deja encajonar dentro del reloj tan fácilmente. Si me sentara a inventar siempre a la misma hora, como me siento a comer, probablemente no me saldría nada. Jamás me siento expresamente a inventar, aunque sí tengo unos horarios para pasar a límpio. Jamás me siento expresamente a  inventar, pero hay días en que al cabo del día he generado tres posts nuevos que no sé nunca cuando podré publicar. Otros días me doy cuenta que no he generado ninguno, y tampoco siento ninguna sensación de carencia por ello, aunque, si un día no publico, estoy de mal humor todo el día.

Escribir me ha enganchado desde siempre, pero publicar... ¡esto es droga dura! Por ello intento mantener un  orden en las publicaciones e intento mantener el necesitar hacerlo solamente una vez al día, por respecto a los lectores (para que puedan seguirme plenamente y sin estresarse), pero también para mantener una coherencia mental y para que la cosa no se me desborde como me pasó al principio de hacer el blog, en que llegué a publicar noventa y siete post en un solo mes, y tenía la intención de llegar a los cien. Pero pronto me di cuenta que hacer un blog no era eso, que hacer un blog no era competir a ver quien hace más posts, y que un blog no es solamente la cantidad de posts publicados; desde entonces intento mantener una moderación; pero debo imponérmelo como “política editorial”, y muchos días me lo saltaría a la torera...

Si se publica para ser leído, aunque no sea para demasiada gente, no se puede jugar a agotar la paciencia del personal publicando treinta post al día... Aparte que no creo que fuera bueno para mí, tampoco, tal y como me rebota la inseguridad, necesitar publicar demasiados posts al día... Con uno hay más que suficiente... La actividad excesiva en un red social mal llevada puede llevarte al colapso (las redes sociales son adictivas), y me conozco... Como decían los antiguos, equilibrio. Además, procuro no olvidar que mi actividad principal es escribir, no publicar el blog, y que me debo a la escritura, no al blog... (aunque parezca que lo que no pueda dejar sea el blog...).

miércoles, 1 de febrero de 2012

Media

Normalmente genero una media de casi tres posts al día; sólo me permito publicar uno o ninguno.