martes, 1 de diciembre de 2009

Verdades esenciales de la existencia

Hace diez años conocí a un chico, llamémosle Lázaro (que no se llama Lázaro en absoluto, ¿eh?)... pues hace diez años que conocí a este chico, y resulta que todavía suspira por mí... y, ¿podéis creerlo? Lo que le enamoró de mí hace diez años no fueron nuestras conversaciones intelectuales de alto voltaje, ni mi manera de lucir el culo dentro de una falda cara, ni nuestras tórridas sesiones de sexo animal... lo que le enamoró de mí fueron tres pequeños detalles:

1 que sabía barrer
2 que sabía fregar
3 que sabía lavar los platos

(¡ahora imaginad cual habría sido el resultado, si, además, entonces hubiera sabido cocinar! Imaginadlo...) Observando sus reacciones, llegue a la inapelable conclusión de que, lo que quiere un hombre es... tachan: UNA CRIADA. Eso les vuelve locos. No sé por qué, en descubrirlo, no me hice lesbiana allí mismo. Diez años y todavía suspira por mi manera de danzar con la fregona... como decía aquella, en momentos así, me siento "mujer"...

(Nota: para armar este texto me he permitido más de una –y más de dos- licencias literarias... pero en esencia estoy contado la verdad.)
(Re-nota: todos los hombres quieren una criada... excepto los lectores masculinos de este blog, ¡que sé que sois muy equitativos y que ayudais mucho en casa! - no querría herir suceptibilidades...)

No hay comentarios: