miércoles, 16 de diciembre de 2009

Amores que matan

Una vez oí por la radio la entrevista a una mujer que era propietaria de un quiosco en la rambla. Aquella buena mujer decía que cada vez que el barça celebraba un título, le incendiaban el quiosco. Ella vivía de aquel quiosco. Pero, dijo con una voz llena de culpabilidad: “hemos llegado a desear que el barça pierda...”. ¡Con una voz llena de culpabilidad! ¡Por desear que el barça pierda! ¡Cómo si esto fuera un crimen! Es decir, que cuando el barça gana te ponen la paradita patas arriba, que no es la paradita, es tu medio de vida, ¡y aún así te sientes culpable por desear que el barça no gane! Perdonad, pero si yo fuese esta mujer, ¡ya me habría hecho del madrid! Y aquí se pone de manifiesto que, a veces, el amor a unos colores deportivos se escapa de lo que es racional...

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