viernes, 3 de octubre de 2014

Viaje virtual

No se puede decir que yo haya viajado mucho, ni tan solamente se puede decir que haya salido mucho de casa. Muchas cosas las he aprendido en los libros (y en la radio). Es por ello que a veces temo que, de lo aprendido en los libros, una vez enfrentado a la inmensa vastedad del mundo real, de ello no quede nada que sirva para nada, como si lo aprendido fuera una especie de flor de invernadero que tuviera que echar raíces al aire libre y no supiera si será capaz de conseguirlo.

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En un libro leído últimamente, me ha parecido comprender la mentalidad de lo que solemos llamar “la América profunda”, es decir, la mentalidad de los habitantes de los pueblos (que no de las grandes ciudades), del norte del continente americano. (Y que habiendo visto tantas series y pelis norteamericanas desde siempre nunca había acabado de pillar).

El libro es La ética protestante y el espíritu del capitalismo, de Max Weber, que, ya aviso, es un tocho tocho, un auténtico ladrillo, y que me ha costado tragarme lo que no está escrito... (pero que ha valido la pena).

Creo sinceramente que toda persona de aquí (quiero decir de un país con substrato católico, aunque sea católico no practicante), y, sobre todo, alguien imbuido del anticlericalismo que hay aquí, debería leerlo si quiere ir a establecerse allá.

Ya sé que muchas personas de aquí han ido allá sin haber leído este libro y no lo han echado de menos, pero yo me alegro de haberlo leído (aunque no me moveré de casa ni iré nunca allá), porqué creo que he comprendido algo real sobre la mentalidad de esta gente, que viven en el país que dirige el mundo occidental, y me alegro de haber entendido algunas cosas que me preguntaba, aunque sepa que cualquier realidad social va mucho más allá de lo que se pueda leer en un libro, y que este libro tenga ya sus añitos...

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¿Y por qué digo que he entendido cosas que me preguntaba?

Pues porqué dos veces en mi vida he sido testigo de cómo dos personas norteamericanas que no se conocían entre ellas se enfrentaban a una situación difícil (una a la muerte de una persona mayor, la otra a un internamiento en el psiquiátrico), juntado las manos todos juntos y rezando, algo que me llamó muchísimo la atención (me quedé a cuadros) y que no he visto hacer jamás de los jamases a nadie de aquí... Y que si hiciera alguien de aquí lo encontraríamos fuera de lugar, seguramente.

Leyendo este libro he entendido el porqué estas personas norteamericanas hicieron este gesto, para ellos completamente serio y trascendente. Aquella gente cree, y no les averguenza creer. Y no quiero decir que aquí no haya también gente que crea, pero nos lo tomamos de otra forma...

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Y aquí es donde la flor de invernadero (mis teorías personales, sacadas de los libros) debe sobrevivir al rigor del mundo real... ¿Qué sé yo del mundo real y de hasta qué punto lo que he escrito abarca alguna realidad?




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