martes, 21 de octubre de 2014

Reflexiones de campo

Dueña de tu vida tienes que serlo siempre cuando vives, no solamente cuando lees o escribes... (o escoges el próximo libro a comprar... o el próximo libro a leer...).

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Si releo algunos de los libros que poseo es para demostrar que jamás he comprado libros a la buena de dios. (Tampoco es que tenga que demostrar nada; me gusta releer). Podría ser que algunos de los libros que me haya comprado el paso del tiempo haya acabado demostrando que al fin y al cabo no tenían demasiado interés, y que haya deshecho de ellos, (me he ido auto-educando y refinanado a medida de ir escogiendo); pero no tengo cada uno de los libros que tengo y que considero valiosos por casualidad... Y los considero valiosos en relación con su contenido legible: no tengo primeras ediciones, ni joyas bibliográficas, ni libros raros... Hacer este tipo de elecciones sería traicionar el espíritu que creo que debe tener una biblioteca personal, y que es el de construirla poco a poco, volumen a volumen, con libros dignos de ser releídos (y no coleccionados, aunque algunos sí que los coleccione, aunque no sean del tipo de libros pecuniariamente valiosos que se coleccionan), y que acumularlos debe estar al alcance de alguien que no hace falta que ate los perros con longanizas... ¡y que sepa leer!

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A  veces, en nuestras creaciones artísticas más personales – y no sujetas a las leyes de mercado o sometidas al poder: en música, en pintura, o en literatura-, no hace falta revolucionar nada, ni tampoco se trata de querer pasar a la historia o de "arrasar con todo"; solamente se trata de pasárselo bien...– (Claro que todo esto sería interesante...)



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