viernes, 15 de enero de 2010

Chéjov versus Calvino

Italo Calvino dice que le gusta Chéjov, pero que le sabe mal que no de más de sí. En principio, me extrañó que dijera eso. ¿“Que no haya más”? ¡Pero si Chéjov es un clásico! A pesar de ello, me parece que al final lo he entendido. Chéjov no da más de sí porqué los humanos no damos más de sí. Chéjov retrata humanos (ya no digo rusos, sino humanos) y las relaciones que los humanos tienen los unos con los otros. En este aspecto, es un maestro, y nadie transmite mejor que él el conflicto de las relaciones. Pero no hay más. Los personajes de Chéjov no tienen vida interior. No tienen imaginación para ser felices ellos solos. Su mundo es los demás y las relaciones conflictivas que tiene con los demás. En cambio, el mundo de Italo Calvino es un mundo interior, un mundo donde los personajes tiene imaginación para ser felices ellos solos, un mundo donde el universo no se reduce a las relaciones conflictivas entre los seres humanos. Chéjov no da más de sí porqué los humanos, de la manera que él los retrata, no damos más de sí. En cambio Calvino convierte en aventura su vida interior. Empecé con mucho empuje leyendo a Chéjov, al principio me entusiasmó. Pero ha llegado a un punto en que ya no me sorprende. Todo es siempre el mismo sufrir por la falta de amor y la propia capacidad de autoengaño. Sus personajes me hacen sufrir. En cambio, nunca he dejado de leer a Calvino: su imaginación es el magnífico corcel en el que he hecho algunas de las mejores cabalgatas de mi vida, y todavía no se ha acabado. Su vida interior aún me trasmite algo, cada vez que lo leo o lo reléeo. Fijaos: seguramente, todos los personajes de Calvino podrían ser escritores, en cambio, los personajes de Chéjov jamás serían escritores, y él era escritor. Chéjov retrata el conflicto, pero no aporta una salida, una solución más allá del ir aguantando. Ya sé que eso que hacía Chéjov, salir de sí mismo para retratar la verdad del mundo, es la cosa más elevada que puede hacer un escritor: ¡huir del propio yo y de sus limitadas limitaciones! Así como se puede decir de Chéjov que retrata la sociedad rusa, no se puede decir de Calvino que retrate la sociedad italiana, o ninguna sociedad, o personas fuera de sí mismo. Chéjov consigue retratar una verdad poliédrica, pero en cambio eso no me satisface porque lo que encuentra saliendo de sí mismo no me satisface: sólo encuentra humanos insatisfechos (valga la redundancia). En cambio Calvino, que escribe a partir de su mundo interior, mundo interior que lo satisface, y que jamás se desengancha de su yo, -quizá porqué se trata de una personalidad muy rica y con muchos intereses-, siempre consigue hacerme disfrutar. Ya sé que no es justo que los compare, que son escritores muy diferentes, de épocas y países diferentes que no tienen nada que ver más allá de ser buenos; sé que un profesor de literatura se alinearía con Chéjov... Sólo que me sorprendió este comentario de Calvino en que decía que le sabía mal que en Chéjov “no hubiera más”, comentario que primero no comprendí y que me pareció injusto, pero que al final me parece que he aprendido a justificar. Calvino se dio cuenta que llega un momento en que la insatisfacción no da más de sí.

1 comentario:

Ferragus dijo...

Sin haber leído aún a Calvino (¡maldición…!) la lectura de Chéjov me llevó hacia aquellos paisajes que proponía en sus relatos. Sí, quizá no desarrolla una psicología amplia de sus personajes como lo podrían hacer otros escritores, v.gr. Dostoyevski, pero es que Chéjov está afuera, sus personajes habitan las cosas, y desde estas cosas ocurren sus vidas. Espero que hayas podido leer, por ejemplo “Pabellón número 6” Me encantó tu texto. Saludos.
PS
Te prometo leer a Calvino