jueves, 14 de enero de 2010

Las florecillas del bosque en manos de Teminator

Ayer tuve entre mis manos una antología de poetas que se han suicidado. Antología de poetas suicidas, me parece que se titulaba. Se ofrecía una breve muestra de poemas de cada uno de estos poetas en traducción castellana, sin el poema original. La lista de poetas era muy extensa, extensísima, algo que en un principio me sorprendió. En un primer momento, una antología así me atrajo mucho; todas las antologías me atraen. Pero en seguida me lo pensé dos veces: bien pensado me pareció algo extremadamente morboso. Quiero decir que, para que un poema sea bueno, o más aún, para que un poema me guste, no tiene nada que ver en ello que el poeta se haya suicidado. O no debería tener nada que ver. Y un libro del que la excusa sea precisamente el suicidio de los antologados, y no su calidad literaria... que ya sé que todos los antologados tenían calidad literaria, pero... digamos que no todos los poetas que allí se reunían eran de mi cuerda; de hecho, a muchos ni les conocía. Eso me acabó de convencer de no hacer “la inversión” en este libro. Aunque, claro, si dispusiera de todo el presupuesto del mundo quizá sí que lo habría metido en el petate, como curiosidad. Lo que me acabó de convencer de no llevármelo fue que vi que ante la selección de poemas de cada poeta había una breve reseña explicando su suicidio... Pienso que no es un buen libro para regalar a alguien que a veces está deprimido... Saber de un suicidio de vez en cuando se puede llegar a digerir, pero leer de un suicidio tras otro no sé si se me pondría demasiado bien... Además, seguro que no daba información realmente útil y práctica de cara a bingo (esta información nunca la dan en parte alguna). O sea que nada, continuaré a la caza de aquella antología que habla de la primavera y de las florecillas del bosque...

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