sábado, 7 de agosto de 2010

Horas de biblioteca

Alguna vez me he preguntado por qué tengo tantos libros en casa que todavía no he leído... Son como una promesa, la promesa de un buen rato. En cambio, a los que ya he leído, que también son muchos, no les hago mucho caso. Aunque sé que se debe releer. Pero nadie me obliga a releer, ni yo misma me obligo a releer. Aunque algunos sí que los he releído. En cambio, el sentido común me exige que me lea como mínimo una vez cada libro nuevo que me compro. Tengo como una especie de terror a quedarme sin material de lectura, y voy comprando, comprando, y no doy abasto a leer todo lo que me compro. Por ello saber que tengo tantos libros que me están esperando y que sé que no se me acabaran (es físicamente imposible que los lea todos) me da una especie de seguridad. Por la misma razón me sabe mal acabar los libros. Cuando estoy a punto de acabar un libro procuro esperarme unos días en hacerlo, y en general lo voy alargando. Me gusta mucho empezarlos, pero no quiero que se me acaben, aunque me gusten mucho, y procuro dosificarlos tanto tiempo como puedo. Tampoco no me gusta dejar libros a medio leer, porque entonces se quedan en el anaquel y te hacen sentir culpable. Desde que dejé el Quijote que parece que el ejemplar me está mirando acusadoramente desde su lugar en el anaquel... “me has desairado”, me dice... Por ello me cuesta tanto escoger qué libros quiero comprarme, cuales porqué los quiero tener y coleccionar, cuales porqué los quiero leer, decidir cual empezaré y el orden en que han de ser leídos... Si alguno no lo he de acabar ya debería poder preverlo y no comprarlo de buen principio; peor que tener libros esperando a ser leídos es tener el anaquel lleno de libros que has dejado a medias. Siempre puedes volver a ellos, claro, un libro siempre se espera el tiempo que haga falta. Se hace difícil leerlos todos, y más cuando me gustaría haber leído (e incluso releído) todos los clásicos importantes, pero ya sé que esta es una imagen idealizada que tengo de mí misma como lectora y que a algunos clásicos no llego. Pero me gusta tenerlos y pensar que puedo ponerme a ello en cualquier momento. No, no he leído todos los libros que tengo en casa... Pero, así como los hay que están orgullosos de los libros que han escrito y Borges decía que estaba orgulloso de los libros que había leído, yo podría decir que estoy orgullosa de los libros que me he comprado... (y sin comprar primeras ediciones ni rarezas ni libros caros, sino los libros normales que se pueden encontrar en toda buena librería). No sé si tengo el derecho moral a tenerlos si no me los he leído todos, pero me hacen mucha compañía. Y también pienso que, si alguna vez consigo haberlos acabado todos, será un día triste y hará falta que me invente algo, porqué lo bonito es saber que siempre hay un libro que se está esperando para ser leído...

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