Eso de dotar la propia escritura “de un tono de conversación” es una manera
de hacer que muchos escritores, desde Michael de Montaigne (en sus Ensayos),
desde Cervantes (en su Quijote), pasando por Lawrence Sterne (en su Tristram
Shandy), hasta muchos amigos blogueros (no diré nombres) han adoptado,
incluso de una manera espontánea. Si hay una intención al escribir repetida
hasta la saciedad, es esta, la del “tono de conversación”. Pues bien, yo
también quiero escribir y publicar mis futuros posts dotándolos “de un tono de
conversación”.
¿Que qué significa eso? Pues que con la excusa del “tono de conversación”
probablemente diré muchas cosas que ya sabéis, que diré evidencias y
obviedades, y que, en general, la cosa tirará hacia una visión superficial y
alegre (del mundo, de la sociedad, de la vida y las personas). No descarto
entra en profundidades más tristes, pero si acaso más adelante. (Ya veremos
cuando...)
Ala, pues, ¡sorbamos el cava de los días festivos y brindemos por esta nuestra
agradable conversación! (Aunque se trate de un cava virtual y de una
conversación también virtual, cosa que tampoco recomiendo olvidar;
¿...conversación con alguien a quien no ves los ojos? Ummm... ) Ahora, el
chisporroteo de leer y escribir no nos lo podrá quitar nadie. Chin chin.
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