domingo, 13 de marzo de 2011

La trampita del tiquet descuento

Existe una conocida librería-juguetería-papelería donde, si eres socio, por cada libro que te compras, te dan un tíquet descuento que te está permitido usar la próxima vez que vayas a comprar algo allí. En principio eso es muy tentador: ¡un tíquet de descuento! El ama de casa ahorradora que todos llevamos dentro se chupa los dedos. Pero... eso fue hasta que empezó a haber problemas de aparcamiento en los alrededores de esta librería-juguetería-papelería y decidí no ir más a pesar del descuento porqué aparcar se me hacía muy cuesta arriba. Ah... pero tenía un tíquet descuento... Soy incapaz de no aprovechar un tíquet descuento. Tuve que ir a pesar de la dificultad que representa aparcar y que no tenía intención de hacerlo: tenía un tíquet de descuento! ¿Y, qué pasó? Compré un libro y me dieron: ¡otro tíquet de descuento! No tenía intención de volver, aparcar era demasiado complicado, pero tenía un tíquet de descuento, y eso se debe aprovechar, ¡siempre! Volví. Compré un libro... y me volvieron a dar otro tíquet de descuento. No quería volver, aparcar era demasiado complicado, pero algo en mi interior me obligaba a aprovechar el tíquet de descuento, ¡faltaría más! Al final, decidí ir y comprar algo en la que se extinguiese el tíquet de descuento y por lo que no me dieran uno nuevo, es decir, comprar algo de la papelería y no ningún libro. Y ahí quedó. Por fin había conseguido salir de la librería-juguetería-papelería sin ningún tíquet descuento y sin la obligación de tener que volver y pasar apuros para aparcar. Ya sé que un tíquet descuento puede tirarse a la papelera y no pasa nada; yo soy incapaz de hacerlo: si lo tengo, debo aprovecharlo. Al final, habiendo conseguido comprar algo por lo que no me dieran un nuevo tíquet conseguí librarme del círculo vicioso. Me había costado lo mío...

Me di cuenta que, quizá sí que hacen descuento, pero... lo hacen de manera que tu como cliente siempre tengas un tiquet descuento. Con el descuento también te capturan: al descuento le acompaña la obligación de volver. ¿Quién hace el negocio aquí, yo ahorrando-poco-,o ellos, que siempre saben que volveré? En todo caso, lo que ahorraba con el tiquet descuento también debía pagarlo de aparcamiento, o sea que...

Ahora voy a otras librerías. Quizá no me hagan descuento, pero tampoco me toman el pelo.

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