sábado, 24 de octubre de 2015

De lecturas actuales

Escucho por la radio a un letraherido hablando de una “novela moderna”, llamémosla así. Un poco repelentemente por encima del bien y del mal, pregunta: “¿y esto es lo que se lee ahora?”, queriendo decir que quizá sí que esta “novela moderna” tiene su público, pero que no está demasiado bien literariamente, no está dentro de lo qué esta persona letraherida considera una novela que valga la pena de ser leída. Pienso en el autor, en qué debe pensar de lo qué dicen de su novela, si entre la alegría como un cielo azul porqué haya sido publicada y leída por mucha gente (a quien ha gustado), ve las nubes de la poca calidad literaria con los qué se le señala, o esto nada le importa. La eterna discusión entre los entendidos y el público, vaya.

Esto me hace pensar en una vez en que el novelista norteamericano John Irving, en una novela suya –ya no recuerdo cuál-, responde a lo que yo me imagino que debía ser una opinión de un crítico literario de aquellos tan sibaritas sobre sus novelas escribiendo que quizá sí que sus novelas son populares y quizá no demasiado apreciadas por los paladares refinados (¿?), pero que él escribe novelas reales que se publican en un mundo real y que leen personas reales, a las cuales incluso gustan y alegran la vida, y que conoce a más de uno que queriendo ser tan refinados y queriendo escribir tan bien literariamente, sus novelas (o sus proyectos de novela), no han pasado nunca del cajón de su escritorio. Acaba diciendo que quizá sí que se puede escribir mejor de lo qué él escribe, pero que él escribe e intenta ser leído en el mundo real, que hace lo que puede, y que está contento con ello.

A mí me gusta mucho la escritura de John Irving, sobre todo sus primeras novelas, y no estoy demasiado de acuerdo con esto que no sea bueno literariamente, aunque no tengo ni idea de si Harold Bloom lo quiere para incluirlo en su canon o no. (Ya procuraré enterarme de ello.) Pero me parece que esto que dice es bastante razonable. Claro que a todos nos gustaría escribir novelas como las de Stendhal o Flaubert, pero al final deberemos hacer lo qué buenamente podamos. Y si alguien consigue ser leído en el mundo real, pues se tiene que respetar, claro, aunque sea el tipo de cosa que nos haga espetar, quizá con un poco de envidia: “¿y esto es lo que se lee ahora?”.


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