Escucho (por internet), en una conferencia, que Emily Dickinson, la poeta
norteamericana más importante, y uno de los poetas más importantes (una poeta
que todavía no he leído pero que tengo intención de leer), vivió toda su vida
adulta recluida en su habitación: “Here is freedom” (aquí está la libertad), le
dijo a una parienta que fue a verla.
Pienso en lo que debía significar en aquella época, y en lo qué podría
significar ahora, con la existencia de internet, una reclusión así.
A mucha gente Emily Dickinson les da pena precisamente por ello, porqué no
salía de casa. Yo la envidio. Y la envidio precisamente porqué pudo acceder a
la logística necesaria para no tener que salir nunca de casa; poder acceder a
no tener que salir nunca de casa no es tan sencillo...
En su reclusión, la ayudó mucho lo mucho que leía. Hoy en día, internet
significa acceder a cosas insospechadas, y no solamente a leer; internet es una
ventana abierta al mundo, y amplía mucho todo el campo de maniobra posible en
cualquier reclusión. (Antes, sin internet, esto de entretenerse sin salir de
casa tenía mucho más mérito). Ahora, siempre, en cualquier reclusión, aunque
esta sea voluntaria, y aunque se tenga internet, poder leer es el todo.
Algo que comporta no ver a demasiada gente y llevar una vida retirada es el
desarrollo creativo, poder realizarse creando – escribiendo, en este caso. Se
diga lo que se diga, para escribir (para crear), se necesita recogimiento y
silencio, saber estar solo/a; siempre se va a para allí mismo cuando se habla
de esto; se necesita paz, recogimiento y silencio.
Siendo consciente de lo qué Emily Dickinson pudo hacer con su silencio, ya
digo, la envidio.
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