martes, 29 de julio de 2014

Queridos amigos blogueros:

Me tomo un descanso de publicar el blog. No hago vacaciones ni nada de eso, ni tampoco sé cuando volveré a publicar. Estoy en un momento que –quizá a causa de la medicación- no se me ocurren posts.


Un saludo, ¡y hasta tan pronto como pueda!

sábado, 26 de julio de 2014

De cuentos y de novelas

¿Por qué siempre nos parece más importante el haber escrito una novela que el haber escrito un libro de cuentos?

Cuando leí que James Joyce solamente había podido escribir su famoso Ulises (una novela que no he leído, pero de la que he oído hablar muchísimo), después de haber escrito los cuentos recogidos en Dublineses (cuentos que sí leí hace tiempo ya, y que en aquel momento me impresionaron mucho, aunque ahora casi no los recuerde), me pareció –me quedé con la idea- que para aprender a escribir una novela se debía de empezar por saber escribir cuentos... [Ya sé que pensado fríamente es una tonteria, pero a mí me lavan mucho el cerebro estas cosas.]

Por ello hubo un tiempo en el qué mi afán era escribir cuentos (no cuentos infantiles, sino cuentos), como una especie de preparación o práctica de cara a escribir un día una novela... o más de una.

Me parece que no iba por el buen camino. Que un cuento –en teoría- sea más corto que una novela, no quiere decir (¡muy a mi pesar!) que sea más fácil de escribir... o que sea más fácil hacerlo bueno, ya no bien escrito, sino redondo como cuento... Para mí, cuanto más largo es un texto de ficción mejor se pueden desarrollar ciertas cosas...

Desde que existe internet, por lo que he estado leyendo por aquí y por allá, respeto más el cuento en sí, ya no lo veo solamente como preparación para escribir una buena novela. Veo que hay escritores de cuentos muy buenos para los cuales el cuento se basta a sí mismo, y no es un vehículo para prepararse para escribir una buena novela... Y, además, he leído algún que otro más que los que había leído entonces... Tampoco muchos, porqué el cuento es algo que me cuesta de leer: el esfuerzo que se debe hacer para entrar en un cuento, por lo corto que es, me parece que no vale tanto la pena como el esfuerzo que se debe hacer para entrar en una novela, que dura mucho más. Quiero decir que un cuento, una vez empezado y “captado”, se acaba enseguida... Y ya debes hacer el esfuerzo de “captar” el siguiente... En cambio una novela te entretiene un rato más una vez hecho el esfuerzo de entrar en ella.

Y aquí se me ocurre... si yo siempre he sido más lectora de novelas que de cuentos... si los cuentos debo hacer un esfuerzo suplementario para ponerme a leerlos... si jamás he apreciado del todo el género “cuento” (aunque haya leído algunos y no me parezcan un género menor: véase Chéjov o Cortázar)... ¿Por qué narices quería escribir cuentos? Eso es como si a alguien a quien solamente le gusta caminar quisiera dedicarse a la escalada... Escribir cuentos es difícil y exigente y te tienes que poner a ello con todo los respetos por el género, no considerándolo el “pariente poco agraciado” de la novela...

Por ello, por el respeto que ahora tengo el género “cuento”, ahora sé que no intentaré escribir ninguno más. Novelas no lo sé, pero cuentos, o libro de cuentos, seguro que no... Como decía Elvis, no volveré a grabar una canción en la que no crea... No volveré a escribir en un género en el que no crea. Y eso no porqué crea que el género cuento sea poco importante, precisamente.


viernes, 25 de julio de 2014

Letra y enfermedades

Hoy en día ya casi no se escribe a mano. (Excepto cuatro escritores maniáticos). Como mucho se hace una lista de la compra, y para de contar.

Por ello a veces me parece que debe ser difícil observar, por alguien que no escriba a mano habitualmente, que las enfermedades (tanto físicas como mentales), y, sobre todo, la ingesta de medicamentos, echan a perder la letra, la buena letra. De alguna forma, el estar enfermo destroza la firmeza del pulso, y los espasmos de la mano que son las letras se desestabilizan, se desequilibran, y se hace mala letra. Las enfermedades echan a perder la buena letra.

Cuando empecé a tomar los primeros medicamentos por mi enfermedad mental, entre otras cosas, perdí la buena letra, y creí que iba a ser para siempre, que jamás volvería a escribir equilibradamente. Pero no, al cabo de un tiempo, algún tiempo, casi sin darme cuenta, volví a recuperarla. El cabello que perdí entonces no lo he vuelto a recuperar. El peso razonable, tampoco. Por ello, supongo, considero más importante mi escritura que mi aspecto físico. En la escritura parece que todo puede arreglarse, que todo puede volver a ser como siempre; parece ser que el atractivo de la escritura no se evapora. El físico, en cambio, con el paso del tiempo, los medicamentos, y el sobrepeso, es más una batalla perdida, por ello procuro no darle demasiada importancia.

He vuelto a desequilibrarme otras veces, he perdido la letra otras tantas veces, y siempre, al cabo de un tiempo, he recuperado la firmeza del pulso. Pero ha habido épocas en la que mi letra era un garabato, y me he sentido realmente impotente y preocupada, ya misma sintiéndome abatida, como una especia de garabato. ¡Y no solamente por la letra! Por suerte ahora mi letra vuelve a ser redondilla como siempre. Todo fuera tan fácil de resolver como eso, que alguna vez me pareció tan preocupante. Ahora, también soy consciente que el equilibrio quizá tampoco sea para siempre.


jueves, 24 de julio de 2014

De no-escritores

¿No os ha pasado nunca? Le decís a alguien que escribís (a alguien que no escribe), y os dice que él o ella ha pensado muchas veces también en escribir, y que está convencido o convencida que lo haría muy bien, solamente que piensa que en fondo no vale la pena... Que escribir es una actividad secundaria... Pero que si quisiera, se lo propusiera y se pusiera a ello... ¡arrasaría con todo! (Y ya se creen que son medio escritores porque lo han pensado alguna vez, aunque jamás hayan empuñado un lápiz... o un teclado).

Ostras, me dan tanta rabia esta gente... No sólo no tiene ni idea de escribir, y no tiene ni idea del esfuerzo que hay tras cada párrafo, (“¿Párrafo?”, “¿Qué es un párrafo?”), sino que ni tan solo creen que escribir merezca la pena como cosa real en el mundo real. Lo desprecian. Pero no como algo que no comprenden, sino como algo que podrían hacer y deciden no hacer porqué en el fondo no vale la pena... Y a vosotros os miran como aquellos “pobrecillos” que han decidido hacer aquello que para ellos no vale la pena...


Estas cosas me sulfuran...

miércoles, 23 de julio de 2014

Colgados en la red

«Y muchos otros [textos] que aparecen colgados en Internet, como ahorcados mecidos por el viento, sin que nadie les preste gran atención. Lo infinito de Internet, como cualquier otro infinito material sin límites, se asemeja peligrosamente al desierto. A un desierto estéril.»


(frase encontrada en internet)

martes, 22 de julio de 2014

Público y lectores

¿Se debe dar al público lo que este quiere? ¿Qué quiere el público? Como decía aquel, ¿y quien es, el público?

En eso de la escritura, siempre he procurado ir a la mía. Publicar una cosa u otra según si tiene éxito una cosa u otra me parece un poco estresante, me parece aceptar una tiranía de la audiencia que no tiene ningún tipo de sentido si lo que necesitas realmente es expresarte. Ahora, también puede querer decir quedarte sin lectores...

Por ejemplo, ya hace tiempo observé que si hacía un post de algo que tuviera mucho éxito (ahora hablo de libros), aquello tenía éxito. Si hablas de un libro que todo el mundo ha leído, hay muchas posibilidades que el post sea muy leído, e incluso polémico, porqué todo el mundo tiene su opinión. En cambio si hablas de libros que ha leído poca gente, eso interesa a poca gente...

Por tanto, visto lo minoritaria que es la cosa, diremos que mi blog nunca tendrá aquello a lo que llaman “público”, sino que, siendo afortunada, quizá podré estar orgullosa de tener unos cuantos lectores...


lunes, 21 de julio de 2014

A vueltas con la ficción

Reconozco que la ficción novelesca es la manera más apreciada de la escritura, allí donde el escritor “se bate el cobre”, y demuestra lo que es como escritor.

Pero yo prefiero escribir un diario reflexivo, que es algo más modesto y no tan llamativo como la ficción, y además mucho más asequible y más auténtico.

Todos los escritores de best-sellers novelescos “se documentan”... Para hablar de una misma no hace falta “documentarse”...

sábado, 19 de julio de 2014

De vidas filtradas

Estás viendo (viendo... pufff, ¡viviendo!) tu teleserie favorita, y viene alguien que te reclama, y que te interrumpe, y que te necesita en aquel preciso momento, y que te hace apagar la tele...

... te domina una rabia interior, una decepción por perderte aquello como si alguien te hubiera robado algo muy valioso de tu vida, la emoción que ibas a sentir, algo maravilloso...

¡ ... y te sientes así por una ficción!

¡... perderte aquella ficción te hace sentir como si te estuvieran robando un trozo de tu realidad, un trozo de tu vida de verdad..., y un trozo vibrante, además... !

En vez de ser una simple espectadora de una ficción, aunque se trate de una ficción muy bien hecha, ¿no tendrías que estar viviendo tu vida?

Es si alguien interrumpe tu vida que debes sentir decepción, no si alguien interrumpe tu teleserie favorita...

* * *

Cuando era más joven yo también vivía en mis teleseries (que tampoco eran taaan glamurosas como las de ahora)...

... hasta que me percaté que ni los amoríos de mi vida, ni mis relaciones con los demás, ni mi vestuario, serían jamás como los de aquellas teleseries...

... y paré de mirar teleseries. A eso se le llama “madurar”, me parece. Se llama empezar a aceptar la realidad sin intermediarios, sin evasiones. Aceptar la vida como a una vida de cada día: sin glamoures, sin pasiones, sin decorados suntuosos...

* * *


Para eso leer y escribir ayuda mucho, “te conforma” mucho. Pero en cierta manera dedicarse a la lectura y la escritura también es una manera de evadirse... y en el fondo no sé si mejor o peor que las teleseries... Quizá no haya madurado tanto como creo, al fin y al cabo.

viernes, 18 de julio de 2014

Ideas pasadas de moda

... la antigua (y romántica) idea roja que los anuncios comerciales son malos...

... que comen el tarro...

... se está perdiendo esto... la visión crítica de las propagandas...

¿... pueden hacerse cargo de ello los jóvenes...?

* * *

¿... que no hace falta comprar algo solamente porqué oigas propaganda de ello o porqué todo el mundo lo tenga?

* * *

Los mayores todavía recuerdan las épocas en las qué no se imponía la eterna insatisfacción como estado natural, la época en qué con poca cosita estaban contentos...

* * *

... ahora, en cambio, si no tienes lo anunciado parece que te falte algo importante, que si no lo tienes te tengas que morir de rabia...

... que es algo absurdo...

(Un mundo donde el consumidor está eternamente impaciente, insatisfecho, ansioso y aburrido...)

* * *

... la antigua (y romántica) idea roja que los anuncios comerciales son malos...

¿... la eterna insatisfacción es el precio a pagar por el “bienestar” capitalista? (Lo pongo entre comillas por la crisis...)

¿...?

* * *

(muchas personas solamente han alcanzado la visión crítica del “sistema” con la crisis; cuando las cosas iban... nadie se planteaba nada...)


jueves, 17 de julio de 2014

Unánimes novelas

¿Qué quiero decir cuando digo que los hay que no saben que existen libros que no son novelas?

Os habéis fijado alguna vez en el tipo de libros que tienen la mayoría de quioscos-librerías-papelerías (no hablo de librerías donde solamente se venden libros): aparte de algun libro de autoayuda o alguno de fútbol, el 90% son best-sellers novelescos... Novelas, por tanto...

Aunque (teóricamente) los que compran y leen estas novelas sepan que existen libros que no son novelas... ¿vosotros creéis que les debe interesar comprar o leer alguno?

Conclusión: aunque “se sepa” que hay libros que no son novelas, a la práctica solamente “existen” las novelas... (y todavía, un cierto tipo de novela...)

(Bueno, todo esto es una teoría mía, igual una persona que se dedicara a ello diría otra cosa... Pero a mí me parece haberlo observado así, en Girona, hasta el verano del 2014... A ver si pronto tendré que hacer una sección de “teorías mías”, al estilo del Sr. Marcel·lí – programa de radio Versió Original, RAC1).