sábado, 19 de julio de 2014

De vidas filtradas

Estás viendo (viendo... pufff, ¡viviendo!) tu teleserie favorita, y viene alguien que te reclama, y que te interrumpe, y que te necesita en aquel preciso momento, y que te hace apagar la tele...

... te domina una rabia interior, una decepción por perderte aquello como si alguien te hubiera robado algo muy valioso de tu vida, la emoción que ibas a sentir, algo maravilloso...

¡ ... y te sientes así por una ficción!

¡... perderte aquella ficción te hace sentir como si te estuvieran robando un trozo de tu realidad, un trozo de tu vida de verdad..., y un trozo vibrante, además... !

En vez de ser una simple espectadora de una ficción, aunque se trate de una ficción muy bien hecha, ¿no tendrías que estar viviendo tu vida?

Es si alguien interrumpe tu vida que debes sentir decepción, no si alguien interrumpe tu teleserie favorita...

* * *

Cuando era más joven yo también vivía en mis teleseries (que tampoco eran taaan glamurosas como las de ahora)...

... hasta que me percaté que ni los amoríos de mi vida, ni mis relaciones con los demás, ni mi vestuario, serían jamás como los de aquellas teleseries...

... y paré de mirar teleseries. A eso se le llama “madurar”, me parece. Se llama empezar a aceptar la realidad sin intermediarios, sin evasiones. Aceptar la vida como a una vida de cada día: sin glamoures, sin pasiones, sin decorados suntuosos...

* * *


Para eso leer y escribir ayuda mucho, “te conforma” mucho. Pero en cierta manera dedicarse a la lectura y la escritura también es una manera de evadirse... y en el fondo no sé si mejor o peor que las teleseries... Quizá no haya madurado tanto como creo, al fin y al cabo.

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