Leo una entrevista a un escritor que dice que para él lo importante a la
hora de escribir es la vida interior, la vida mental, más que las acciones.
Esto me hace pensar en que se me ha dicho que al blog me miro demasiado el
ombligo. Supongo que es esta la sensación que transmite el hablar sólo de la
vida pensada: se transmite la sensación que se está demasiado centrada en una
misma. No diré que esto no sea verdad. Pero también diré que no esto no es
ningún mal. Por esta razón se escribe, al fin y al cabo, para liberar una vida
mental que en el fondo no interesa a demasiado nadie más que la persona que la
vive. Y digo vive, porqué la vida interior también se vive, también es vida,
aunque no haga que se desprenda la adrenalina de escalar una montaña, por
ejemplo. La vida mental es vida, y ojalá interesara más, pero, si no es así, no
pasa nada, la vida interior es la que es, tenga más o menos lectores o haya más
o menos personas interesadas en leerlo. A mí mi vida interior me interesa, me
apasiona; con ello es suficiente.
* * *
Ahora he
estado unos días sin publicar y me he sentido como si me faltara algo, aunque a
veces va bien desconectar. Ayer acabé de leer las partes que tengo de la
correspondencia de Flaubert y me sentí invadida por una inmensas ganas de
escribir una novela...
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