sábado, 6 de febrero de 2016

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Libreta 1

He estado leyendo. Un poco de La sombra del viento (me lo han dejado en catalán, aunque yo sepa que el original es en castellano y yo crea que es preferible leer los textos en su lengua original, tampoco voy a ponerme puntillosa con un libro que no es más que un pasatiempo), y un poco de La escritura desatada, pero, sobre todo, he estado leyendo El Alpe d’Huez. ¡Lo he acabado!

El Alpe d’Huez es un libro en el que el autor se repite mucho. Una tiene la sensación que con menos palabras se habría logrado el mismo efecto, pero el autor se enrolla y se enrolla. Con ello no quiero decir que no me haya gustado, me ha gustado; pero no es bueno. No se trata de una novela de calidad literaria, aunque no sea un best-seller; en ella simplemente se narra una anécdota. E incluso logra ser mínimamente emocionante, aunque se prevea el final.

Y el autor hace muchas suposiciones, cosas que en realidad no puede saber, hace de narrador omnisciente cuando no es más que un simple personaje. Como cuando dice que el protagonista oye el canto de las cigarras; el personaje que narra no puede saberlo, esto. Me recuerda al El cuarteto de Alejandría: Justine, un libro de renombrada calidad literaria que empecé hace tiempo y que dejé en parte molesta por cosas así: que el narrador explicaba cosas que en realidad como personaje no podía saber, o que el lector no se explicaba como las sabía. (Puede que sí que fijarme en estos detalles sí que sea ser un poquito demasiado puntillosa).

Pero cuando a una le han explicado lo del narrador omnisciente, y le han enseñado a diferenciarlo del narrador en primera persona, del narrador testimonio o del narrador personaje, le vienen ganas de señalar con tinta roja los textos de autores que mezclan los dos tipos de narrador sin dar más explicaciones, como si su texto fuera un examen escolar en el que algo estuviera mal.

Y quizá no sea algo que está mal, quizá la realidad artística del texto exigía algo así.

No me gusto mucho a  mí misma cuando me pongo en un plan así de puntilloso.





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