Observar y observarse (tanto a uno mismo como a los demás), siempre ha sido
muy importante para un escritor. Pero no todo aquello que se observa, se ve o
se capta es tan fácilmente verbalizable como parecería en un primer momento, y
mucho menos inmediatamente.
Hay historias, temas, pulsiones, que tardan años a madurar dentro de la
cabeza (o el corazón) de alguien antes de poder ser escritas. Es por ello que
la escritura necesita tiempo: tiempo para florecer y madurar, tiempo para
cultivar la expresión, tiempo para abastecerse de valor. Y poder decir,
finalmente, todo lo que se querría
decir.
Observar y observarse sí, pero no sólo. Es un largo camino. Y observarse y
ser consciente de uno mismo suele ser más difícil que observar (y criticar) a
los demás...
* * *
Flaubert dice: “observar bien antes de sacar conclusiones precipitadas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario