El otro día me hacía eco de una frase de una persona que
decía que “no buscaba refugio en la literatura”. Me hice eco de ella
precisamente porqué esta persona tiene una mentalidad completamente diferente
de la mía, para mí la literatura siempre ha sido, es y será un refugio. Vaya,
me parece que ya se nota. No quiero decir que yo sea mejor por ello, o que mi
manera de verlo sea la buena, y la suya no. Allá cada cual con su manera
particular de ver las cosas; y, al contrario, aceptar la pluralidad y las ideas
a los que no piensan como nosotros es el gran reto, y más fácil de decir que de
hacer.
Con esto de la literatura me siento como si tuviera una cabaña encima de un
árbol con una escalerita difícil de subirse a ella escondida en un bosque
frondoso y poco transitado. Es aquel lugar donde me aíslo y vivo en mi mundo.
¿Qué es una actitud egoísta? Quizá sí. Pero ya me he llevado suficientes
disgustos en la vida como para bajar voluntariamente de esta cabaña de encima
de este árbol. Aquí (leyendo, escribiendo) estoy bien, es mi refugio, mi mundo.
Hubo un momento en mi vida en el qué me percaté que o vivía en mi mundo de
lectura y escritura o vivir no tenía sentido. Y de momento todavía leo y
escribo... y pienso que vivir vale la pena... ¡aunque con tantos matices!
* * *
Decir esto me hace pensar en alguien que me dijo si tenía el blog para dar
pena, para que se compadecieran de mí: “oh, mira... pobrecilla”. No tengo el
blog para dar pena. Y yo personalmente creo que una vida de lectura y escritura
no da pena, sino que es una de las mejores coses que se pueden poseer en este
mundo. Ahora, entiendo que haya quien no lo vea así, quien no pueda verlo.
Y es en el silencio de la página en blanco donde...
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