domingo, 29 de noviembre de 2015

La regala-libros

Hay un personaje en La piedra lunar que se merece una mención especial. Según el autor, el fragmento en el qué sale (que puede ser descrito entre hilarente y esperpéntico), es el trozo más popular entre los lectores del libro; hablo de la señorita Clark.

El autor usa este personaje y su carácter cotilla para hacernos testigos a nosotros como lectores de unas escenas que si no fuera de esta forma ensortijada de ninguna forma podríamos haber presenciado. Es decir, que la existencia de la señorita Clark es un recurso estilístico, podríamos decir. Incluso socarrón.

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La señorita Clark lleva una benda en los ojos, una benda muy gruesa, pero no parece que a pesar de ello el autor o los demás personajes lleguen nunca a compadecerse de ella.

La señorita Clark cree que regalar libros tiene un efecto benefactor. Pero es el tipo de libros que regala lo que la hace una marginada.

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Casualmente, yo también creo en regalar libros. No como los que regala la señorita Clark, evidentemente, sino libros literarios. Pero, me lo han dicho muchas veces: a nadie le importan un pepino los libros. Por ello, salvando todas las distancias, me siento un poco “señorita Clark”. Yo también tengo un carácter regala-libros, como si estos fueran a arreglarlo todo, y en realidad pongo la gente en un compromiso, porqué se sienten obligados a leerse (¡leer!) algo que no les interesa nada de nada. Deben creer que soy una pesada. Y yo, en cambio, ¡creyendo que les regalo la felicidad!

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