jueves, 17 de diciembre de 2015

El texto somos nosotros

Me gustaría comentar esta frase mía del otro día: “el texto somos nosotros”.

Esto viene de qué, en el primer curso de escritura creativa que hice, el presencial, nos dijeron (aquella era la filosofía del lugar), que los textos que escribíamos no tenían nada que ver con nosotros, que al escribir estábamos creando un personaje ficticio, que la escritura ponía en juego un yo figurado que no éramos nosotros mismos, y que por tanto no teníamos que ser tímidos, ni teníamos que tener vergüenza, no nos tenía que preocupar lo qué pensaran los demás, que siempre estarían juzgando en nuestra escritura al yo figurado, no a nosotros. Esta era la filosofía general de aquel curso, la teoría.

La realidad, pero, era muy otra, y se hacía más evidente a medida que se sucedían las clases.

La realidad era que cada cual presentaba sus textos, y que todos los demás se los tomaban como si lo que allí se explicaba fuera la realidad de aquella persona. De lo de juzgar lo que decía cada escrito como si fuera dicho por un personaje figurado que nos inventábamos cada cual de nosotros cuando escribíamos como nos habían dicho al principio nada de nada. (Por cierto que no nos lo volvieron a decir).

* * *

Es decir, que tu como escritora –como “fabuladora”- ya podías esforzarte a crear los personajes todo lo figurados que quisieras –o pudieras- que todo el mundo creía que el personaje principal eras tú como persona real, fuera cual fuera la realidad que hubiera tras cada escrito.

O sea que, mientas los poníamos en común, para los demás, cada cual era su texto, el texto éramos nosotros. De aquí viene esto de “el texto somos nosotros”.

* * *

Pero, claro, nosotros éramos aprendices... (los hay que todavía lo somos). Con los años he aprendido que se tiene que saber mucho de escribir para escribir transcendiendo del propio yo, para crear este personaje (o personajes) figurado que protagoniza nuestra escritura y que no somos nosotros mismos: es decir, que se tiene que saber mucho de escribir para escribir buena ficción. Simplemente allí y en aquel momento no sabíamos más como para transcendernos. (A mí con esto de la ficción todavía me bulle la cabeza.) Es decir que un poquito de razón sí que tenían, con su filosofía, en aquel curso...


2 comentarios:

Ferragus dijo...

Me cuesta aceptar la capacidad de trascendencia, más tratándose de un personaje creado por nosotros. Es tuyo, por cierto, pero no eres tú ¿Se asemeja a la figura de un hijo? Quizá. Tu frase sirve para mirar desde lo alto.

Clarissa dijo...

Tienes razón, es un tema complicado.