Me gustaría comentar esta frase mía del otro día: “el texto somos
nosotros”.
Esto viene de qué, en el primer curso de escritura creativa que hice, el
presencial, nos dijeron (aquella era la filosofía del lugar), que los textos
que escribíamos no tenían nada que ver con nosotros, que al escribir estábamos
creando un personaje ficticio, que la escritura ponía en juego un yo figurado
que no éramos nosotros mismos, y que por tanto no teníamos que ser tímidos, ni
teníamos que tener vergüenza, no nos tenía que preocupar lo qué pensaran los
demás, que siempre estarían juzgando en nuestra escritura al yo figurado, no a
nosotros. Esta era la filosofía general de aquel curso, la teoría.
La realidad, pero, era muy otra, y se hacía más evidente a medida que se
sucedían las clases.
La realidad era que cada cual presentaba sus textos, y que todos los demás
se los tomaban como si lo que allí se explicaba fuera la realidad de aquella
persona. De lo de juzgar lo que decía cada escrito como si fuera dicho por un
personaje figurado que nos inventábamos cada cual de nosotros cuando
escribíamos como nos habían dicho al principio nada de nada. (Por cierto que no
nos lo volvieron a decir).
* * *
Es decir, que tu como escritora –como “fabuladora”- ya podías esforzarte a
crear los personajes todo lo figurados que quisieras –o pudieras- que todo el
mundo creía que el personaje principal eras tú como persona real, fuera cual
fuera la realidad que hubiera tras cada escrito.
O sea que, mientas los poníamos en común, para los demás, cada cual era su
texto, el texto éramos nosotros. De aquí viene esto de “el texto somos
nosotros”.
* * *
Pero,
claro, nosotros éramos aprendices... (los hay que todavía lo somos). Con los
años he aprendido que se tiene que saber mucho de escribir para escribir
transcendiendo del propio yo, para crear este personaje (o personajes) figurado
que protagoniza nuestra escritura y que no somos nosotros mismos: es decir, que
se tiene que saber mucho de escribir para escribir buena ficción. Simplemente
allí y en aquel momento no sabíamos más como para transcendernos. (A mí con esto de la
ficción todavía me bulle la cabeza.) Es decir que un poquito de razón sí que tenían, con su filosofía, en aquel
curso...
2 comentarios:
Me cuesta aceptar la capacidad de trascendencia, más tratándose de un personaje creado por nosotros. Es tuyo, por cierto, pero no eres tú ¿Se asemeja a la figura de un hijo? Quizá. Tu frase sirve para mirar desde lo alto.
Tienes razón, es un tema complicado.
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