viernes, 6 de noviembre de 2015

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Decía que escribir mola, y mola mucho. Pero es el tipo de experiencia que es como un barco de los que salpan muchos, pero que la mayoría naufragan, y no les importan naufragar. Esta gente se apuntan a este tipo de cursillos bien legítimamente, pero no son escritores.

Son solamente personas catacaldos que están probando la escritura como quien explora una experiencia más. Y no les importan no conseguir llegar a ser escritores porqué el año que viene estarán haciendo otra cosa, otra actividad, otra experiencia...

Pero la escritura no es solamente un hobby, no es una experiencia más a probar y a dejar de lado. Se trata de comprometerse con la escritura (digo con la escritura, con el hecho de escribir en sí, no con la notoriedad social o la publicación), e irlo remedando e ir mejorando. Y esto para uno mismo, como crecimiento personal, no por la opinión de los demás. –Cosa que, ya lo sé, es más fácil de decir que de hacer-.

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Al principio, la opinión de los demás sobre lo qué hemos escrito nos parece muy importante; el elogio de los demás nos parece muy importante. Un elogio hecho a un escrito nuestro podemos llegar a considerarlo una propiedad de aquel escrito, una propiedad nuestra. Porqué nosotros somos el escrito.

Pero, con los años, el juez más implacable resulta una mismo. Una opinión favorable de alguien a quien respetamos nos puede hacer escribir más seguros de nosotros mismos –sobre todo al principio-, pero al final nos percatamos que no hemos de escribir para los demás ni solamente buscar sus elogios: ante la hoja en blanco, como ante la vida, estamos completamente solos; y continuaremos solos cuando todo el ruido que comportan estas cosas se haya esfumado.

Somos nosotros quienes tenemos que saber si aquel escrito que acabamos de crear va hacia adónde queremos ir o no... (y eso teniendo en cuenta que es muy difícil ser imparcial juzgándose a uno mismo).

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La escritura es una especia de filosofía de vida. Es equiparable al mismo tipo de compromiso que hace que alguien se prepare para correr una maratón (no para ganarla, sino solamente para acabarla). Es un compromiso que requiere tiempo y dedicación, incluso un puntito de obsesión. Es como el compromiso que tiene un instrumentista con la música y con su instrumento: se tiene que practicar (leer, escribir), cada día. Rasgar esta lira silenciosa cada día.  (Aunque sea solamente un poco cada día, pero con constancia).

Pero me parece que ya lo había dicho otras veces...

Los cursillos de escritura en abstracto...

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