A veces no lo veo claro... No veo claro que tenga derecho a estarme
tranquilamente aquí escribiendo mientras el mundo está como está...
Aunque escribir es una de las pocas (y mejores) cosas que pueden hacerse
que realmente funcionan, no para luchar contra la injusticia del mundo (esto
por desgracia no tiene remedio), sino para explicarnos a nosotros mismos como
es este mundo...
Con mi escritura jamás he aspirado a “cambiar el mundo”, pero sí a ser
consciente de las cosas, y a transmitir esta conciencia...
Me gustaría ser consciente de la realidad, y saberla explicar tal y como
es, pero me percato que ello es complicado. La realidad, como las cebollas,
tiene múltiples capas; la realidad es un calidoscopio, tiene muchas manera de
ser mirada. Y, además, la manera de ver algunas cosas cambia a medida que
cumples años...
Saber encontrar la
propia manera de ver y de explicarse a una misma como te ves a ti misma, como
ves los libros o como ves el mundo... es probablemente encontrar aquello a lo que llaman “la voz” del escritor. Y, si
se te concede de haber encontrado esta voz, no deberías tener dudas...
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