Volviendo al tema de leer o no leer a Borges, o de leer o no leer algunos
de los cuentos de Borges, específicamente, me ha quedado un detalle en el
tintero, y con eso acabo.
He observado que hay algunos lectores de Borges a quien enfrentarse a la
inmensidad de la apetencia de saber que es la escritura de Borges les hace
sentir frustrados. Son lectores a quien Borges no entusiasma, pero a quien
tampoco deja indiferentes; simplemente se percatan que ellos jamás podrán saber
todo aquello. Es un surtido de pastelitos, pero hay demasiados pastelitos,
¡ellos no podrán comer nunca tantos pastelitos...! Aquello no es para ellos...
Sacan la cabeza por el acantilado y miran el mar, que es el infinito, y no les
hace ninguna gracia. Y se sienten frustrados, claro.
Es decir, que se debe leer a Borges, sobre todo algunos de sus cuentos,
pero siempre teniendo muy presente que Borges es Borges, y que nosotros somos
nosotros... Y que, si bien lo qué explica es el infinito, nosotros somos
limitados... No olvidarnos de ello simplifica mucho las cosas a la hora de
disfrutar de la lectura y no sentirnos frustrados.
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