viernes, 11 de julio de 2014

Ludopatía, bibliopatía

Una vez leí en una novela el caso de un taxista aficionado a las apuestas en los caballos a quien se había diagnosticado una ludopatía. No podía continuar jugando, y él mismo encontró la solución: apuntarse en un cuaderno todas las apuestas que hubiera hecho si se lo hubiesen permitido, cuanto hubiera ganado y cuanto hubiera perdido, todo igual como si apostara de verdad, pero sin apostar.

Por los resultados que reflejaba la libreta se alegraba de todo corazón de no estar apostando de verdad, pero él jamás renunciaría a su nariz para los caballos, al azar, ni se retiraría del mundo de las apuestas. Jugar de aquella forma era como beber café con leche y azúcar, sin café, ni leche, ni azúcar; pero ya veía que no tenía otro remedio.

A mí me pasa con los libros un poco lo que le pasaba a este taxista con las carreras de caballos. Tengo “la codicia de los libros”, y me compraría muchísimos, muchos más de los que soy físicamente capaz de leerme, solamente para coleccionarlos.

Por ello tengo una lista de todos los libros que me compraría si pudiera, ilimitada, paradisíaca. Y, aunque en la realidad pueda comprarme pocos, en las lista los apunto (“los capturo”) como si pudiera permitírmelos todos...

Hacer una lista de los libros que me compraría si pudiera permitirme todos los libros del mundo me ha ayudado mucho a no comprarme libros a la babalá. Ahora sé que por cada libro que me compro estoy renunciando a un montón, y ello hace de que cada nuevo libro que añado al petate un bien muy preciado.


Sí, señor, las listas sirven, ¡y tanto que sirven!

2 comentarios:

Ferragus dijo...

Seguiré tu ejemplo.

clarissa dijo...

Va muy bien, Ferragus.