viernes, 21 de septiembre de 2012

Eco del pasado

Alguna vez he hablado de la novela que intenté escribir hace ya años, mientras pretendidamente estudiaba, y que se quedó a medio hacer.

Pretendía ser una novela rosa, o como mínimo, romántica, pero me quedó muy lúgubre y torturada, quizá incluso deprimente. Me parece que no me habrían comprado el guió para rellenar la telenovela de las tardes, aunque no paraban de pasar barbaridades.

La idea de escribir una novela rosa venía de pensar que con una novela de “género” sería más fácil... El género rosa o el folletín me atrae mucho más que el género negro, pero ejemplo, - y he leído mucha más novela rosa que negra-; en la novela negra el hecho que deba haber a la fuerza un crimen complica las cosas. Pero en mi novela rosa –ahora me doy cuenta- también había crímenes, todo era muy pasional.

En fin. Quizá algún día explicaré el argumento, que está muy agarrado por los pelos. No puedo recordar lo que escribí sin sentir cierta vergüenza, aunque reconozco que aprendí mucho mientras estaba absorta en la redacción, -aprendí a organizar las ideas y a distribuir las escenas-, pero ello no fue suficiente para escribir algo bueno. Debería haber aprendido a crear personajes. De algo estoy segura: si jamás me decido a escribir otra novela, no tendrá nada que ver con aquello, con una invención desaforada e increíble; desde entonces, mi escritura se ha vuelto más próxima a mi mundo, a todo aquello que realmente conozco.

Espero de todo corazón que el manuscrito se haya perdido en la garganta de los tiempos...

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