miércoles, 27 de junio de 2012

Raíles

Hoy he oído por la radio que en una estación de metro de la ciudad no pasaban trenes por causas ajenas a la voluntad de la empresa de transportes.

Una vez alguien me dijo que eso quería decir que alguien se había tirado a las vías, debajo del tren... algún suicida.

Me he acordado de cuando yo me tiré a las vías ante un tren en marcha, que me arrastró.

Jamás se me ha ocurrido pensar en la impresión que debió causar mi gesto entre las otras personas que esperaban el tren en la estación, y que vieron como me tiraba al tren... O si causé algún trauma al maquinista que no pudo parar el tren a tiempo. Egoístamente, eso no ha existido nunca para mí.

Fue el año 2007, hoy hace cinco años de aquello.

No fue enseguida, pero al  fin y al cabo, al cabo de un tiempo, aquello cambió alguna cosa en mí. Descubrí porqué soy como soy, tan friki. Con el tiempo, descubrí porque me había tirado al tren. Y saberlo me ha ayudado mucho.

Lanzarse al tren no es algo que recomiende. Pero a mí, el haberme tirado al tren me despertó. O empezó a despertarme. No lo recomiendo, pero no reniego de ello. Fue como si un sapo de hollín me hubiera dado un beso y hubiera roto el hechizo, convirtiéndome en protagonista de mi propia vida, haciendo trizas el estado de “animación suspendida” en que me he visto atrapada durante tantos años. He empezado a entender –y a recordar- muchas cosas. Pero eso solamente fue el principio...

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