sábado, 4 de febrero de 2012

Atrapada en el paraíso

Hay días en qué escribo tres posts. Otros días no escribo ninguno. Por respeto a los lectores, en el blog solamente me dejo publicar un post al día, o menos; este ritmo de publicación hace de embudo, y van saliendo los posts producidos desordenadamente gota a gota, pellizco a pellizco, algo que permite que parezca que hay una constancia en la creación. Pero eso no es así, la constancia solamente es en el ritmo de publicación; la creación artística (el rapto de la inspiración) es un fenómeno bastante más anárquico, desordenado y que funciona más bien a bandazos, que no tiene horarios ni rutinas, y que se ha de saber pescar al vuelo cuando se produce, que no siempre es cuando “va bien” publicar.

Si la escritura no tiene horarios, como mínimo que los tenga el blog. Publicar cada día más o menos a la misma hora me proporciona una cierta sensación de orden en la escritura que no tengo en los horarios de escritorio, donde siempre me siento a una hora diferente e impulsada por un estímulo diferente. Aunque, si escribir me gusta tanto es porqué, en el fondo, escribir es ordenar, y yo soy compulsivamente ordenada. Ordenar también es intentar controlar, y el rapto artístico es algo que no se deja encajonar dentro del reloj tan fácilmente. Si me sentara a inventar siempre a la misma hora, como me siento a comer, probablemente no me saldría nada. Jamás me siento expresamente a inventar, aunque sí tengo unos horarios para pasar a límpio. Jamás me siento expresamente a  inventar, pero hay días en que al cabo del día he generado tres posts nuevos que no sé nunca cuando podré publicar. Otros días me doy cuenta que no he generado ninguno, y tampoco siento ninguna sensación de carencia por ello, aunque, si un día no publico, estoy de mal humor todo el día.

Escribir me ha enganchado desde siempre, pero publicar... ¡esto es droga dura! Por ello intento mantener un  orden en las publicaciones e intento mantener el necesitar hacerlo solamente una vez al día, por respecto a los lectores (para que puedan seguirme plenamente y sin estresarse), pero también para mantener una coherencia mental y para que la cosa no se me desborde como me pasó al principio de hacer el blog, en que llegué a publicar noventa y siete post en un solo mes, y tenía la intención de llegar a los cien. Pero pronto me di cuenta que hacer un blog no era eso, que hacer un blog no era competir a ver quien hace más posts, y que un blog no es solamente la cantidad de posts publicados; desde entonces intento mantener una moderación; pero debo imponérmelo como “política editorial”, y muchos días me lo saltaría a la torera...

Si se publica para ser leído, aunque no sea para demasiada gente, no se puede jugar a agotar la paciencia del personal publicando treinta post al día... Aparte que no creo que fuera bueno para mí, tampoco, tal y como me rebota la inseguridad, necesitar publicar demasiados posts al día... Con uno hay más que suficiente... La actividad excesiva en un red social mal llevada puede llevarte al colapso (las redes sociales son adictivas), y me conozco... Como decían los antiguos, equilibrio. Además, procuro no olvidar que mi actividad principal es escribir, no publicar el blog, y que me debo a la escritura, no al blog... (aunque parezca que lo que no pueda dejar sea el blog...).

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