miércoles, 13 de octubre de 2010

Arriba y abajo

Cuando todavía no tenía el ordenador nuevo ni una buena conexión a internet, tenía que ir a la fuerza a pedir “caridad” tecnológica a una sala que tenía habilitada el ayuntamiento de mi pueblo para los pobres donde había unos cuantos ordenadores conectados. Aquello eran unas instalaciones del ayuntamiento donde había también otros departamentos, entre ellos un despacho de la sección de deportes. En aquel despacho de puerta transparente había visto alguna vez un compañero de clase del instituto, todo él trajeado y con corbata y con un flamante maletín. Este compañero se sentaba a mi lado a la hora de los exámenes para copiar de mí y siempre había sido muy deportista.

¿Sabéis la impresión que me hacia verlo en aquel despacho transparente, con secretaria, trajeado y con corbata hasta las cejas, haciendo llamadas, recibiendo gente y emborrachándose de poder deportivo? ¡Un tío que había copiado de mí! ¡Y yo no tenía trabajo ni ordenador e iba allí a pedir caridad tecnológica!

Como iba tan bien vestido un día estuve a punto de gritarle “tío bueno”, “morenazo”... en honor a los viejos tiempos del instituto, pero pensé... ¡este te subirá los impuestos! O sea que no dije nada. No me atreví ni a saludarle.


¿Qué cómo ha acabado la cosa? Ah, la crisis. El ayuntamiento ha recortado el presupuesto. La crisis del ayuntamiento me ha afectado a mí, por ejemplo, en que cada mes recibía una carta de la biblioteca con marcapáginas, calendarios o el catálogo de los libros nuevos. Ahora esto se ha acabado. A él, la crisis le ha afectado en que el ayuntamiento ha suprimido su departamento de deportes, su despacho transparente, su secretaria, las llamadas, el flamante maletín... (supongo que los trajes y las corbatas se los debe haber quedado). Ahora debe estar en su casa viendo competiciones deportivas por la tele. Supongo que acostumbrado al enchufe y a la competitiva empresa pública no le representará ningún problema encontrar trabajo en la empresa privada... ¡Qué vueltas da la vida, verdad?

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