Me acuerdo que una vez critiqué a un artista desconocido por mí porqué
había rechazado un premio, dije que si no se querían premios se lo podías decir
y no te lo daban, que el hecho de aceptarlos y después, cuando todo el mundo lo
sabía, rechazarlos, me parecía auto-propaganda.
A este arista yo no lo conocía –miré algo por internet-, pero luego resulta
que otros artistas a los que yo admiro mucho han hecho lo mismo, rechazando
premios a diestra y siniestra, -uno, sobre todo. Y este artista es evidente que
no se hace auto-propaganda rechazando un premio, sino que protesta por algo y
que además tiene razón.
Es evidente que me equivoqué al atacar a
aquel artista desconocido por mí. Pero mi crítica salió de una profunda
necesidad de decir aquello, de protestar, de manifestar mi opinión; mi crítica
surgió de una profunda necesidad de disipar una mala leche. Lo mismo de
siempre: algo que debía haberse esfumado como comentario de bar, ha quedado por
escrito testimoniando como me equivoqué. Esto son las trampas del blog.
2 comentarios:
Tengo la impresión que no estás del todo errada...
Yo qué sé!
Publicar un comentario