viernes, 14 de agosto de 2015

Más sobre el hipertexto

Quizá os preguntaréis dónde está el origen de mi aversión al hipertexto. Fue cuando todavía era miembro de aquel grupo de lectura de Jane Austen. Fui a parar a una edición digital de su obra más importante, Orgullo y prejuicio, no en texto, sino en hipertexto. ¡Quedé horrorizada! Todo lleno de enlaces, que si no clicabas parecía que te perdías algo, y si los clicabas ibas a para a información complementaria, muy interesante, pero que no había escrito Jane Austen, precisamente... Aquello era ilegible; o más que ilegible, inseguible. Pensé que si aquel era el futuro de la lectura estábamos arreglados... ¡Mi Orgullo y prejuicio chapuceado de aquella forma! En fin. Me parece que me voy a cazar un dinosaurio...

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