viernes, 31 de julio de 2015

Libros vinieron...

Ya sé que hay quien no va a creérselo, pero leyendo blogs por estos internets del señor (antes todo esto eran campos), he llegado a leer cosas que demuestran hasta qué punto hay propietarios de blogs sobre libros que están más pirados por los libros que yo misma, que ya es decir. Pirados piradísimos...

Parece que hay otra gente –mucha otra gente- que leen y que compran libros, como mínimo de mi generación o de generaciones anteriores; los jóvenes no sé si tienen los mismos referentes... Dicen que ya no se venden libros, que no se lee, pero en la red se habla de ello, y mucho. Y se lee.

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Uno, por ejemplo, tiene 750 libros... ¡sobre libros!, esto sin contar los libros que tiene, diríamos normales, que también tiene un buen montón, y que todavía no se ha atrevido a contarlos.

El otro confiesa que ha puesto libros en la maleta por las vacaciones, que han pasado las vacaciones y no los ha leído, pero que los libros le han hecho mucha compañía, y que ahora hará otro viaje y que pondrá en la maleta otros libros. Le encanta escogerlos, tocarlos, manipularlos, y llevarlos de un lugar a otro, además de leerlos... Y aunque no los lea.

Otro confiesa que compra por internet todo tipo de libros de poesía descatalogados de autores desconocidos o olvidados. Sabe que así proporciona vida a unos libros que de otra manera languidecerían le llena de satisfacción. Y estas búsquedas por todo tipo de librerías de encanto le encantan.

También leo en el blog de otro lector que acaba de agotar las estanterías disponibles en su casa para acoger libros, y no sabe dónde los pondrá a partir de ahora, porqué ya no cabe.

Una de las pocas lectoras y coleccionistas de libros que me encuentro aconseja a los que se les ha acabado el espacio disponible por libros y no caben en casa de repasar los anaqueles, y deshacerse de los libros pasados, como hacía Helen Hanff. Las mujeres, claro, ¡siempre pensando en el orden y la limpieza!

Otra chica explica que, cada fin de año, lleva a la biblioteca todos los libros que ha leído el año anterior y que no le han gustado; se queda con los que le han gustado, y compra muchos, casi uno a la semana.

Hace años leí en el blog de un poeta que necesitaba estar físicamente en la habitación donde tenía los libros y acariciarles los lomos (de los libros), mientras escribía. Esto, que a mí me pareció un pelín extraño, se ve que no lo es en absoluto. He leído de mucha gente que acaricia los lomos de los libros, no sé exactamente porqué...

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De la misma manera que nunca se acabado de entender la relación entre las bodas de modelos despampanantes con deportistas millonarios...

... tampoco se ha acabado de entender nunca la relación entre el coleccionismo de libros y los amantes de la lectura; y la búsqueda, acumulación, o el transporte de libros; y la lectura y la escritura. Se idolatra el objeto libro, pero también se lee y se escribe mucho.

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Y, en todo este tiempo, solamente me he enterado de un solo coleccionista de libros que no los leyera o que no los comprara para leerlos: era un inversor en primeras ediciones. Curiosamente, era un escritor de best-séller...




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