jueves, 30 de julio de 2015

El viaje y la biblioteca

Ya sé que se trata de un lugar común muy manido decir que los libros (la lectura) nos pueden transportar a otros lugares, lejanos o cercanos, y nos permite viajar, en el espacio y/o el tiempo, la realidad y/o la ficción.

El problema suele ser “la calidad” del viaje. Es muy difícil ser transportados a otro mundo con pelos y señales, otro mundo de verdad, un mundo donde se desdibujen (o se refuercen) nuestros referentes, otro mundo coherente consigo mismo y/o que complemente el nuestro, un mundo que se aguante y aguante lecturas, y/o que nos intrigue e interese y deleite en una sola y espectacular lectura; las mejores històrias son las que nos atrapan así.

Viajar, concentrarse lo suficiente para conseguir ser transportados, es difícil, sobre todo a medida que nos hacemos mayores y nos pasa la edad de tomárnoslo todo tan en serio.

Y conseguir concentrarse lo suficiente para escribir algo que transporte todavía más, más cuando cada libro que hemos leído y que admiramos nos parece una propuesta diferente de viaje, y aunque en el fondo, siempre estás viajando al interior del alma de otra persona.

Escribir es también intentar explicar un espacio y un tiempo, una manera de ver y hacer las cosas, una verdad que quizá a los demás les puede parece lejana: cada persona constituye un profundo misterio para las demás personas. Pero todos somos personas, al fin y al cabo, todos debemos hacer nuestro camino personal desde la cuna hasta la tumba. La única diferencia sería que solamente algunos sentirían la necesidad de explicarlo por escrito.

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A mí las mejores maneras de explicar este camino personal, las mejores propuestas de viaje, siempre me han parecido las que hace los poetas. Siempre he tenido la literatura que se expresa en poemas como la mejor, la más elevada. Aunque yo no escriba poemas, mi prosa se alimenta de este tipo de poesía.

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Una vez se ha aprendido a orientarse entre libros... se puede llegar a viajar (¿huir?) muy bien, muy bien acompañada, y contenta.

Ojalá pudiera ser para siempre así, entre libros y posts.

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