viernes, 3 de julio de 2015

Con Stendhal (V)

Una escena memorable de este libro Roma, Nápoles y Florencia, es el encuentro, y posterior conversación, de Stendhal con el gran Rossini, compositor de ópera.

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Este es aquel qué, después de una cantidad realmente grande de óperas de éxito, dijo que se retiraba y que ya no escribiría ninguna más, porqué otro éxito no podría añadir ya nada más a su gloria, y en cambio un primer fracaso la podría hundir.

Este es también aquel que se negó en redondo a proporcionar a la imprenta sus obras completas... porqué tenía mucho miedo que fuera una evidencia como se auto plagiaba (y plagiaba a otros) y ser reaprovechaba a sí mismo y lo que ya había escrito anteriormente. (Cosa que por otra parte era normal en la época).

Rossini también es famoso por los famosos canelones a la Rossini, que se ve que son unos canelones con paté que están buenísimos. En esto se ve que era un hombre de vida, un buen vivant, un panza de gloria, igual como tiene pinta de ser Stendhal. Que les gustaba comer mucho y bien, vaya.

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Pero, en este encuentro y posterior conversación de Stendhal y Rossini, todavía no se habla de nada de todo ello, por el simple hecho de que todo ello todavía no había pasado.

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Unos años más adelante Stendhal escribirá una Vida de Rossini, que publicará no sé si con pseudónimo, y que no sería una de sus mejores obras, precisamente. (Ea, ¡qué yo sepa!) Que debe ser una de aquellas obras que se leen porqué son obra menor de un autor bueno, pero que por ellas mismas no serían leídas si no fuera por ello... Siempre hay personas que quieren leerlo todo de un autor que les gusta, aunque sean sus creaciones menos conseguidas.

Para mí los libros importantes y buenos de Stendhal son La cartuja de Parma, El rojo y el negro, -novelas excelentes-, el libro de viajes Roma, Nápoles y Florencia, -que me parece que son los únicos que él firma con este pseudónimo de Stendhal, y me parece que son los únicos que dedica a los happy few-, y quizá aquel libro un pelín extraño que se llama Del amor, y que no sé con qué pseudónimo firmó, y un libro de cuentos que se llama Crónicas italianas, que yo todavía no he leído, pero que me parece que no está tan bien como las novelas.

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En esta conversación entre Stendhal y Rossini se habla primeramente de cómo, en la Italia de la época, se dedican pocos recursos a la remuneración de los músicos, algo que es injusto, en ello están de acuerdo.

A veces (yo, en la vida real), me he encontrado personas que encuentran que hablar de la pela es impropio de personas con cultura, que es vulgar. Y en cambio, aquí se encuentran dos mentes creativas de primer orden, y lo primero que hacen es hablar de la pela; ahora, estoy de acuerdo que esto solamente debía ser para romper el hielo, que después de calentar motores y generar confianza ya debían hablar de otras cosas, más elevadas.

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Stendhal saca la conclusión que Rossini, un creador (¡y de música!), es un hombre feliz, entusiasta, ilusionado, y que esta satisfacción consigo mismo y su mundo tiene que ver con su capacidad para crear, y con el ser reconocido como creador.

Lo he dicho muchas veces y nunca me cansaré de repetirlo ni lo ponderaré jamás lo suficiente: crear realiza; e incluso aunque no se tenga éxito.

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