martes, 14 de julio de 2015

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«Mi debilidad va más lejos: veo en las iglesias muy antiguas copias de los templos paganos. Los cristianos, triunfantes tras tantos años de persecución, demolían con rabia un templo de Júpiter, pero construían al lado una iglesia a San Pablo. Se servían de las columnas del tempo de Júpiter que acababan de destruir; y, como no tenían ni idea de bellas artes, copiaban sin darse cuenta el templo pagano.»

«Los monjes y el feudalismo, que son ahora el peor de los venenos, fueron cosas excelentes en su tiempo: entonces no se hacía nada por vana teoría; se obedecía a las necesidades.»

«Toda imaginación conmovida por la música emprende el vuelo,»

«Me he visto arrastrado por recuerdos deliciosos. Dan las dos: el Vesubio arde; se ve manar la lava. Esa masa roja se recorta contra un bellísimo horizonte oscuro. Me quedo tres cuartos de hora contemplando este espectáculo imponente y tan nuevo, asomado a mi ventana en el séptimo piso.»

«No diré nada de Pompeya: es o más sorprendente, lo más interesante, lo más entretenido que haya visto; sólo a través de ella se conoce la antigüedad.»

«Los nuestros no pueden alcanzar a entender que los antiguos no hicieron nunca nada para adornar, y que para ellos lo bello no es más que el donaire de lo útil. ¿Cómo podrían nuestros artistas leer en su alma? Son sin duda hombres llenos de honor y de talento; pero Mozart tenía alma, y ellos no la tienen. Nunca un sueño profundo y apasionado les ha hecho cometer locuras; por eso tiene la banda negra, que ennoblece.»

«Lo más curioso que he visto en mi viaje es Pompeya; se siente uno transportado a la antigüedad; y, a poco que se tenga la costumbre de creer sólo lo que está demostrado, inmediatamente sabe uno de ella más que un erudito. Es un vivísimo placer ver cara a cara esa antigüedad sobre la que se han leído tanto volúmenes. He vuelo hoy a Pompeya por undécima vez. No es el lugar para hablar de ello.»

«El vulgo les es necesario a los grandes hombres, como los soldados al general.»

«Aquella alma tan elevada no vio que la condición sine qua non para escribir algo pasable de política es aislarse de los pequeños roces personales a los que haya uno podido exponerse.»

«Según salía del museo de pinturas antiguas (...), me he cruzado con tres oficiales de la marina inglesa que entraban. Hay veintidós salas. Ha partido al galope para Nápoles; pero antes de llegar (...) me han alcanzado los tres ingleses, que me han dicho por la noche que esos cuadros eran admirables y una de las cosas más curiosas del universo. Han pasado en ese museo entre tres y cuatro minutos.»

 Roma, Nápoles y Florencia. Stendhal. – Editorial Pre-textos

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