sábado, 6 de junio de 2015

Ciruelas y perdices

He releído en un santiamén Una cambra pròpia (Una habitación propia), de Virginia Woolf.

Gran libro de obligada lectura para todo aquel / la que quiera escribir, sea hombre o mujer.

El libro está muy bien, estoy de acuerdo con todo, pero hay un pequeño detalle sin importancia que me gustaría comentar:

* * *

Es eso que en Oxbridge comen perdices, y en la universidad para mujeres, ciruelas. Lo qué en aquel tiempo era un claro síntoma de opulencia y miseria, respectivamente, hoy en día sería tomado por malo para la salud y por sanísimo, también respectivamente: “de grandes cenas están las sepulturas llenas”.

A los estudiantes de Oxbridge las perdices quizá les permitan pensar mejor, pero seguro que los comensales están llenos de ácido úrico, azúcar y colesterol. Con la comida de la otra universidad, en cambio, no hay este peligro: es frugal y llena de fibra y vitaminas; como debe ser una cena –una comida-, es decir, sana, poco cargada. (Se debe cenar como un mendigo, dicen).

(Las cosas han cambiado mucho desde aquella época. De la misma manera que antes los médicos recetaban descanso y buenos alimentos, ahora recetan caminar y no comer demasiado).

Ahora el lujo no serían las perdices, precisamente. Ahora el lujo serían unas ciruelas ecológicas. Pero ya os podéis imaginar en qué comedor las servirían; en esto no se ha cambiando tanto.

* * *

Esto de las ciruelas y las perdices es una figura que usa la autora para ejemplificar que quien tienen el poder es la sociedad patriarcal. Y esto, a pesar de lo “políticamente correcto” y las cuotas, no ha cambiado; quizá un poco en las formas, pero no en el fondo.

Lo admiro muchísimo por tal y como está argumentado y por las imágenes tan geniales que usa. Este libro tiene lo que yo llamo “la chispa” de Virginia Woolf.


No hay excusa para no disfrutarlo, no solamente como aprendices de escritor, sino simplemente como lectores.

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