En el final de El huerto de los cerezos,
obra de teatro de Chéjov, hay un personaje que dice: “¡Leeremos libros!”. Y lo
dice precisamente a otro personaje que ya sabemos que leer, leer, no sería lo
suyo, precisamente. (Y con ello no estoy haciendo ninguna filtración del
argumento o del final de la obra; es un simple detalle que no revela nada sobre
la acción. – Ahora, también podríamos discutir si la hay, o no la hay, de
acción, en esta obra...-).
Lo que yo no entiendo es en qué tono lo dice el
autor. ¿Lo dice porqué cree sinceramente que la lectura puede mejorar la vida
de las personas? ¿O es una ironía llena de pena hacia los ilusos que creen que
leer libros les mejorará algo, y que en realidad no es así? ¿Es una ironía
hacia aquellos que creen que son cultos, y en realidad no lo son, y que creen
que leen, pero en realidad no lo hacen?
No acaba de quedar claro, pero este entusiasta
“¡Leeremos libros!” forma parte de una especie de deseo, sueño o esperanza de
una vida mejor, una vida mejor no solamente para los personajes de la obra, o
para Rusia, sino para toda la humanidad.
En la obra este “¡Leeremos libros!” se nos
presenta como una ilusión, un ideal, que no se sabe exactamente si se
materializará en la vida de cada día de estos personajes tan... tan humanos...
y tan ocupados en vivir su vida, en vez de perder el tiempo leyendo...
“¡Leeremos libros!”
Ojalá.
* * *
¿Leer nos hace la vida mejor? ¿Leer nos hace
mejores?
Lo que es seguro es que nos puede hacer más libres,
más alegres, y nos puede hacer sentir más acompañados...
Leer contra la modorra del vodka, de la tele. Leer
puede ser una evasión, pero también un despertador: nos puede hacer estar más
alerta hacia la realidad. ¿Vosotros creéis que podría haber alguna fuerza en
este mundo que no quisiera que las personas (los ciudadanos) estuviéramos
“despiertos”, “conscientes”, “enganchados a la realidad sin necesidad de
intermediarios”? ¿Y creéis que podría ser que Chéjov nos quisiera decir algo
sobre ello?
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