martes, 27 de enero de 2015

El trozo de pastel

En las novelas La novela de Genji, y La princesa de Clèves, que las podríamos considerar novelas de época, aunque una sea de una época más antigua que la otra, encontramos una coincidencia curiosa: el hecho que, al morir el rey o el emperador, sea necesario que la amante oficial devuelva los sellos de lacre, es decir, las herramientas y la documentación con las que el monarca firmava las órdenes, y que permitía a la favorita y a los suyos el poder “de facto”, el poder de firmar en nombre del que mandaba.

Tanto en la una como en la otra novela, al morir el cabeza de estado y ser sucedido por otro, el bando del sucesor es lo primero que hace, recuperar los sellos de lacre...

Todo eso pasaba mucho antes de la tecnología. Hoy en día devolverían alguna tarjeta opaca, o vete a saber... Es un buen ejemplo del tipo de poder que podían (y pueden) ejercer las mujeres... “el bello sexo”: el poder basado en su belleza.



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