En las novelas La novela de Genji, y La princesa de Clèves,
que las podríamos considerar novelas de época, aunque una sea de una época más
antigua que la otra, encontramos una coincidencia curiosa: el hecho que, al
morir el rey o el emperador, sea necesario que la amante oficial devuelva los
sellos de lacre, es decir, las herramientas y la documentación con las que el
monarca firmava las órdenes, y que permitía a la favorita y a los suyos el
poder “de facto”, el poder de firmar en nombre del que mandaba.
Tanto en la una como en la otra novela, al morir el cabeza de estado y ser
sucedido por otro, el bando del sucesor es lo primero que hace, recuperar los
sellos de lacre...
Todo eso pasaba mucho antes de la tecnología. Hoy en día devolverían alguna
tarjeta opaca, o vete a saber... Es un buen ejemplo del tipo de poder que
podían (y pueden) ejercer las mujeres... “el bello sexo”: el poder basado en su
belleza.
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